Por Joaquín Bestard Vázquez
En Beyhualé es ya tradicional la carrera de los pavos. Se juntan varios contendientes y se le entrega a cada uno un pavo. Mientras corren hacia la meta van arrancándoles las plumas al pavo y quien llegue con menos plumas es el ganador y se le entrega un pavo rostizado.
Hay protestas de las ligas en contra de la violencia contra los animales, pero a nadie le importa, porque con el pavo rostizado se prepara una cena a la que asisten personalidades y a veces con la emoción del pavo de doble pechuga no falta quien done otro y así se prolonga el festival de los pavos hasta el día siguiente.
Esta loca carrera se efectuaba ahí por Dzitás hasta que fue prohibida por las ligas de la decencia, el decoro y la no violencia contra los animales, y mucha gente de Beyhualé se preguntaba quiénes eran más animales, los que participaban o los pobres pavuncios. Se pensó en encerronas en plazas de toros y vaquerías para verles las caras y reconocer a los competidores de tan tremendas salvajadas, pero todo quedó en buenos deseos beyhualenses y dos o tres pujidos.
Maximito Koyoc