Los relatos de Mary Prince fueron la chispa que detonaron los movimientos que lucharon contra la esclavitud en el continente americano. Sus memorias, narradas por ella y redactadas por Thomas Pringle, fueron la revelación de cómo los esclavos negros tuvieron que asociar la nueva cultura que se les imponía, con los valores y tradiciones de su raíz étnica. Los relatos de Mary Prince son una revelación de lucha y libertad; la esclavitud narrada desde sí misma.
Ediciones del Lirio publica la primera edición en español de las memorias de la esclava, oriunda de Bermuda, gracias a la traducción de Ana Elena de Arazoza Rodríguez y el apoyo del Instituto de Historia de Cuba y su Editorial Historia, Centauri Press, así como del Museo Casa de África, que estará respaldando las actividades vinculadas a este texto y a una nueva colección testimonial sobre la esclavitud.
“La historia de Mary Prince, una esclava de las Indias Occidentales. Contada por ella misma” logró ser traída al español de una tercera edición del libro publicado en Inglaterra el 25 de enero de 1831 y que fue supervisada por las instituciones colaboradoras.
La gran aportación de este libro, es que se trata de un testimonio directo de una mujer negra, esclava y de cierto modo, liberada, al llegar a Inglaterra donde trabajó hasta su muerte en el año 1833. El primer reto para la traductora de este texto, Ana Elena de Arazoza, fue el tratar “de conservar intactos algunos giros o expresiones propios de la cultura lingüística inglesa de Mary Prince y de su época, sin alterar el sentido original de las frases”.
“El lenguaje que utiliza Mary Prince revela que ella no tenía educación. La persona que hizo la transcripción del relato, mantuvo ese apego al idioma para que se comprendiera en aquella época. No tiene lo que nosotros le llamamos, lenguaje bozal (expresiones alusivas a personas que aprendieron un idioma y que eran esclavos), salvo algunas líneas breves; pero sí fue un desafío grande el actualizar ese lenguaje de principio del Siglo XIX de una mujer sin educación, que no estaba consciente de la importancia de lo que estaba relatando (…) vinculada a la situación que se vivía en el Caribe y la esclavitud”, asegura en entrevista Elena de Arazoza.
El título de este libro revela mucho de la visión que los ingleses mantenían sobre las colonias en América Latina. “Los ingleses siempre mantuvieron la expresión Indias Occidentales era utilizada en Inglaterra, y siguen usándola, como para referirse al patio trasero de la Corona Inglesa”, explica la académica.
La traductora hace hincapié en el valor etnólogo y antropológico del libro, pues sirve como una ventana para conocer cómo se trataba a las mujeres, en este caso nacidas ya en América, que eran esclavas y negras y de cómo el tráfico de personas en el siglo XIX generaba una serie de experiencias ofensivas a la dignidad humana en esta época.
“Finalmente, los lectores tienen en sus manos una edición bilingüe español-inglés que podrán leer a profundidad al enfrentarse a las dramáticas vivencias de Mary Prince a través de la explotación laboral y de los abusos sexuales infligidos por parte de sus esclavistas, pero también de su lúcido camino hacia la autoconciencia y la voluntad de liberación para romper la perversa legitimidad de sus amos y obtener el deseo humano del pleno reconocimiento como sujeto”, agrega la traductora en la edición impresa.
Mary Prince, como ya se dijo, nació en Bermuda (un término aplicado por la Editorial en singular, pues para la narradora era desconocido en ese momento que originalmente nació en la Isla Gran Bermuda o Isla Main y que era un archipiélago incrustado en el Caribe) y durante toda su vida pasó por manos de al menos tres dueños oficiales.
El primer dueño, el señor Myners, era un anciano descrito como un hombre noble que trataba bien a Mary, pero, a su muerte ella tuvo que ser vendida a su segundo dueño, el Capitán Darrel. Para la suerte de la esclava, este nuevo patrón era un hombre que la trataba con respeto, pero también era un tipo viejo.
Como si fuera un objeto inanimado, antes de su muerte, el Capitán Darrel regaló a Mary Prince a su nieta Betsy Williams que era hija del Capitán Williams y este sí maltrataba a la protagonista de este libro testimonial. Durante una época precaria para esta familia, decidieron rentar a la esclava a otras familias, para obtener un poco de dinero. Esta práctica era muy común en esta época, principalmente se dedicaba a ser nodriza y a entretener a niños ajenos a sus patrones.
Betsy Williams trató con aprecio a Mary Prince y esta recibió los conocimientos escolares que la jovencita llevaba. Por lo que la trabajadora aprendió a escribir algunas palabras.
La ventaja para la narradora de este relato es que la mayoría de los empleos que ella desempeñó durante su época de esclavitud fueron en la ciudad y no trabajos forzados en el campo, donde las tareas eran de mayor peso y con tratos inhumanos para la gente.
“Me costó mucho trabajo saber qué era la expresión quemar mangos que Mary utiliza en el libro. Investigué mucho tiempo a que se refería, porque es una costumbre en desuso; al final resultó que los esclavos negros quemaban cáscaras secas de mango y con la ceniza constituir una mezcla con la que podían construir sus casas (…) otro ejemplo de la brutalidad con la que se les trataba a estas personas traídas de África, es un relato donde Mary Prince dice sobre los trabajos en la salinera y menciona de como los esclavos se les llagaba la piel y estaban en contacto directo con la sal. Solo de imaginarlo es algo brutal”, agrega Ana Elena de Arazoza.
Los viajes de Mary
Por 20 años la vida de Mary fue azarosa. Tuvo que someterse a los maltratos y vejaciones por parte de sus patrones que cambiaron y, pasando de mano a mano, descubrió las desventajas de la época por ser mujer, negra y esclava. Fue vendida incluso en un mercado público por su amo el Capitán Williams.
María del Carmen García Zequeira, prologuista de esta nueva edición, describe: “Para estos tuvo que desempeñar toda clase de oficios, tanto rurales como urbanos: lavar y hornear, limpiar los pisos y cocinar, recoger algodón, cuidar las vacas y cerdos, e incluso trabajar en una salina. Recibió todo tipo de castigos, físicos y psicológicos; aprendió las diferencias entre el dolor punzante de la cuerda que la amarraba, y el de los golpes infligidos por las manos, pies y puños de sus amos, o los del látigo y el ‘bicho de buey’, especie de fusta de cuero trenzado”.
El libro no es pionero en este tipo de relatos. Para la época comenzaban a editarse algunos otros testimonios de esclavos que lograban su libertad; la ventaja de Mary es que esta publicación comenzó a circular en Inglaterra desde 1831, cuando surgió la primera edición del texto y fue concebido como un tratado del horror al que pueden ser sometidos los africanos llevados a las colonias inglesas dispersas por el mundo.
El objetivo era claro: conmover a la sociedad europea, en este caso la sociedad galesa, y generar indignación en un pueblo que buscaba la modernidad.
En el año 31 la esclavitud ya no era legal en la Gran Bretaña, previo a la época Victoriana, sin embargo, el debate seguía en el gran Parlamento inglés pues aún existían esclavos en todas las colonias como Sierra Leona, Costa de Oro, Nigeria, Egipto, Sudán, Anglo-Egipto, Somalia, Uganda, África del este británico, Rhodesia, Bechuanalandia, Unión Sudafricana y Gambia, tan solo por mencionar algunas.
Para 1838 se abolió la esclavitud en todo territorio perteneciente a la corona inglesa, para ese momento ya dirigida por la Reina Victoria, que gobernaría hasta 1901.
Previo a su llegada a Inglaterra, Mary Prince realizó cinco viajes contabilizados desde el año 1802 cuando viaja a la Isla Gran Turca. Posterior a esto, pasan diez años y sale a la Isla de Bermudas donde estará solo tres años. En 1814 se embarca a Antigua donde trabajaría con diferentes patrones hasta 1828 cuando llega a Inglaterra y comienza su labor con una considerable libertad.
En el trayecto conoció a Daniel James, un hombre libre que trabajaba en un aserradero y con el que se casó. Sin embargo, poco tiempo duró la unión pues fue separada de su esposa y enviada a trabajar con otros amos, hasta su llegada a Europa. Para ella, era imperativo regresa al continente americano, para reencontrarse con su marido; en 1833 hizo un viaje a Antigua, después de buscar a sus antiguos patrones moravos (una raza de europeos provenientes de la provincia de Moravia, en la ahora República Checa) quienes sí la esclavizaron y la torturaban.
Mary ya no llegó a Las Antillas, murió antes de regresar como una mujer libre.
Esclavismo, epítome de la brutalidad humana
“Para mí lo más traumático de la esclavitud, es la esclavitud misma”, asegura Yoel Cordoví Núñez, presidente del Instituto de Historia de Cuba. El académico reflexiona sobre los retos de la raza negra que llegaron desde su continente para defender sus creencias ante el poderío católico.
“No había un solo universo, los esclavos venían de diferentes regiones, etnias que venían de África que tenían que compenetrarse en esa diversidad religiosa y cultural que venía de África, pero al mismo tiempo asociarse, ante un portentoso bloque católico, apostólico y romano que impedía la expresión de esa cultura”, dice.
El académico narra que los esclavos al convertirse en propiedad privada, son bienes y su objetivo era trabajar y generar una riqueza que no disfrutan.
“No son asalariados y por lo tanto van a engrosar las arcas de los nobles. Algo muy común en Cuba, Condes, Vizcondes, Marqueses, Duques, que convirtieron a Cuba en un emporio comercial después de la Revolución Haitiana (…) Hubo riqueza, a costa de qué, de la sangre de individuos que eran desnaturalizados y sus culturas eran obviadas, minimizadas, silenciadas. Desde luego se tiene la visión de que eran pasivos, que no hacían otra cosa que recibir latigazos y castigos corporales. El régimen de vida era difícil, pero había múltiples maneras de sublevarse”, explica el presidente del Institución histórica incrustada en la Habana Vieja.
La reflexión se basa en el ocultamiento de la historia que está asociada a la urgencia de los Estados Nacionales en Europa, en América, en Latinoamérica con una visión donde prevalece la visión positivista. Lo más importante para los historiadores, es que se acerca a la construcción de la narrativa de los hechos que marcan a la sociedad, las personalidades que le dieron forma a la identidad nacional.
Para el presidente del Museo Casa de África en la Habana, Alberto Granado Duque, este libro “tendrá interés general por el tema de la esclavitud” comparado con los temas actuales sobre racismo y segregación.
Una joya literaria
“Vamos a contar con una joya literaria, con un alto valor visto desde la historia, de la etnología, la antropología y quizá, se asombren de la dimensión en el interés del público para obtener el testimonio porque es la historia contada, como se ha repetido, desde la voz de una esclava y que fue capaz de cautivar a una sociedad completa. Elementos que todavía sobreviven en nuestra sociedad, la discriminación, la segregación contra las razas ajenas a lo conocido”, confía.
Ediciones del Lirio y el Instituto de Historia de Cuba consiguieron el manuscrito original con la British Library de Londres y de ahí partió este documento que comenzará a ser editado en librerías mexicanas con un costo entre los 250 y 300 pesos.
Las sociedades latinoamericanas están marcadas por la esclavitud y las razas negras que llegaron de África para aportar al mestizaje y crear la identidad actual. Este relato en primera persona sirve para mostrar los horrores contra un grupo suprimido que no se debe de repetir.
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JG