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Cultura

Ecos de mi tierra

1199Flamboyán

Como mágicas sombrillas

que abren expertos chamanes,

hermosean los flamboyanes

el verdor de las Antillas.

En Cuba las avecillas

disfrutan de sus primores;

los novios, con sus amores,

en tronco y ramas asombran;

cuando en grabados se nombran

bajo el rubí de sus flores.

¿Qué cuerda, pluma o pincel

puede, en su mejor oficio,

atrapar tal artificio

en lienzo, acorde o papel?

El flamboyán es vergel

que vivo esplendor libera;

verle cautivo es quimera,

porque todo artista sabe

que en obra ninguna cabe

tan pródiga primavera.

Otoño e invierno, rudos

batiendo las frías alas

dejan, al ultar sus galas,

pardos cándalos desnudos.

Quietos permanecen, mudos,

como en apagado afán;

cuando las aves se van

y aguardan por la pradera;

que otra vez la primavera

llame desde un framboyán.

1200Guateque

De cantos y zapateos

es el guateque un derroche,

donde juntos día y noche

dejan insomne a Morfeo.

Es el natural recreo

del intrincado retiro;

donde bongó, tiple y güiro,

–mientras se asa un lechón–,

rallan melódico son

que alegre baila el guajiro.

Un tiple, una clave, un güiro

y el retumbar de un cajón,

no animaba la ilusión

ya difunta en el guajiro.

El golpe de un gallo giro,

el aroma de un asado;

el aguardiente aliñado

y las doncellas más plenas;

¡le endulzaban las cadenas,

pero estaba encadenado!

¡Guateque, caribe voz,

festivo, alongado grito;

perpetuando el areíto

del aborigen feroz!

Pretendió el mandoble atroz,

dejando al pavor perplejo;

aquel cultural complejo

hacer trunco en el camino;

cuando asumió el campesino

el primitivo festejo.

Del uno al otro bohío

el jolgorio bregó tanto;

que fue más grande su encanto,

cuanto más el desafío.

El campesino sombrío,

le vio andar por el sendero,

hasta que un grandioso enero

renaciendo en sus entrañas,

recibió en “Palmas y Cañas”*

su guateque un pueblo entero.

*Programa estelar campesino de la Televisión Cubana

1201Guajiro

Ser guajiro es atributo,

que a siglos de elaborado;

lleva huellas del pasado

aunque parezca impoluto.

Fue como la piedra en bruto,

amalgamada textura,

de aborigen amargura

con ibérico villano;

donde el suplicio africano

pigmentó la catadura.

En su rústico retiro,

desde secular memoria,

se fue labrando la historia

trágica, de mi guajiro.

La injusticia sufrió un giro

en su triste fundamento,

cuando entre harapos y hambriento,

paria del llano y la sierra,

llegan dignidad y tierra

a librarlo del tormento.

El labriego que labraba

la tierra que no era suya,

hilo a hilo la cabuya

de su cadalso trenzaba.

Caro arriendo tributaba

al latifundio ladino;

enterrando su destino

en la ingrata tierra ajena;

para cobijar su pena

bajo el zaguán del camino.

Supe del rústico aquel,

que vivía en desventura;

la condición torva y dura

que dióle existir tan cruel.

Supe del triste papel

que le asignó la injusticia;

y supe en cada noticia,

vocero de su bregar;

que supo también luchar

y morir por la justicia.

Ya no es Don Nadie el guajiro;

triunfador de sus querellas,

ya no firma con sus huellas

ni es un siervo en su retiro.

Ya por doquier cuando miro,

desde el páramo a la sierra,

a su conuco se aferra

y labra en él su futuro;

ya el triste pasado oscuro

desarraigó de su tierra.

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