Tres años atrás, luego de comprar su primer telescopio, apuntarlo hacia el cielo y observar por primera vez el planeta Saturno, Germán Ávila Medina se adentraba poco a poco al mundo de la astronomía; sin embargo, la fascinación por continuar admirando nuevos cuerpos celestes lo impulsaron a tomar su equipo y dirigirse a espacios como Celestún o Abalá para explorar a profundidad el universo.
Poco a poco, el estudiante de Ingeniería Electrónica del Instituto Tecnológico de Mérida, se interesó por capturar lo que sus ojos podían observar en el infinito; inició su camino en la astrofotografía.
Definida como la actividad en la que se capta imágenes fotográficas de los cuerpos celestes, Ávila Medina explica que se divide en tres disciplinas:
Planetaria (1), en la que se captura todo un sistema solar: el sol con filtro, la luna y todos los planetas.
Campo amplio (2), realizada con una cámara réflex, un telefoto u objetivo gran angular en un tripié para conseguir constelaciones completas.
Espacio profundo (3), la más complicada de todas, ya que engloba a todos los objetos que están más allá del sistema solar: cúmulos de estrellas, nebulosas y galaxias.
Es en esta última área en la que se ha especializado durante este tiempo; explica que el reto radica en el hecho de que como son objetos que están a miles o millones de años luz a distancia, “la luz que nos llega después de viajar todo ese tiempo, es muy tenue; es por eso que no se ven a simple vista”, comenta.
Para darnos una idea, un telescopio de 100 milímetros que apenas puede registrar esa imagen, equivale a 400 ojos humanos.
Las fotografías que él realiza, parten de un proceso de larga exposición. Detalla que acostumbra invertir un tiempo de 5 a 10 minutos en cada toma, apoyándose en la actualidad de una cámara astronómica y una montura ecuatorial motorizada, la cual es capaz de contrarrestar el movimiento rotacional de la Tierra. Con cualquier mínimo movimiento, la imagen puede verse severamente afectada.
Otro de los beneficios de su cámara astronómica, es que al alimentarse con 12 voltios y refrigera el sensor a -3 grados centígrados, permitiéndole extender el tiempo de exposición de una foto hasta en 30 minutos.
Sin embargo, las imágenes que captura son en blanco y negro; para convertirlas a color emplea una serie de filtros RGB y un programa computacional.
Actualmente ha desarrollado un procedimiento un poco más sencillo, el cual denomina Mapeo de Nebulosas por su Composición Química. Partiendo de filtros que son capaces de aislar la luz que emiten elementos en una nebulosa. “Yo trabajo que tres, que son Hidrógeno Alfa, Azufre y Oxígeno. Tomo fotos a las nebulosas con cada uno de los filtros y me muestra la distribución”, detalla. Con este proceso requiere un promedio de 15 horas para conseguir la fotografía final.
Germán Ávila Medina, quien destaca ser uno de los dos astrofotógrafos en la entidad, ha compartido su trabajo desde un mes aproximadamente en la página de Facebook, Stellar Sky. Espera que un futuro no muy lejano pueda llevar su trabajo a una galería o museo en la ciudad para continuar despertando la curiosidad en el público, quienes ya se muestran interesados en adquirir alguna de estas piezas para adornar sus hogares.