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Artes plásticas, cinematografía y literatura recuperan la memoria que guardan los muros del Sureste

La Feria Internacional de la Lectura Yucatán sigue su curso con “La FILEY después de la FILEY”, un programa que se extiende hasta el 15 de julio y que mañana, a las 19:00 horas en las redes sociales (@lafiley), ofrece un espacio de revelación de la memoria al presentarse el libro Desandar el tiempo. Un viaje por el Sureste mexicano con el artista Alfredo Romero Campos, escrito por Álvaro Alcántara López. 

“El libro forma parte de un proyecto llamado Vestigios de nuestros tiempos, relacionado con un trabajo antropológico y artístico que estoy desarrollando. Lo conforman una película documental, el libro Desandar el tiempo 12 piezas extraídas de este recorrido por el Sureste. El escritor es un gran historiador y amigo, Álvaro Alcántara”, dice a POR ESTO! el artista multidisciplinar Alfredo Romero Campos.

En esta edición independiente en formato impreso, auspiciada por Sueños Urbanos Entretenimientos, La Sala Art Gallery, Hartii, Atemporal y el Centro INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) Veracruz, se da cuenta del trayecto que Alfredo y Álvaro realizaron por Yucatán, Campeche, Tabasco, Veracruz, Chiapas y Oaxaca. 

En este recorrido, Alfredo se detiene en la historia y obra de los rotulistas anónimos, todas aquellas personas que dieron nueva imagen a un muro de cal o cemento. 

“Al desarrollar este trabajo, la gente empieza a interesarse no sólo por lo que ve en el arte, sino en lo que hay detrás. Esos rótulos, esas pintas en las fachadas que alguna vez fueron parte de campañas políticas o de publicidad de refresqueras y otras marcas, dejan ver una familia que tiene una historia que contar”, señala Alfredo.

Así, el libro cumple con distintos propósitos: “ser el catálogo de las obras y relatar las historias que compartimos durante ese viaje”, dice el artista. “Ese libro es un cuaderno de viaje, explicado por 23 relatos breves -escritos por Álvaro Alcántara- que abordan cómo entiendo y me relaciono con la memoria, la arquitectura, las artes visuales y las personas que viven en estos lugares, que son menos accesibles, no tan turísticos y que son desconocidos, pero que no dejan de ser el mismo México”, puntualiza.

Es mediante la técnica del strappo que Alfredo consigue traspasar la imagen de un muro a un lienzo. “Cuando arrancas algo de la pared y lo haces tuyo, es una apropiación, desde estos rotulistas anónimos que hicieron esas pintas. Evidentemente, sacas eso de contexto y se le da la importancia que tiene. La pared no es importante, no vale nada. Son vestigios que desaparecen, que incluso están despintados. El valor viene cuando lo transfieres desde ese ámbito y se convierte en una obra de arte, a la vez que hacemos un archivo de memoria de lo que fueron esas misceláneas, tendejones, talleres, esos muros por los que pasa la gente y deja su huella. Todo esto es lo que se ve en los vestigios que recuperamos”, explica el entrevistado.

“El proyecto”, dice Alfredo, “es hacer un registro de memoria de las cosas que se van a perder o se están perdiendo. Es por eso que le llamo ‘arqueología contemporánea’, o bien, antropología. Sacamos los rótulos con una técnica muy antigua: el strappo. Mucha gente lo hace de maneras distintas. Yo lo hago en la calle, con medios mucho más complicados que varios antropólogos o arqueólogos que lo hacen con equipos especiales. Nosotros debemos improvisar muchas cosas”. 

Explica entonces la manera en que desarrolla, a su manera, la técnica del strappo: “Hay varias formas de realizar el strappo. Hay stacco, que es cuando te llevas toda la pared; eso lo vemos en muchos museos. Se halla un vestigio maya, por ejemplo, que tiene representaciones pintadas en un muro. Como no se puede sacar sólo la pintura, se retira toda la pared y se reconstruye de manera homogénea. En el strappo, se sacan los primeros tres o cuatro milímetros de las paredes. Evidentemente, hay que hacer primero un análisis en cada lugar para saber qué tipo de pintura es y a qué está adherida, sea en cemento, cal, mampostería y montones de lugares. Hay que conocer cuántas capas tiene, cuánta pintura hay debajo de la última que se ve, que es lo que más interesa, e intentar sacar lo máximo posible”. 

“Mi trabajo no es una ciencia exacta”, matiza Campos. “No todas las pinturas que recuperamos salen por completo. Cuando logramos extraerlo, lo traemos al taller desde el lugar de la pinta. Hacemos el proceso inverso para sacar el negativo de lo que tenemos pegado. Hay que despegarlo y ponerlo de nuevo en unas mantas de algodón, que le vamos poniendo. Así lo hago yo. Cada uno tendrá sus técnicas y su librillo de artista escondido”.

De esa manera, Desandar el tiempo significa “ir hacia atrás por los caminos que hemos recorrido, pero dándole otra visión, repasando estas cosas que dejamos atrás, pero que tienen mucho valor. Volvemos para recuperar esta memoria, que abandonamos sin darnos cuenta, para saber quiénes somos, de dónde venimos y qué hacemos aquí para avanzar en una gran dirección”, dice el artista, anunciando la itinerancia del proyecto multidisciplinar en Yucatán, Cuernavaca, Ciudad de México, Veracruz y Monterrey.

Vuelve el artista sobre el tema de la apropiación, diciendo: “las obras no son mías, son de todos. Las ha hecho el tiempo y la historia. Yo las termino de complementar. Ya no soy el artista, imprescindible para hacer arte, sino que formo parte de más artistas. Quizá soy el que dirige la historia. Pero, con cada obra, la gente empieza a hablar de sus recuerdos. No solamente se ve una obra como arte contemporáneo, con una explicación cualquiera. Todo aquí tiene un sentido y un criterio, y las obras por sí mismas hablan, porque tienen esa historia”. 

“Este trabajo es también social”, advierte Alfredo. “El libro tiene un valor simbólico. No es lo que cuesta ni lo que ha costado. Estamos apoyando a las familias que nos han dado la oportunidad de recuperar un pedazo de su historia. Es bonito regresar y apoyarles económicamente y también con pintura para su fachada. Aquí ganan todos: los que compran el libro, que es una obra de arte, están apoyando también a las familias que no se han podido renovar. Siguen estos vestigios de los años 40’s hasta 80’s, que son los años que trabajo. Cada pedacito de historia es una parte del patrimonio. Y el equipo de trabajo, así, puede seguir vendiendo las obras y apoyando a tres familias diariamente”.

El olvido está en el recuerdo. ¿Qué significa esta frase para el artista? “Para mí, significa todo. Significa que no podemos quitarnos la memoria. Vivir con memoria es lo más importante que nos ha regalado el ser humano porque nos permite viajar, pensar, amar y recordar, así como no olvidar. Y para eso, hay que llevar los recuerdos en el corazón y la memoria”, responde.  Desandar el tiempo estará disponible en La Sala Art Gallery (Av. Armando Manzanero 410, Zona Paseo Montejo, Centro), donde también se puede apreciar parte de la obra de Alfredo Romero Campos y en cada presentación del proyecto artístico multidisciplinario.

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