Cultura

Pedro de la Hoz

Cuando hace apenas unas semanas repasé en un programa dedicado a la memoria del Nuevo Cine Latinoamericano la película El verano de la señora Forbes, jamás me pasó por la cabeza pensar que los días del realizador de aquella pieza fílmica, el mexicano Jaime Humberto Hermosillo abrieran el primer mes de año con la infausta noticia de su deceso, acaecido el pasado 13 de enero en Guadalajara.

Autor de una extensa obra, que comenzó en el plano de los largometrajes con La verdadera vocación de Magdalena (1971) y concluyó con Crimen por omisión (2018), Hermosillo tuvo el privilegio de plasmar en la pantalla dos argumentos del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, uno el ya citado El verano de la señora Forbes (1989) y diez años antes María de mi corazón.

La historia de esta última roza con lo inverosímil por la intervención del azar en la vida cruzada de los protagonistas: Héctor y María, un ladrón que al regresar a casa con el botín de su más reciente fechoría, encuentra en su cama a María, vestida de novia a ocho años de distancia de que ella lo abandonara a punto de contraer nupcias.

Esta vez María cayó en la misma situación pero a la inversa; la abandonada en el altar fue ella; su prometido no se presentó en la iglesia, momento en

Héctor revive su amor, se empareja nuevamente con María y para ganarse la vida se dedican ambos a ejercer la prestidigitación de pueblo en pueblo en espectáculos de poca monta. Un día María va a trabajar a otra ciudad y su camioneta se avería, la recoge un camión que transporta un grupo de enfermos mentales hacia un hospital rural. Al darse cuenta de su destino incierto, María hace lo imposible por salir del manicomio y sufre la represión de loqueros implacables. Héctor piensa que María ha vuelto a dejarlo en el camino hasta que dio con ella. Pero cuando éste acude a visitarla, los médicos le convencen de que María está loca de verdad y no queda otro remedio que mantenerla internada.

¿Qué tuvo que ver García Márquez con esta obra cinematográfica? El propio escritor lo narró en 1981: “Hace unos dos años, le conté un episodio de la vida real al director mexicano de cine Jaime Humberto Hermosillo, con la esperanza de que lo convirtiera en una película, pero no me pareció que le hubiera llamado la atención. Dos meses después, sin embargo, vino a decirme sin ningún anuncio previo que ya tenía el primer borrador del guión, de modo que seguimos trabajándolo juntos hasta su forma definitiva. Antes de estructurar los caracteres de los protagonistas centrales, nos pusimos de acuerdo sobre cuáles eran los dos actores que podían encarnarlos mejor: María Rojo y Héctor Bonilla. Esto nos permitió además contar con la colaboración de ambos para escribir ciertos diálogos, e inclusive dejamos algunos apenas esbozados para que ellos los improvisaran con su propio lenguaje durante la filmación. Lo único que yo tenía escrito de esa historia –desde que me la contaron muchos años antes en Barcelona– eran unas notas sueltas en un cuaderno de escolar, y un proyecto de título: «No: yo sólo vine a hablar por teléfono». Pero a la hora de registrar el proyecto de guión nos pareció que no era el título más adecuado, y le pusimos otro provisional: María de mis amores. Más tarde, Jaime Humberto Hermosillo le puso el título definitivo: María de mi corazón. Era el que mejor le sentaba a la historia, no sólo por su naturaleza, sino también por su estilo”.

El verano de la señora Forbes tomó por referencia el relato de García Márquez El verano feliz de la señora Forbes y formó parte del proyecto Amores difíciles, ciclo de seis películas producido por Radio Televisión Española y el consorcio International Network Group en los años 80. Además de la obra de Hermosillo, que sumó colaboración de Cuba en el elenco y la realización, la entrega comprendió Fabula de la bella palomera, del brasileño Ruy Guerra; Milagro en Roma, del colombiano Lisandro Duque; Un domingo feliz, del venezolano Olegario Barrera; Cartas del parque, del cubano Tomás Gutiérrez Alea, y Yo soy el que tú buscas, del español Jaime Chávarri.

Aunque este Hermosillo queda por debajo de María de mi corazón. No obstante la película se disfruta por la ambientación y la extraordinaria actuación de la alemana Hanna Schygulla en el papel de la institutriz alemana que protagoniza la historia.

La trama difiere del relato original garciamarquiano, localizado en el volumen Doce cuentos peregrinos. El escritor situó la acción en una isla italiana del Mediterráneo, mientras el cineasta la traslada a Yucatán. La Forbes del cuento parece un sargento policial; la del filme una mujer arrasada por la melancolía. Para García Márquez, Forbes encierra un misterio insondable; para Hermosillo, con la anuencia del escritor quien aprobó el guión, la clave pasa por la no correspondencia del amor por parte del joven cazador submarino a la que la institutriz idealiza.

Sólo una Schygulla inmensa, como la que en su día descubrió el gran Fassbinder, es capaz de decir con convicción el siguiente parlamento:

“¿Sabes qué me habría gustado ser? Una perra de la calle. Odio el orden, odio la voluntad, la disciplina, el sentido del deber, del honor, de la patria. Odio todo lo que hace respetable a la gente respetable, pero es lo que enseño a esos niños desgraciados que dejaron en mis manos”.