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La controversia que estamos publicando oscila así entre varios subtemas de menor relevancia. Como que no llega a fraguar en un punto álgido y se disipa en convencionalismos hacia el final del encuentro.

Tema: La infamia, la envidia,

la cobardía y la luna

Angelito Valiente vs

Jorge Manuel Quesada

(Tercera parte)

1789

Angelito Valiente

Hay mucha piel remendada

amor y pan repartiendo

y mucha piel sin remiendo

con la conciencia manchada.

Tener la piel destrozada

por los golpes no fastidia;

la traición y la perfidia

no son cosas de la piel:

están en el hombre aquél

lleno de infamia y envidia.

Jorge Manuel Quesada

La envidia es como el ratón

que si otro el queso se lleva,

revuelve toda la cueva

que tiene en el corazón.

Hay muchos hombres que son

parecidos a la rata,

que pretenden de una lata

un anillo fabricar

cuando tienen que mirar

una sortija de plata.

Angelito Valiente

Una sortija de plata

no es lo que más nos eleva.

¡Cuánto hombre diamantes lleva

en una mano barata!

El hombre no se aquilata

por el andar ni el vestir,

y tú yo podemos ir

a donde no llegan otros,

aunque duden de nosotros

los que no saben vivir.

Jorge Manuel Quesada

El cobarde quiere andar

sobre algodonada alfombra

y, a veces, su misma sombra

no le permite avanzar.

Hay quien se niega a rezar

y llama a Cristo después

y hay quien tolera en los pies

ensortijadas cadenas

porque vive con las venas

circulándole al revés.

Angelito Valiente

Al cobarde que las venas

le circulan al revés,

amén de cobarde, es

inventador de sus penas.

Roba miel en las colmenas

del amor y la bondad

y cuando la autoridad

de la conciencia lo acusa,

bajo el calor de una blusa

se pone a pedir piedad.

Jorge Manuel Quesada

Todo el que pide piedad

tras el crimen cometido,

más que un hombre arrepentido

es una calamidad.

Hay quien de su indignidad

no se sabe arrepentir

y el reloj del porvenir

le pone espera de luto

para que llore el minuto

en que le toque morir

Angelito Valiente

Al minuto de morir,

el cobarde reza y llora

y la muerte vengadora

lo condena a resistir.

Quien no mereció vivir

a la vida se le escapa,

pero quien sobre este mapa

vivió con su hombría en guerra,

no merece ni la tierra

de la tumba que lo tapa.

Jorge Manuel Quesada

Siempre que un viejo laúd

viene la piel a rozarme,

quiero por dentro llenarme

de cuerdas de juventud.

Con la edad, poca salud:

es esa mi decepción,

pero dejo que el perdón

toda la sangre me muerda

hasta que gaste su cuerda

el reloj del corazón.

Angelito Valiente

El reloj del corazón

cuando en su andar se detiene,

es un cuerpo que no tiene

la sangre en circulación.

Pero para esta misión

no hay proposición ninguna:

se sabe, desde la cuna,

cuando su blancor de armiño

se pone a cuidar al niño

de los ojos de la luna.

Jorge Manuel Quesada

Cuando la luna al jardín

le tira betún y nieve,

un color tiznado llueve

en la savia del jazmín.

Y, si de su trampolín

tirarse al río se antoja,

no sé por qué paradoja

la luna es un pez redondo

que se desnuda en el fondo

y ni siquiera se moja.

Angelito Valiente

La luna, desde la altura,

hunde en el río la cara

y en un contraste es más clara

cuando el agua es más oscura.

Ya le han visto la estatura

cosmonautas retadores

y, entre los trasnochadores

donde no falta el poeta,

la saben novia coqueta

de las palmas y las flores.

Jorge Manuel Quesada

Cuando la luna, en las flores,

hunde sandalias de seda,

marcado su pie se queda

en un charco de colores.

La luna con los amores

tiene bastante que ver,

se parece a una mujer

que, cuando ofendida está,

nos dice adiós y se va

con la misión de volver…

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