Ivi May Dzib
Los buscan por todos los rincones del planeta como si el planeta fuera el culpable.
Desaparecen y al momento mueren árboles, animales y la vida como alguna vez la soñamos.
Natural, así de infame es el hombre, crea algoritmos queriendo saber
cuándo nos iremos de aquí. Cómo si eso fuera un imposible, sólo una palabra.
Imaginen que desde el principio del tiempo existió un guardián, era noble su linaje y raza,
imaginen que iluminó de verde y azul los mapas y ahí donde todo era oscuro,
se encargó de llenarlo de luz, imaginen y quédense con esa imagen.
Los buscan y hay quien reza, porque de no aparecer otro músculo del planeta desaparecerá.
Dejándonos más huérfanos a nosotros y los que vienen creerán que todo fue siempre así,
artificial y falto de sentido, pero nunca harán por ir en busca de ese pedazo de tierra hinóspita.
Los buscan y hay quienes ríen y celebran, porque por fin no habrá guardián,
entonces de ellos será la posibilidad de esclavizar montañas, atardeceres, lagos y
el olor a selvas que sólo se escuchaban en las palabras de las ninfas.
Escuché una melodía, tan sublime que no dudo en la posibilidad de que cualquiera llorara,
eran pájaros, los últimos que ha dado este bosque y recordé a mi padre, sus brazos y también
el grito de mi madre diciéndonos que debíamos regar la milpa. Es mi corazón
que rebosa de imágenes donde todavía el azul era la forma posible del cielo,
donde el sol daba tregua y terminábamos siendo muy buenos amigos,
donde la lluvia daba vida y no la quitaba porque éramos capaces de dejarla ir,
sin el temor de no habernos aprovechado su vida.
Hoy faltan los guardianes, los buscan y muchos actúan como si no nos hicieran falta.