José Cornelio Díaz (Sadi)
Es Antonio López Prieto quien nos dice de José Cornelio en su “Parnaso cubano”:
“Había tenido desde muy temprano dos vehementes aficiones: la primera por la enseñanza, que niño todavía no le faltó en quien emplearla; la otra muy común en Cuba a todo el que estudia la poesía. Por la primera, resolvió consagrarse al magisterio, y ¡qué vida tan laboriosa la suya en esta espinosa carrera!
”Como literato, sensible es que el Sr. Díaz no coleccione sus escritos y los dé a luz. Si correctos y de buen gusto son sus versos, su prosa es en todo esmerada y la elevación de las ideas y la moralidad de los pensamientos cautivan el alma”.
1873Otro
Sus encantos le plugo a la natura
al nacer acordarte generosa;
para ostentar la obra más preciosa
de sus tesoros el minero apura:
Los dones agotó de la hermosura
con su magia celeste y deliciosa,
por mostrarte a los ojos cual la rosa
cuando al botón quebranta la clausura.
En ti la gracia y atractivo mora,
el donaire, apostura y gentileza,
cuanto inspira deseos y enamora.
¿Quién a lograr no aspira tu terneza,
como céfiro el ámbar apetece
que el lindo cáliz del clavel ofrece?
1874A una hermosa
Cuando a la brisa tropical se mete,
no se ve más airosa ni lozana
la palma que los campos engalana,
y al fresco margen del arroyo crece:
Ni con más pompa y esplendor se ofrece
el sol resplandeciente en la mañana,
vistiendo el cielo de arrebol y grana,
que a quien la mira tu beldad parece.
¿A quién no inspira tan sin par belleza
placer y admiración? Sonrisa afable
mora en tus labios, y a adorarte mueve:
tu pecho infunde celestial terneza:
todo es en ti perfecto y admirable;
Venus misma te dio su planta leve.
1875A… en su boda
Ven Himeneo, ven: la desposada
amable y bella colma de ventura,
y en la nupcial corona le asegura
la vida más feliz y bienhadada:
Suave el yugo de amor y su lazada
al pecho inspira celestial dulzura,
y del querido esposo en la ternura
su dicha logre ver siempre cifrada.
Ven, himeneo: de las bellas flores
que de Cuba germina el feliz suelo
de tan variadas formas y colores,
cubre su lecho de un dosel: que el cielo
de bendición los llene, y sus favores
derrame en ellos y eternal consuelo.
1876En la muerte de una joven ¿Por quién ¡oh, virgen del cubano suelo!,
la corona de flores esparcida,
y en profundos pesares sumergida,
la frente cubre funerario velo?
La mansión de la paz y del consuelo,
tierra de bendición, isla querida,
por el monstruo del Ganges homicida
sumisa yace en lágrimas y duelo.
Al pastor venerable, al inocente
infante oprime con su garra fiera;
al siervo y al señor hiere igualmente;
Ni de Luisa el candor ni la severa
virtud, ni el lloro de piedad ardiente
su sed de muerte y destrucción modera.
1877A una rosa ¿Qué presagio feliz, qué luz hermosa
de la cuna del alba hasta occidente,
al mostrarse en su carro refulgente
el esplendente sol, brilló radiosa?
¿En la vega florida y espaciosa
que cántico resuena blandamente,
que agrada los oídos y la mente?
La reina del jardín nació... la rosa;
Y en perfume de célica ambrosía
el aire hinchiendo, embriaga su dulzura,
y al corazón inspira la alegría;
Que no en vano los cielos, la hermosura
y el encanto la dieron que extasía,
corona del amor y la ternura.
1878Un amante
En el día de su amada, ofreciéndole su retrato.
¡Cuánta envidia me das, feliz retrato!
Si al seno fueres de mi amante dueño,
dale muestras allí del fino empeño
con que mi tierno amor jurarle trato.
Sin ofender su angélico recato,
podrás si está despierta, o si el beleño
la rinde acaso de apacible sueño,
sentir su palpitar piadoso y grato.
Y puesto que hoy la aurora se renueva
en que al suelo mostró su faz divina
serás de mi querer amante prueba;
por tanto ofrenda a sus natales digna,
mi imagen a sus pies rendida lleva,
y su gracia concédate benigna.