En la más reciente edición de la Competencia Lírica Internacional “Ottavio Ziino”, un joven mexicano, Eduardo Martínez, se alzó con el Premio de la Crítica, el Premio a la Voz Emergente y con una beca de verano para el Festival Vicenza.
“He estado preparándome estos últimos meses con mi repertorio, tratando de dar la mejor cara. Salir del país, el gasto que implica moverte a otro continente es algo que pesa. Por esto estudié tanto. Eso es lo que probablemente ayudó, que vieron el esfuerzo, las ganas que había por hacer bien las cosas”, dice, en exclusiva con POR ESTO!, el barítono que hizo historia en Italia.
El repertorio que Eduardo presentó para la audición fue variado. Obras de Gaetano Donizetti, Vincenzo Bellini y Wolfgang Amadeus Mozart lo compusieron. “Como era un concurso en el que participaban más de 70 personas, se escuchó muy poco de ese repertorio”, dijo Martínez. “Por la edad que tengo, por lo general, mi repertorio va más hacia el bel canto que por el verismo o lo dramático. Lo que canté fue de los Puritanos, de Bellini, Ah per sempre io ti perdei, y Non più andrai, de Mozart, en la primera eliminatoria, que fue en vivo. El jurado decidió que, por la edad y las condiciones vocales, era más conveniente cantar la segunda para la final”.
El jurado, conformado, entre otros expertos, por los directores de La Scala de Milán, el Teatro Comunale de Florencia y el Teatro Real de Madrid, prefirió al mexicano de entre 10 concursantes italianos.
“Fue muy interesante el recorrido, desde que estaba en Los Cabos, empezando en el coro”, rememora Eduardo. “Después, con el maestro Armando Piña, que me movió al Taller de Ópera de Sinaloa. La exigencia ahí era mucho más de la que había sentido con el maestro Alejandro Miyaki. Nos hacía cantar y montando repertorio cada 15 días, un tiempo muy reducido. Eso me creó un método de estudio para afrontar los nuevos retos que iban llegando”, comentó.
Tras dos años, relata el barítono, “hubo cambio de administración y llegó Armando Piña. Estuve poco tiempo bajo su instrucción, y después con el Opera Studio Beckmann, donde pude tomar clases con maestros de talla internacional. En ese momento, no me lo podía creer. Conocí a Elina Garanca, Plácido Domingo y Javier Camarena, personas a quien yo admiraba y veía muy lejanos. Verlos en vivo y platicar con ellos, compartiendo información, fue una experiencia muy gratificante. En México Opera Studio, seguí preparándome vocal y actoralmente, con los maestros Miyaki y Renier Piñero, así como la maestra María Katzarava”.
Para el músico, “es interesante ver cómo, en México, empieza a haber más oportunidades para jóvenes cantantes. El próximo paso para el país será incrementar la oferta de producciones y facilidades para ellos”.
Eduardo Martínez recibió instrucción de Javier Camarena, “alguien grandísimo, el mejor tenor por excelencia en todo el mundo, orgullosamente mexicano. Él trabajó conmigo mucho la parte de la dinámica musical, de hacer música. Dentro del canto, todo va agregando, como si tuviésemos una tabla con requerimientos que se llenan poco a poco: lo vocal, la técnica, lo musical y lo actoral, así como la corporalidad, que va dentro de la expresividad. El maestro Camarena se enfocó en lo musical, en cómo hacer un fraseo correcto, interpretar lo que el compositor ideó desde un inicio. Lo tomé mucho en cuenta para mejorar, hasta que pasaron las cosas que me hicieron venir a Italia”.
Aun en la cima, Eduardo cree que, “en esta carrera, nunca hay que sentirse listos. Por mejor técnica y reconocimientos que se tengan, es importante mantener la guardia alta, pensar en qué se puede mejorar y cuál es la forma idónea de transmitirlo. Lo principal es no detener el aprendizaje propio para compartir más cosas”.
La carrera de uno de los mejores barítonos jóvenes en el mundo actualmente comenzó su desarrollo en nuestro país. “Todo lo que están haciendo los mexicanos en el extranjero es muy importante, pero más importante es apoyar al mexicano dentro de México”, sostiene Martínez. “Debe darse mayor difusión, hacer más ópera, más arte y apoyarlo. Este país está lleno de talento. Como mexicanos, buscamos a menudo lo que está afuera, porque estamos acostumbrados a pensar que lo de otros países es mejor. Nos falta ser, sin llegar a la egolatría, un poco más nacionalistas en el aspecto de apreciar al mexicano, de protegerlo y darle un lugar para que se desarrolle. Y eso no sólo aplica para el arte, sino también para todas las áreas de estudio que existen”.
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JG