Ivi May DzibSobre la dramaturgia necesaria
El cuaderno de teatro de la Universidad Veracruzana “Tramoya”, el cual fundara Emilio Carballido, en su número 98 dedicó su contenido a la joven dramaturgia mexicana. La selección de las obras que aparecen en este número corrió a cargo de Edgar Chías y Luis Enrique Gutiérrez Ortiz del Monasterio (LEGOM).
La selección se dio a partir de los autores que han participado en la Semana Nacional de la Dramaturgia Joven en sus primeros seis años, este año el encuentro que se realiza en Querétaro llega a su novena edición. Las obras que encontramos en este libro son: El día de la intolerancia…Y Constantina no estaba de Hugo Abraham Wirth, El carbón en la boca de Porcia de Daniel Serrano, Todo lo que encontré en el agua de Concepción León Mora, Vacío virtual de Elena Guionchis, Nocturno de la alcoba de Mario Cantú Toscano y Ñeyivi Meeni de Francisco Reyes.
En este texto quisiera hablar de la primera obra que contiene este volumen y que es autoría de Hugo Abraham Wirth. En El día de la intolerancia…Y Constantina no estaba tenemos a cinco personajes (y otros tantos que funcionan como accesorio en el imaginario de Horacio) en tres espacios diferentes, todo sucede en una lujosa zona departamental en donde vive una escritora de best seller llamada Constantina Riacchi.
Horacio es el esposo de Constantina y se le ve viendo televisión y tomando cerveza; en el edificio de enfrente tenemos a la Abuelita y a su nieto Ray que están a la caza, tipo paparazzi, de la aclamada-odiada escritora, ya que fue ella quien impidió que la abuela continuara con su prostíbulo en la lujosa zona; mientras que debajo de la planta alta donde se encuentran estos departamentos, en la calle, Balám y Claus, dos jóvenes activistas sociales, esperan a que Constantina salga de su departamento para realizar un (aparentemente) atentado de carácter pacífico contra la escritora.
El texto está escrito a tres columnas, lo que nos significa que las acciones de estos tres grupos de personajes suceden al mismo tiempo. A pesar de que Horacio se encuentra solo, de su refrigerador van saliendo proyecciones de su mente, como la escritora que le ayuda con palabras soeces para su masturbación mientras lee la novela de su esposa, o un muñeco de nieve que le va indicando cómo debe accionar ante el crimen que cometió y otros personajes que le van dando a la escena un tono que va más allá de un realismo sucio para manejarse en una expresión extracotidiana.
Todos los personajes cargan consigo vicios que trascienden los ideales propios que al principio comulgan, por lo que a lo largo de la historia vemos cómo cada quien va distorsionando su objetivo inicial hasta volverse caóticos y, por lo mismo, provocar que muchos de sus actos se mantengan fuera de control. Todo por Constantina, a quien su propio esposo ha matado y sus restos esconde en el refrigerador.
Esta propuesta de Wirth es fresca, ágil, sobresaliente si la ponemos en contexto con el año de su escritura y del avance que ha tenido como autor. La intolerancia misma que debería llevarse a escena. Este cuaderno de teatro trae consigo obras que habría que leerse, dramaturgias necesarias que son muestras de lo que ya es una lograda dramaturgia nacional joven y que está al alcance del público.
Hugo Abraham Wirth nació en la ciudad de México en 1981, es dramaturgo y editor. Ha sido ganador del Premio Nacional de Dramaturgia “Teatro Nuevo” y del Premio Nacional “Manuel Herrera”. Obras como La fe de los cerdos, Mondoyonki, Los ositos y el misterio del culo, La nena del abuelo, Fisting, Virgencitas (adaptación de la obra Yard Gal de Rebecca Prichard, dirigida por Enrique Singer), entre otras; han participado en Muestras Nacionales de Dramaturgia y la mayoría se han estrenado en la Ciudad de México y el interior del país. Es colaborador de Paso de Gato. Revista Mexicana de Teatro y ha sido becario del FONCA y de la Fundación para las Letras Mexicanas.