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Roger Aguilar Cachón

Libro de lectura de los años sesenta

En plena cuarentena y en medio de la epidemia que nuestro país atraviesa, el tiempo que uno tiene libre resulta propicio para acudir a la biblioteca o libreros y encontrarse de nuevo con aquellos libros que en su momento marcaron una parte de nuestra vida, pero también es el momento oportuno para abrir y escudriñar algunas cajas o aquellos libros que no son de consulta habitual y en ocasiones nos encontramos con sorpresas. Tal es el caso del que en esta ocasión nos ocupa.

En la época que el de la letra estudió la primaria, sería aproximadamente inicios de los años sesenta, eso ya hace algunos muchos ayeres, era común que se entregara a los alumnos al iniciar el ciclo escolar, los libros que nos daban para todo el curso, que eran traídos de la ciudad de México y eran esperados por todos los niños de aquellos años pasados y los de ahora. Recuerdo que cuando entraba la subdirectora o la prefecta al salón y nos pedía que saliéramos para recibir nuestros libros, era algo muy emocionante, ya que nos daban uno por cada asignatura, tanto el de trabajo como el de lectura, era una fiesta ese día y los posteriores cuando teníamos que forrarlos, ya sea con propaganda de alguna de las librerías de la ciudad, con papel lustre o bien de estraza. Regresar al salón con nuestros libros era una doble satisfacción para algunos, y motivo para estrenar sus “bultos” nuevos o portafolios, traerlos a la escuela o bien sólo con algún portalibros que eran unas tiritas de plástico de colores que mantenían los libros aprisionados y tenían un asa.

Recuerdo un dato muy importante: la portada de los libros era la misma, sólo cambiaba el título, el grado y el número que se recibía cada curso; en la portada en aquellos años, los estudiantes no conocíamos qué representaba, o bien si se nos explicó, ya es parte del pasado y del olvido, pero con el paso de los años y con la lectura diaria nos vamos enterando de quién era esa persona que estaba en nuestros libros o que representaba. Antes de entrar al tema del título haré una digresión al caso.

Resulta ser que antes del año de 1962, los libros de texto gratuito, que fueron creados por decreto del entonces Presidente de México, Adolfo López Mateos, en el año de 1922, tenían en su portada imágenes de próceres mexicanos, como el que nos ocupa, en donde figuraban Miguel Hidalgo y Costilla, Benito Juárez García y Francisco I. Madero González, posteriormente comenzó a aparecer en las portadas la imagen de una mujer que enarbolaba la bandera nacional, ese cuadro recibió el nombre de La Patria y la modelo fue una indígena tlaxcalteca de 19 años, de nombre María Victoria de los Reyes Dorantes Sosa, misma que fue inmortalizada en la pintura que hizo Jorge Camarena, quien la conoció en una cantina cuando trabajaba como mesera y le pidió que posara para él. No fue una labor fácil, ya que tardó algún tiempo para convencerla. Se comenta que ella también pintaba y al ver una de sus obras Diego Rivera la bautizó como Dorélas en honor a Gustave Doré, pues Victoria pintaba semejante a él, es por eso que con el paso del tiempo se le conoció como Victoria Dornelas. Camarena la inmortalizó y su imagen estuvo en los libros de texto gratuito desde 1962 hasta el período de 1982 a 1992, posteriormente se retomó la imagen hasta que ya definitivamente dejó de estar en las portadas de los libros de texto gratuito.

De manera particular comentaré algunas características que hacen interesante Mi libro de tercer año. Lengua Nacional, que de manera práctica se utilizaba como de lectura, con las imágenes de Hidalgo, Juárez y Madero, es un texto que contiene una serie de lecturas que reflejan el pensamiento de la época, así como la candidez que se tenía en esos años, y en cada página se podía leer la inocencia con que se pintaba a los niños, el amor a la Patria, a los héroes que conforman nuestra historia, así como también se enaltecía el amor a los padres, personas de edad avanzada, el trabajo, los espacios de diversión y la importancia de la vida en el campo. Hay algo que llama la atención, y es que en el mayor número de lecturas aparece un vocabulario, para la mejor comprensión del texto.

Una lectura que llama la atención, es una dedicada al libro y que lleva por título Oración al libro, del cual transcribiré una parte de la misma:

Oh libro, amigo mío / que ennobleces mi mano / guíame por la vida, / eres mi buen hermano!

Hazme, como tu, claro / generoso, profundo / abierto al infinito / llamamiento del mundo.

Ah!, guarda entre tus páginas / con humano fervor, / mis horas de alegría, mis horas de dolor!(…..).

Gastón Figueira.

Era y es importante darse cuenta de lo que un libro representaba y representa, un caudal de conocimientos, de alegrías y a veces, por qué no, también hay líneas en donde el dolor forma parte de la vida misma.

En el libro se hace referencia a uno de los inventores más importantes, como lo fue Juan Gutenberg, a lo trascendental de su imprenta y el primer libro que salió del taller, La Biblia, además se hace mención al invento del teléfono, de la importancia que tiene en la sociedad, el uso del Correo, las cartas y la función que tenían en aquellos años. Lo mismo en cuanto al importante microscopio.

El respeto a la familia, a los padres, a las personas de la tercera edad se destaca en este texto, donde se hace referencia a lo que debemos hacer para convivir con los abuelitos y con nuestra familia. Se menciona a lo necesario que resulta tener una buena relación con los amigos. El esparcimiento también resulta un tema tratado, entre otros, como el campo, los verdes paisajes, los lugares a donde uno puede ir a divertirse, citando las áreas deportivas. Asimismo no deja de citarse los sitios históricos de nuestra ciudad, los museos. Hay una lectura en este rubro de la familia en donde una mamá escribe una receta: Sopa de Avena (para seis personas)

“Avena: seis cucharadas. Agua o caldo: seis tazas. Cebolla: una grande. Aceite, sal y pimienta.

”se corta la cebolla en rebanadas y se fríe en aceite. Al poco tiempo se saca, y allí mismo se fríe la avena hasta que tome un color dorado. Se agrega el caldo o el agua, la sal necesaria y un poco de pimienta molida. Después que todo haya hervido algunos minutos, se le añade la cebolla frita y se deja hervir un poco más. Se sirve bien caliente”.

Antes de esta lectura había otra denominada Del Libro de Mamá, en donde se hace mención que era un pequeño libro que la mamá tenía en la cocina en el que apuntaba mes por mes la comida que se guisaría cada día, ya sea un mes corto como febrero o bien aquellos largos de 31 días, es decir, que se podía encontrar una relación de diversas comidas para todo un mes, aunque no se indica si era posible que se pudieran repetir.

En otra parte se abarcaba lecturas relacionadas con varias etapas de nuestro acontecer histórico, se hacía referencia de Narciso Mendoza, al Primero de Mayo, la Batalla del 5 de Mayo, Día de la Marina Nacional, el Cerro del Chapulín, Cuauhtémoc, la Noche del 15 de septiembre de 1810, Hidalgo, El Pípila, Día de Colón y el Día de la O.N.U. En pocas palabras a muchos sucesos importantes de nuestra historia con un lenguaje claro.

Se enaltecía el trabajo que se realizaba en las fábricas, en las panaderías, en la tienda de abarrotes, pero hay una lectura que llama la atención y es la dedicada a los campesinos, en la que se hace un homenaje a los hombres del campo, pero más aún, a las manos de quienes lo realizan. Se llama Manos Asperas:

Las manos venerad, recias y oscuras, / de las gentes que habitan en los campos. / Ellas conducen al hogar las vacas al través de las selvas y los campos.

Ellas colectan la dorada espiga /que el pan produce, nutritivo y blanco / y el fruto de la vid que nos da vino / y el café de perfume delicado.

El aire libre fortalece el cuerpo, / y a la campiña es donde va el Estado / a reclutar guerreros valerosos / que sirvan a la Patria, de soldados.

Las manos venerad, recias y oscuras, / de las gentes que habitan en los campos / Ellas son puras venerables, nobles / aunque ásperas están por el arado.

María Enriqueta

Sin lugar a dudas mis caros y caras lectoras, ésta ha sido una lectura muy amena en medio de esta contingencia y los y las invito a leer alguno de esos libros del ayer si tienen la oportunidad, ya que nos trasladan a un mundo muy diferente en donde el amor a la Patria, a los padres, el buen trato y la sana distracción eran los elementos que conformaban aquellos años lejanos de nuestra sociedad.

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