Cultura

El siglo de oro del repentismo en Cuba (22)

Luis Carlos Coto Mederos

Ecos de mi tierra

Como continuación de la controversia entre Irán y Juan Antonio, en la Casa Naborí, el tema encontró cauce hacia el elogio a dos figuras poética. Esta vez, y con toda razón, las loas fueron para Angelito Valiente y Francisco Riverón Hernández, clásicos del repentismo cubano.

1803

Tema: Angelito Valiente y Francisco Riverón Hernández

Irán Caballero vs

Juan Antonio Díaz

Irán Caballero

Tú sabes bien que Valiente,

con estrellas en la piel,

saca el nombre del cartel

y te da un beso en la frente.

Será un beso diferente,

un beso de poesía,

un beso de fantasía

en homenaje al regreso

y para aplaudir el beso

cuenta con la mano mía.

Juan Antonio Díaz

Que no caiga del cartel

ese beso de Valiente,

porque yo no tengo frente

para un beso como el de él.

Déjalo en ese papel,

déjalo tranquilo allí,

que para usar sobre mí

ese beso todo el año,

tengo que ser del tamaño

de la Casa Naborí.

Irán Caballero

Claro que tú tienes frente,

un beso así no es extraño

ni tampoco es del tamaño

con que cuenta el continente.

Pues un beso transparente

lo puede haber dondequiera,

lo mismo sobre una acera

que resulta necesaria,

que en la estrella solitaria

que embellece la bandera.

Juan Antonio Díaz

En la estrella solitaria

que embellece la bandera,

está el salitre de afuera

que endulza la mano agraria.

Esta casa hospitalaria

me da lo que necesito

y ni haciendo de granito

diez estatuas con mi altura,

podré guardar la lectura

de un regalo de Angelito.

Irán Caballero

Sólo hay que ser una güira,

una guitarra, una clave,

ser la música de un ave

o el verso que nos inspira.

A la décima guajira

hay que sacar del olvido

y hay que, si por un descuido

se bota su vieja ropa,

hacerle con una tropa

de pétalos el vestido.

Juan Antonio Díaz

Sólo hay que ser una güira

para un chorro de café

y un camino bajo el pie

que sin longitud se estira;

ser el sudor que transpira

la piel de la agricultura,

ser un laúd de ternura

y una guitarra tocando

donde un loco coloreando

pone a cantar la pintura.

Irán Caballero

Hay que venir al guateque,

con el faro de una frase,

para que el llanto que nace

por nuestros ojos se seque.

Hay que ser un Mayabeque,

un Yumurí y un San Juan,

y vivir con el afán

de buscar la idea pura,

sin envidiar la estatura

que hay entre Palenque y Pan.

Juan Antonio Díaz

Para venir al guateque,

y exprimirse el corazón,

hay que hallarle un Riverón

repetido al Mayabeque.

Hay que halarle al bajareque

los huecos de los tablones,

que una dama con verdones

afinados en el pecho,

se saque el zumo derecho

del cielo con los pezones.

Irán Caballero

Hay que hacer que Riverón

con un verso se levante

y de otra manera cante

décimas desde el panteón.

Con esta proposición

a buscar astros me fui,

tal vez, y por ser así,

idéntico y diferente,

a veces me vuelvo un puente

para que pasen por mí.

Juan Antonio Díaz

Si quieres que Riverón

alce su voz de poeta,

toca con una chaveta

en la puerta del panteón.

Vete al más húmedo hondón

del cementerio güinero,

que verás que el zapatero

que a todas las fiestas viene,

te da un zapato que tiene

luciérnagas en el cuero.

Irán Caballero

El soltaba tomeguines

que volaban por los valles

y le donaba a las calles

estrellas con sus botines.

Conocen los adoquines

del paso de Riverón,

por eso es que en la actuación

hay que ser como Francisco:

que domaba el potro arisco

del verso sin jaquimón.

Juan Antonio Díaz

Los canteros de su rima

no están en el abandono

porque tienen el abono

de sus recuerdos encima.

Mientras exista una prima

vibrando en el diapasón,

desde cada floración

diferente en cada gajo,

es un cielo desde abajo

el ojo de Riverón.