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Por Redacción Por Esto!
4 de May de 2020
4 min
Escrito por Redacción Por Esto!
Luis Carlos Coto Mederos
Manuel Justo de Rubalcava
Nació el 9 de agosto de 1769 en la pro vincia Santiago de Cuba.
Fue un escritor cubano que vivió en la segunda mitad del siglo XVIII, considerado como uno de los valores de la incipiente literatura en Cuba. Dentro del neoclasicismo, su poesía goza de características semejantes a la obra de Zequeira, buen sonetista, autor de “A Nise, bordando un ramillete”, que resulta por su calidad, casi la inauguración de la brillante tradición del soneto en Cuba.
Adquirió las primeras letras en la escuela del maestro Escobar. Realizó estudios superiores en el Seminario San Basilio Magno, en Santiago de Cuba. Aprendió el latín con su hermano, el presbítero Juan Angel de Rubalcava, que desempeñaba allí la cátedra de latinidad. Cultivó la pintura y la escultura.
Posteriormente ingresó en la carrera militar y colaboró con el ejército en algunos países del área. En 1796 regresó a La Habana, hizo amistad con el poeta y también militar Manuel de Zequeira y Arango.
Murió el 4 de noviembre de 1805, en La Habana, Cuba.
1827
A mi hermana
Escucha, Candelaria, el dulce acento
de un hermano que te ama tiernamente,
escúchalo cantar alegremente
su estado pobre, sí, pero contento.
Con heroico aunque lírico instrumento
se sienta a las orillas de una fuente,
de allí tu nombre concertadamente
encarga a toda la región del viento.
Auras, digo, llevad el tierno nombre
de mi querida hermana, hacedla amable
contando con piedad su triste historia:
Que el clima de más bárbaro renombre
le ofrezca altar y culto respetable,
mientras hago divina su memoria.
1828
A la vanidad de los héroes mundanos
Vano Lelio, que ignoras el camino
de la inmortalidad, mira primero
de este funesto mármol el letrero;
leerás el desengaño más divino.
¿A dónde vas, te dice, oh peregrino,
con tal altivo y torpe desafuero?
No pases adelante si el sendero
pretendes encontrar de un buen destino.
Puerta soy aunque triste, de la gloria,
subterráneo camino de la vida,
no me apartes jamás de tu memoria.
Deja a un lado la senda fementida,
pues es nada la fama de la historia
para una Eternidad que te convida.
1829
¿Qué importa, amigo, que el natal y oriente...
¿Qué importa, amigo, que el natal y oriente,
la luz primera y la primer aurora
tuvieses en la Reina y la Señora
Emperatriz antigua de la gente?
¿Qué importa que la patria reverente
que Rómulo engrandece, Curcio honora,
Catón ilustra y Cicerón decora,
fuese tu cuna y tu primer ambiente?
¿Nada influye la patria en los varones,
que es error vanamente encarecido?
Romanos fueron Silas y Escipión,
Quincio glorioso y Apio fementido:
Al hombre le hacen grande sus acciones,
no la patria ni el tiempo en que ha nacido.
1830
Cuando risueño se levanta el día
Cuando risueño se levanta el día
se agrava con las horas mi tormento
y crece de continuo el sentimiento
cuando cae la noche oscura y fría:
Lejos de la quietud y la alegría
descanso busco, pero no lo siento.
Porque si es que reposo algún momento
es cuando me desmaya la agonía.
Vuelve otra vez el día congojoso
y me encuentra del modo que me deja.
Despierto sin alivio ni consuelo.
Tú, Roselia, procura mi reposo,
no renueves la causa de mi queja,
Haz porque mude de semblante el cielo.
1831
Amo, triste de mí, amo, y tomara...
Amo, triste de mí, amo, y tomara
no amar Roselia cruel, que si así fuera
los males que ahora temo, no temiera,
las penas que ahora paso, no pasara.
Libre, de tus crueldades me apartara,
y del amor tirano me riera,
que si Menardo al fin no te quisiera
seguro de traiciones descansara;
Mas sino puede ser que yo te olvide,
¿para qué me despojas del sosiego
cuando toda mi gloria en ti reside?
Piedad ninguna en fin halla mi ruego
en quien así traidora me despide,
aunque a cenizas me reduzca el fuego.
1832
Pues se acercan, Roselia, los momentos...
Pues se acercan, Roselia, los momentos
en que darás entrada a otro amor fino,
convirtiendo mi plácido destino
en mal sufridas horas de tormentos:
No apures mis quejosos sentimientos
de suerte que mi amor después sin tino
para volverse a ti no halle camino,
ni para procurarte tenga alientos.
Si estimas como tuyo mi albedrío
no me pierdas de vista ni un instante,
aunque sea forzoso tu desvío.
Que te sea el aviso interesante,
pues corazón, Roselia, como el mío,
no lo hallarás tan tuyo en otro amante.
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