Luis Carlos Coto Mederos Ecos de mi tierra 1805 Tema: Contra el maltrato a los animales
Irán Caballero vs Juan Antonio Díaz
La controversia termina con un acto de contrición por los pecados de la niñez cometidos contra las aves del monte. Valgan, pues, esta serie de confesiones para ayudar a crear conciencia sobre los deberes humanos para con los animales y sus derechos fundamentales.
Irán Caballero Yo sí no seré la bala que la guerra sucia trajo, porque no quiero el trabajo de dejar llorando una ala. Sólo quiero ser la sala de los improvisadores, curar todos los dolores con la savia de un te quiero, y convertirme en cantero de una asociación de flores.
Juan Antonio Díaz Yo no quiero ser la insana bala asesinando un ave, pero casi nadie sabe qué le toca ser mañana. Amo otra luz meridiana y ojalá nunca tuviera que ser la punta certera del plomo del asesino, tronchando el vuelo divino de un ave en la primavera.
Irán Caballero Aquí casi nadie sabe la virtud que va a perder, pero yo no voy a ser bala que asesina una ave. En mi corazón no cabe el odio ni la perfidia, ni el veneno, ni la insidia que trastorna cualquier suerte y mucho menos la muerte que es la hermana de la envidia.
Juan Antonio Díaz Ahora que ya yo crecí, no pienso matar un ave ni pienso cerrar sin llave la puerta que ayer me abrí. Ahora que la conocí a un ave no mataré, pero, ¿en qué parte pondré, al fondo de mis pulmones, las aves que en los jaulones de mi inocencia enjaulé?
Irán Caballero Las aves que en tu inocencia enjaulaste equivocado, si te entendieron, le han dado el perdón a tu existencia. Pero es otra la conciencia de quien comete un maltrato, ¿qué va a decir el ingrato que hace trizas un sinsonte, cuando el tribunal del monte lo acuse de asesinato? Juan Antonio Díaz Bajo la brisa rural del campo donde nací, ¡cuántos pájaros no vi en prisión artificial! Mas ni el más crudo fiscal de la justicia, un caudillo, puede enjaular a un chiquillo porque junte tomeguines en una cárcel de güines que le van sobrando al trillo.
Irán Caballero Yo amaba los tomeguines, anduve mil callejones y al ver sufrir los pichones, rompí mi jaula de güines. Hablé con los adoquines de la mordida letal, y aquél que mata un zorzal, por placer de cacería, lo podrá entender un día si llega a morir igual. Juan Antonio Díaz Yo tomeguines cogía y me hacían serenatas las guitarras con corbatas que entre las jaulas tenía. Yo recuerdo todavía que un día maté un sinsonte, vi llorar al horizonte, y si cometí un pecado, yo debo ser sentenciado por el tribunal del monte.
Irán Caballero El hombre, a veces, no sabe todo el daño que ocasiona, eso es cuando en la persona la maldad del mundo cabe. Hay quien asesina un ave empleando un perdigón, y existe aquél que a un pichón en su mano se lo lleva, antes que rompa la cueva de calcio de un cascarón.
Juan Antonio Díaz El ave no sabe el nombre del que el nido le asesina y, sin embargo, se inclina reverente frente al hombre. Para que el mundo se asombre lo hace de noble manera, porque si el ave supiera quién tiene la entraña mala, moviendo el pico y el ala asesino le dijera.
Irán Caballero Si tuviera idioma el trino, viendo el rostro del dolor, miraría al cazador para gritarle asesino. Pero, tal vez, el destino se ha adaptado a la tormenta y ante el monte se presenta, andando en una persona, el daño que le ocasiona el hombre sin darse cuenta.
Juan Antonio Díaz Lo mismo que vuela el verso, desde el cielo de la boca, vuela el ave que le toca sacar plumas del esfuerzo. El canto del universo tendrá más puertas que llaves y no habrá pecados graves cuando, en vez de cazadores, los hombres siembren las flores para el placer de las aves.