Cultura

Remedios Varo en clave porteña

Pedro de la Hoz

Los argentinos están descubriendo a Remedios Varo y confían continuar haciéndolo cuando ceda la emergencia sanitaria ante el coronavirus, que ha dispuesto el cierre hasta el 25 de marzo del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), y tengan nuevamente acceso a la exposición Constelaciones.

Se trata de la primera muestra de la artista en Argentina y se halla orientada a destacarla como una de las figuras cenitales del surrealismo y del realismo fantástico en la región, y referente ineludible del arte en el México de mediados del siglo XX.

El desembarco de la obra de Varo, efectivo desde el 4 de marzo, fue posible por la colaboración del Museo de Arte Moderno de México (INBAL) con el Malba, acción que representa un tanto a favor del diálogo integrador entre instituciones culturales latinoamericanas.

A Buenos Aires llegaron 35 pinturas, 11 dibujos y 60 bocetos. Además, se incluye un nutrido cuerpo de documentación del archivo personal de la pintora con cuadernos de notas, dibujos, cuentos fantásticos y otros escritos.

En otras palabras, estamos ante un proyecto que pretende transmitir una idea lo más completa, hasta donde es posible, de una personalidad singularísima. Porque, como ha dicho el historiador de arte español Rafael Calero Palma, “para una gran parte de la crítica, Remedios Varo es una artista surrealista, aunque hay otros críticos que no están de acuerdo con esta definición y, simplemente, piensan que es una creadora absolutamente personal, en cuya obra juega un papel fundamental el mundo de la fantasía, el mundo del subconsciente y el mundo de los sueños. Se ha dicho de su pintura que es simbólica, onírica, mística, mágica, sagrada, profana, intuitiva, enigmática, autobiográfica, vanguardista, alquímica, críptica, turbulenta, que está llena de energía, que trasciende los sentidos, que rompe los convencionalismos… Sus cuadros son todo eso y muchas más cosas”.

Recuérdese que nació en España en 1908, y fue a parar a México en 1941, una vez aplastada la República por el franquismo y tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. La mujer que arribó a costas mexicanas cargaba la experiencia de estudios en la Academia de San Fernando, en Madrid, el contacto con las vanguardias de entreguerras, la participación activa en la vida cultural de Barcelona y París, y su tercer amor, el escritor francés Benjamin Péret.

En el país de adopción –y en el que falleció en plena madurez a los 55 años de edad en 1963– desarrolló buena parte de su obra sustantiva y animó el ambiente artístico e intelectual entre los años 40 y los 60.

Quienes abordan ese período del arte en México coinciden, muchas veces, en trazar un paralelismo confluyente entre Remedios Varo y Leonora Carrington. Por cierto, junto a los trabajos comprendidos en Constelaciones, Buenos Aires acoge una selección de la correspondencia de aquélla con Leonora, Kati Horna, Eva Sulzer, Benjamin Péret, Oscar Domínguez, César Moro, Edward James, Gunther Gerzso y Octavio Paz, así como fotografías y objetos personales.

En la novela Leonora, Elena Poniatowska refiere: “Nueve años mayor que Leonora, es la maestra, la animadora, la que enamora a los hombres, la que protege a Benjamin, y todavía se da el lujo de recoger gatos perdidos y convertirlos en talismanes, como las piedras, las conchas de mar y los cristales que acomoda en el librero”.

La Varo participó en las exposiciones First Papers of Surrealism, en Nueva York y Le Surrealisme, en la Galería Maeght, de París, pero fue en 1955 cuando su obra captó la atención de los aficionados mexicanos al concurrir a la galería Diana junto a otras cinco pintoras nacidas o residentes en el país, y comenzó a ser comparada con la Carrington.

La crítica Margarita Melken escribió entonces: “De Remedios Varo, confesamos que nada sabíamos hasta esta exposición. Su mundo es, en cierto modo, el mismo que el de Leonora Carrington. Un mundo nacido de su propio universo interior; un mundo de sonidos, en que cada color canta, y cada forma tiene por misión específica el hacer cantar su parte en la sinfonía general de la composición”.

En 1956, la Varo presentó su primera gran exposición de carácter individual en Ciudad de México y a partir de ese momento, se potenció como uno de los nombres más reconocidos de la pintura del país.

Arte, ciencia, espiritualidad, magia, alquimia y naturaleza están representados en el Malba. Un pedazo de México –al fin y al cabo Remedios Varo asumió su mexicanidad– en Argentina.