Cultura

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Al ver una serie noruega con tintes de mitología nórdica, cuyo tema era la agresividad ambiental de las grandes empresas que envenenan el agua, los campos, animales y a las personas, recordé que hace algún tiempo, en nuestra hermosa y pacífica ciudad donde nunca pasa algo, se encontró, donde se guarda el agua potable, una vaca muerta, zorrillos, gatos, perros y creo que hasta humanos descuartizados.

Aquello en su momento fue un escándalo mayúsculo, callado rápidamente por cuestiones electoreras.

De esto, obviamente, la ciudadanía tan atenta a los malos manejos, al alza de los impuestos y las malas decisiones del gobierno, se ha olvidado.

Y después de esta truculencia, nadie bebía agua de la llave por más potable que nos la cobraran.

A mi memoria vinieron los recuerdos de mi infancia, cuando podía abrir la llave y tomar agua potable sin que me hiciera daño alguno y crecí con esta costumbre, hasta que un día apareció la que se convertiría en una nueva costumbre “por ser más sana”, de tomar agua embotellada. Una de las primeras familias que se dedicaron a este negocio fue la de los Alvarez, de la colonia Buenavista.

¿Por qué hoy en día, aunque pagamos agua potable no podemos beberla directamente de la llave?

La respuesta todos la sabemos, ¿verdad?

2

Con la placa alusiva a las 100 primeras representaciones de Nada humano nos es ajeno, Silvia Káter ha comenzado una nueva era, ya que ahora, todos los copiones hablan de tener muchas funciones: como cien…

Felicidades a Silvia Káter, a Juan Carlos Hernández y a su equipo de trabajo, porque la labor teatral de Silvia es incansable y persistente y si el público no va a ella, ella va al público, como lo hiciera en su momento el grupo de teatro La Farándula, que dirigía Nancy Roche.

Hay que tomar nota para seguir estos pasos y poder sobrevivir del quehacer teatral.

Cuando los grandes directores parece que se han cansado de persistir y de haber creado toda una época de oro, porque su trabajo atrajo público a las salas de teatro, esta actriz, dramaturga y ahora directora de escena, sigue abriendo camino.

Silvia, como sabemos, es argentina, pero si le preguntamos a un meridano, nos responderá que Silvia es yucateca.

Esta es la prueba más grande de reciprocidad, del amor de esta tierra que ama egoístamente, y a la que ella ha demostrado su amor.

3

Qué lata con los borrachitos que salen de las cantinas del Centro Histérico (sic) a las 10 de la noche, pues dejan vasos, botellas de cerveza, agua, refrescos, cajetillas de cigarros y otras lindezas; abren las bolsas de basura y desparraman todo, y cuando pasan por la recoja de ésta, los trabajadores, se llevan lo que pueden.

A la mañana siguiente, pasa un barrendero municipal, quien recoge lo que puede ver, porque siempre está medio dormido o atento a su celular.

Y la basura sigue adornando las aceras y las calles.

Tal vez, una solución pacífica sería que haya policías de tránsito vigilando las calles aledañas a las cantinas a la hora que salen los clientes, y comiencen a multar a quienes ensucian la ciudad e impiden el trabajo de los empleados de la recoja de basura.

No hay peor lucha que la que no se hace.