Cultura

ARAM, el espacio del arte realista en México

La Academy of Realist Art México se encuentra en Juriquilla, Querétaro, y ofrece una certificación como artista plástico realista profesional
La observación y comprensión de la realidad resultan fundamentales al desear representarla / Por Esto!

A pesar del auge digital en el mundo del arte y la preferencia por la exploración de lo abstracto, el naturalismo existe, y “está regresando la pintura académica, incluso al mercado del arte”, dice a POR ESTO! Ignacio de Jesús Chávez, coordinador académico del único centro educativo en México avalado por el Art Renewal Center, una fundación educativa internacional que “busca liderar el renacimiento del realismo académico en las artes visuales”. 

La Academy of Realist Art México (ARAM) se encuentra en Juriquilla, Querétaro. Su programa ofrece una “certificación como artista plástico realista profesional” tras cursar 54 materias de las disciplinas de dibujo, pintura, escultura, historia y lenguaje del arte. Todo esto a través de la modalidad del taller o atelier, “que viene desde el Renacimiento y se popularizó en Francia durante el siglo XIX”, explica el entrevistado.

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“La manera en que se trabaja un atelier desde siglos pasados”, detalla Chávez, “se basa en un conjunto de alumnos que asiste a un ecosistema de enseñanza en el que convergen las críticas y las observaciones a partir de una metodología. El maestro no señala los errores, sino que refuerza las prácticas de manera individual y grupal. El alumno también aprenderá de las prácticas de sus compañeros. El conocimiento en un taller está equilibrado, de lo general hacia lo particular: desde el dibujo, la medición de las proporciones y la limpieza del trazo, se avanza a lo siguiente, como el color, el matiz, la saturación”.

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Sobre la pertinencia de un programa de esta naturaleza, el artista y docente, nombrado Maestro Madonnari en 2019, comenta: “muchos compañeros en licenciaturas relacionadas con el arte están inconformes: querían aprender a pintar, dibujar y esculpir. Se tocan ciertas materias en esos programas, pero no con el rigor para entender la naturaleza y la representación de la imagen. De ahí fue que surgió la inquietud del programa. Este tipo de aprendizaje no atiende nada más a duplicar lo visible, sino a entender la naturaleza”.

La Academia ofrece, entonces, “ejercicios para aprender a visualizar. Se llega a un proyecto artístico final, ya que se ha desarrollado una buena práctica. Una escena realista que pueda generar un estado de contemplación en el espectador viene después del estudio riguroso de los factores que la conforman. Se parte entonces de lo más básico: observar y, después, representar. Es importante para el estudiante comprender la mímesis (imitación), aunque sea sólo un ideal. Se les enseña realmente a desarrollar su propio naturalismo, conociendo el objeto, para que no estén sesgados por lo que se percibe a primera vista, y también sobre su propia manera de percibir y representar. Esos son vicios visuales que se pueden corregir mediante la comprensión del mundo”, explica Chávez.

En este sentido, ¿aspira el arte académico a ser tan fidedigno como una fotografía? “El lenguaje de la fotografía y de nuestro campo visual son totalmente diferentes”, responde el maestro. “La fotografía es un registro de luz; la pintura realista académica, una representación. Los resultados son distintos. Si comprendes el mundo y los objetos, podrías pintar hiperrealismo de una manera más real que lo que supone en inicio: un montón de detalles agrupados en pocos centímetros. La síntesis, que es lo que ofrece el arte académico, resulta en algo aún más real”.

¿Y qué hay del arte contemporáneo? ¿Ha relegado las expresiones plásticas realistas? “Hubo un momento en que cayó su valor”, admite Chávez. “Se creó el sesgo que aborda este arte como si fuera sólo para cierto grupo social, o como si hubiera sido superado por la fotografía. También se decía que las temáticas perdieron vigencia. Es preocupante que se pierda tanto conocimiento por estos sesgos. Por ello es completamente prudente entrar con un diálogo con el arte contemporáneo, en donde se busque reconocer nuestra naturaleza y nuestra manera de ver”.

“Esta Academia es la primera formal en este tipo de arte, pero no creo que vaya a ser la única”, augura. “Esto crecerá. Ojalá resurja el arte académico en nuestra concepción contemporánea de arte”.

SY