Luis Carlos Coto Mederos
Gertrudis Gómez de Avellaneda
“Vemos, –dice José María Chacón y Calvo en ‘Las cien mejores poesías cubanas’–, en sus versos definitivos… la pasión, la honda pasión humana, individualísima, avasalladora y sin término. Es la nota esencial; la expresada con sinceridad, con ímpetu, con energía concentrada; y el dominio casi perfecto de la forma ordena, para mayor eficacia poética, el tumulto de sentimientos ardorosos, la cálida y fecunda agitación de aquel espíritu”.
1050
Deseo de venganza
¡Del huracán espíritu potente,
rudo como la pena que me agita;
¡ven, con el tuyo mi furor excita!
¡ven con tu aliento a enardecer mi mente!
¡Qué zumbe el rayo y con fragor reviente;
mientras cual hoja seca o flor marchita,
tu fuerte soplo al roble precipita
roto y deshecho al bramador torrente!
Del alma que te invoca y acompaña,
envidiando tu fuerza destructora,
lanza a la par la confusión extraña.
¡Ven! Y al dolor que insano la devora
haz suceder tu poderosa saña,
y el llanto seco que cobarde llora!
1051
Mi mal
En vano ansiosa tu amistad procura
adivinar el mal que me atormenta;
en vano, amigo, conmovida intenta
revelarlo mi voz a tu ternura.
Puede explicarse el ansia, la locura
con que el amor sus fuegos alimenta,
puede el dolor, la saña más violenta,
exhalar por el labio su amargura:
Mas de decir mi malestar profundo
no halla mi voz, mi pensamiento medio,
y al indagar su origen me confundo:
pero es un mal terrible, sin remedio,
que hace odiosa la vida, odioso el mundo,
que seca el corazón… ¡En fin, es tedio!
1052
Soneto imitando
una Oda de Safo
¡Feliz quien junto a ti por ti suspira!
¡Quién oye el eco de tu voz sonora!
¡Quién el halago de tu risa adora,
y el blando aroma de tu aliento aspira!
Ventura tanta, que envidioso admira
el Querubín, que en el Empíreo mora,
el alma turba, al corazón devora,
y el torpe acento al expresarla expira.
Ante mis ojos desaparece el mundo,
y por mis venas circular ligero
el fuego siento del amor profundo.
Trémula, en vano resistirte quiero…
De ardiente llanto mi mejilla inundo…
¡Deliro, gozo, te bendigo y muero!
1053
El recuerdo importuno
¿Serás del alma eterna compañera,
tenaz memoria de veloz ventura?...
¿Por qué el recuerdo interminable dura,
si el bien pasó cual ráfaga ligera?
¡Tú, negro olvido que con hambre fiera
abres ¡ay! sin cesar tu boca oscura
de glorias mil inmensa sepultura
y del dolor consolación postrera!
Si a tu vasto poder ninguno asombra
y al orbe riges con tu cetro frío,
¡ven! Que su Dios mi corazón te nombra.
¡Ven y devora este fantasma impío,
de pasado placer plácida sombra
de placer porvenir nublo sombrío!
1054
Al nombre de Jesús
Es grata al caminante en noche fría
La alegre llama del hogar caliente:
Grata al que corre bajo sol ardiente
La fresca sombra de arboleda umbría:
Grato, como dulcísima armonía,
Para el sediento el ruido de la fuente,
Y grato respirar en libre ambiente
Para quien sale de mazmorra impía.
Es grata, al fin, la lluvia al campesino;
Grata al guerrero belicosa fama;
Y grato el natal suelo al peregrino:
Pero más que aire, sombra, fuente, llama,
Lluvia, patria, laurel, ¡Jesús divino!
Tu nombre es grato al corazón que te ama.
1055
A Dios
¿No es delirio, Señor? Tú, el absoluto
en belleza, poder, inteligencia;
Tú, de quien es la perfección esencia
y la felicidad santo atributo;
Tú, a mí, que nazco y muero como el bruto,
Tú, a mí, que el mal recibo por herencia,
Tú, a mí, precario ser, cuya impotencia
sólo estéril dolor tiene por fruto…
¿Tú me buscas ¡oh Dios! Tú el amor mío
te dignas aceptar como victoria
ganada por tu amor a mi albedrío?
¡Sí! No es delirio: que a la humilde escoria,
digno es de tu supremo poderío
hacer capaz de acrecentar tu gloria.