Cultura

Marco Zamudio, explora el enigma mortuorio en Caronte

La imaginación y la pintura sirven a Marco Zamudio para explorar el destino fatal, el dolor y la nada
Es de las piezas más recientes de su estudio; indaga libremente desde la incertidumbre / Por Esto!

Quien ganara el primer premio del Concurso Nacional de Pintura Sacra: El Evangelio según San Lucas, organizado por el Instituto Manuel Toussaint en 2006, Marco Zamudio, ha creado Caronte, una pintura que, dice el artista a POR ESTO!, “refiere lo que es la muerte para mí y lo que es en la mitología. Yo lo llevo a un sentido más sobrio. La imagen presenta un personaje descarnado con un buitre, que no habla sino de lo que hace el ser humano contra los propios humanos. El tema, entonces, va más allá de lo propiamente mórbido. Habla un poco más de las traiciones y de lo mal que se puede llegar a portar la humanidad”.

“He leído mucho sobre la muerte”. Zamudio reposa la voz. “Se dice bastante acerca de ella. Pero no se conoce realmente nada al respecto. Nadie ha regresado de ultratumba para contarnos cómo le fue. Las religiones, así, son el supuesto de lo que podría ser. Ellas hablan como si tuvieran una total certeza, pero ninguna persona lo sabe”.

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No es novedad que lo desconocido puede causar temor. “Caronte habla también de los miedos que tiene el humano a morir”.

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Zdzisław Beksiński, Rafael Caudoro, Arturo Rivera, Manuel Schmill: son también todos exploradores de la muerte, compagina el autor. “Hay quienes hemos padecido muertes pequeñas. Yo, a los 14 años, tuve un paro respiratorio. Morí unos minutos; pero no sé si realmente morí. Quizá había mucha actividad cerebral, lo que me hizo ver algunas cosas. Lo que vi  -recuerda- fue una especie de luz. Investigué, y no son más que proyecciones del cerebro, de energía. O quizá sea mi necedad a no creer. La muerte se puede tratar desde esas experiencias o algunos supuestos o miedos que tiene el ser humano para hablar de ello”.

Zamudio ha pintado muchas otras piezas, vertiéndose generalmente en dos direcciones temáticas: “la incógnita que para mí es el ser de la mujer y el misterio de la muerte. Uno como pintor puede recrear lo palpable. El cuerpo humano puede verse en las obras. Pero no podemos saber lo que sienten, por ejemplo, las mujeres”, opina. “Como con la muerte, suponemos que las conocemos. Yo pinto las actitudes de las mujeres porque pienso que de esa manera voy a entender un poco su sentir y su pensar. La mayor parte de las veces me equivoco, precisamente porque es complicado. El devenir existencial y el desarrollo a través del tiempo de la mujer es complicado en sí mismo. Es a partir de ella que existimos. Eso es difícil de comprender para los otros seres que no llevamos la vida adentro. Ella es la gesta, y es maravilloso. Suponer e imaginar es lo único que tenemos los autores, que aprovechamos esa incógnita para tratar de expresarlo”.

Caronte muestra, de acuerdo con su autor, una mujer “con una complicación, que es algo inhóspito en el mismo ser humano: lo que ella representa y lo que es para ella también la muerte”.

Maestro en la técnica pictórica del claroscuro, el pintor declara que “hay poco realismo en este cuadro. El cráneo, los huesos, la especie de tomografía que tiene la imagen remiten a esos chispazos que tengo durante la creación sobre supuestos mundos imaginarios que seguramente no pasarán cuando muramos (ríe). Todo esto es imaginación. Me uno al bagaje cultural, pero eso no quiere decir que yo tenga una verdad. Es, al final, la gran pregunta de la vida: ¿por qué nacimos, si debemos morir? La muerte es difícil de afrontar”.

¿El dolor es un ensayo de la muerte? El artista responde: “yo lo siento más bien como un ensayo de la vida. A partir de los dolores, te sabes más vivo. A partir del dolor físico y moral, te enteras de que existes en este mundo. No quiero volver a las canciones de José Alfredo Jiménez, pero si no sabes de la espina que tienen las rosas… Aunque existe también el contrario: la satisfacción, el placer, que son menos. El ego ha transformado y lastimado al ser humano. No somos potentados”.

“Es a partir de Caronte”, dice Zamudio, “que yo me autorretrato para poder expresar mi sentir ante lo que cada vez está cada vez más cerca: la vuelta al origen, a la propia nada, a la propia muerte”.

SY