Cultura

Valentina

Fernando Muñoz Castillo

II y última

La presencia de Beethoven es demasiado fuerte para el momento en que parece como protagonista a través de su música, tal vez Chopin hubiera quedado perfecto. Teniendo en cuenta que ambos compositores son considerados de los mejores del siglo XIX.

Pero cada uno tiene un sonido diferente, y diferentes estados de ánimo.

De Eligio Ancona se conocen La caja de hierro, Nuevo método de atrapar a una joven / Modo de atrapar a un novio, ambas estrenadas en 1862. Y Las alas de Icaro, que primero se llamó Pagar la lengua, se estrenó en 1881.

Supuestamente Valentina no subió al escenario, ni tampoco se conocía, pero estando conscientes de las costumbres de la época, no dudamos que desde su escritura o muy posteriormente, fue leída en alguna reunión de jóvenes escritores o ante un pequeño grupo reunido en una casa familiar. Es lo más posible y creo, hasta probable.

Este mes de marzo prosigue el ciclo en Casa Tanicho.

Realmente es una gran oportunidad de ver en escena a nuestros autores decimonónicos, que, por angas o mangas, no han sido llevados a escena en más de un siglo, tornándonos así, en casi una especie de espectadores elegidos.

Triste es ver que el espacio que debía haber estado lleno de jóvenes estudiantes de teatro y de literatura, no lo estuvo.

¿Será porque en sus instituciones educativas, sus maestros no les han inculcado acercarse a lo que podemos llamar nuestros clásicos de la dramaturgia peninsular?

¿Tan aborrecible les parece el arte yucateco, como le sucede a la Sinfónica del Estado?

¿Les habrán dicho o enseñado que tanto Altamirano como otros grandes críticos escénicos de la Ciudad de México, contemporáneos a nuestros autores, los alabaron y escribieron sobre ellos en los periódicos y revistas de la época?

¿Qué Yucatán, está considerado como el estado que más dramaturgos “dio” al país en ese siglo?

¿Qué sucede? No lo entiendo. ¿Me lo pueden explicar?

Sólo puedo agregar que por todo lo anterior y otras cosas más, es que debemos apoyar la labor titánica del Mtro. Juan Ramón Góngora y aplaudirlo de pie, así como a todos los actores que han dado su tiempo y su arte para que este ciclo tenga ya un año de existencia.

A veces, las palabras escritas suenan rimbombantes, pero cuando se dice la verdad en estos tiempos de mentiras por todos lados, las palabras tienen ese sonido. Ni modos, como dicen nuestros paisanos; hay que decir la verdad.

Este programa de rescate y difusión del teatro escrito tanto en siglo XIX como en el XX, es una obligación que debería emanar de las instituciones oficiales. Es cierto, Góngora tiene un apoyo de la Sedeculta nacional, sin embargo, otros yucatecos también han gozado de este estímulo y no presentaron a ningún autor yucateco ni pasado, ni presente, ni pasado por agua, ni tampoco “abotonado”.

Afortunadamente, laboramos en un periódico al que sí le interesa en sus páginas de cultura dar cabida a estas noticias y eventos de nuestro Estado.