Jacob Riis pudo ser un sencillo o tal vez exitoso carpintero del siglo XIX que pisó esta Tierra durante 65 años (1849 – 1914), pero no, fue algo más: pionero de la fotografía documental y del uso del flash, un “reformador social” y amigo del presidente Roosevelt; y sí, también fue carpintero.
Desde ahí se puede contar su historia, cuando llegó de su natal Dinamarca como inmigrante a los Estados Unidos (1870) con tan solo 21 años, 40 dólares y su noble oficio, que le ayudó a subsistir en esos años convulsos en que las olas de inmigrantes cruzaban por la Isla Ellis en busca de una oportunidad.
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Trabajó de peón, herrero, albañil, vendedor y parece que hasta de minero. Hasta aquí nada que nos indique a nuestro próximo reformador social ¿no? Pues bien, Jacob pasó de esos oficios a la fotografía, que en esos años era considerada aún un arte menor, así que no significaba lo que para hoy en día es, sino que era un oficio más.
Como fotógrafo Jacob Riis trabajó en el New York Evening Sun y en el South Brooklyn News (1874). ¿Parece que le va mejor a nuestro aventurero personaje, no es cierto? Comenzó publicando sobre la nota policial y los sucesos de un Nueva York en donde no todo era glamour, como era Lower East Side (entre el Manhattan Bridge y Williamsburg Bridge), donde vivían hacinados miles de inmigrantes que trataban de abrirse paso en medio de las precariedades y desigualdades.
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El periódico tuvo problemas financieros, y fue despedido, pero decidió comprarlo y ante la falta de capital él mismo tiene que ser el editor, el reportero, el vendedor de publicidad y hasta el distribuidor. Tres años saca adelante su naciente empresa, la cual posteriormente vende, se casa, regresa a Dinamarca después de cuatro años de ausencia y retorna a Nueva York para trabajar ahora para el New York Tribune (1877).
Jacob se mete de lleno a la fotografía, pero lo que inicia como un oficio se vuelve su cruzada personal para dar testimonio de las condiciones inhumanas en las que vivían los inmigrantes. Su empatía con la causa, da a la historia de la humanidad un giro que hasta hoy le concede su propio peldaño en la cronología de la fotografía y de las leyes de vivienda de Estados Unidos, pero más que nada, un impacto para la vida digna de miles de seres humanos que no tenían voz, ni derechos en esos años.
Jacob deja testimonios de las calles del bajo Manhattan y los barrios pobres de Nueva York, las tabernas y fumaderos de opio ilegales, callejones y barriadas, edificios y departamentos donde vivían irlandeses, alemanes, italianos, judíos, suecos, chinos, todos los que buscaban “su” oportunidad en el Nuevo Mundo”.
¿Qué vemos? En una habitación mal iluminada y, por supuesto, mal ventilada hay “cinco familias, 20 personas, con dos camas entre ellos. Un tercio de toda la población de la ciudad –cerca de 1.2 millones- vive en 43 mil casas de vecindad como estas, sin agua corriente y alrededor del 40 por ciento de ellos tenía tuberculosis”, eso nos explica Jacob. En otro recorrido más: “101 adultos y 91 niños en una de dos casas idénticas contiguas de Crosby Street. En la casa de a lado vivían 89 niños, ¡un total de 180 niños en dos edificios!”.
Y aquí viene otra acción que lo cambia todo. Jacob había leído sobre la invención del Blitzlichtpulver “polvo de luz de rayo” (1887), un polvo de magnesio que reaccionaba siendo capaz de iluminar un espacio, sí, el flash. Así que comienza a usarlo y a iluminar las vecindades, cuartos y callejuelas, literal y figurativamente, porque esa luz, ese breve destello, permite captar en imagen la insalubridad en que viven los inmigrantes, pero a su vez, los hace visibles para el resto de la sociedad. Es tal el impacto de las imágenes que las autoridades no pueden seguir negando lo que ya se sabía, las condiciones paupérrimas y de abuso en las que vivía “la otra mitad” de la población.
Su trabajo conmocionó a la sociedad entera y a Theodore Roosevelt (1899-1901), entonces gobernador de Nueva York y futuro presidente de Estados Unidos, con quien entabló una amistad permanente, pero sobre todo logró modificar las leyes de vivienda en todo Estados Unidos para garantizar una vivienda digna. Durante cinco años Jacob Riis documentó lo que sucedía en esos barrios pobres, puso énfasis en denunciar la explotación del trabajo infantil, en los llamados “sweatshops”, la falta de educación y de espacios recreativos para que los niños se formaran libremente.
Su aproximación como reportero a esa realidad también es base del trabajo periodístico actual, pues su enfoque informativo no se quedó en lo documental, sino que dio voz a quienes la padecían.
Entre 1836 y 1914 más de 30 millones de migrantes europeos llegaron a los Estados Unidos. El trabajo de Jacob Riis está recopilado en los libros ¿Cómo vive la otra mitad? y su secuela Battle with the Slum, los cuales se pueden adquirir por Internet.