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Cultura

Unicornio Por Esto: Poetas contemporáneas en lenguas mexicanas

En el marco del mes en el que se conmemora el Día de Internacional de la Mujer, Mayté Cámara Yamá recuerda la importancia de las voces de los pueblos originarios; por otro lado, Rosely E. Quijano León presenta una reseña de voces desde el límite, el libro del colectivo uayé que aborda el sensible tema del suicidio.
Cruz Alejandra Lucas Juárez, poeta tutunakú, de quien se exponen unos versos en el texto.
Cruz Alejandra Lucas Juárez, poeta tutunakú, de quien se exponen unos versos en el texto. / Por Esto!

Las luchas son actos poéticos, y la poesía debe ser revolución.

Gabriela Wiener, 2025

¿Cómo se entiende la poesía como un acto revolucionario? En este texto propondremos una respuesta a dicha pregunta apostando por el encuentro de estos dos conceptos permeados en la literatura de autoras mexicanas de diversos contextos y lugares geográficos, pero teniendo en común ser portadoras de lenguas ancestrales y herederas de una tradición colectiva.

Las heridas de México

Primero, es fundamental comprender a México como un país marcado por su diversidad, reflejada en su gastronomía, geografía, biodiversidad, culturas y lenguas. En México se hablan 68 lenguas indígenas además del español, lo que lo posiciona entre las primeras 10 naciones con mayor número de lenguas originarias. Sin embargo, antes de ser reconocidas y valoradas como patrimonio cultural, especialmente durante la Conquista, las personas de estos pueblos fueron descritas en diversas crónicas como seres sin alma o animales salvajes, incapaces de razonar o sentir. En la Colonia, se estableció un sistema de diferenciación y control según el origen y la apariencia, colocando a los españoles en el estrato más alto, mientras que mestizos, indígenas y negros eran considerados de menor importancia. Con el tiempo, estos grupos fueron reconocidos como ciudadanos, pero su condición siguió siendo diferenciada, particularmente por hablar lenguas distintas al español. En los procesos de alfabetización, el español se impuso como idioma oficial, desvalorizando las lenguas originarias. Esta discriminación generó violencias y marginación hacia estos grupos.

A su vez, otra categoría considerada de menor importancia durante la formación del Estado mexicano fue el ser mujer. Durante la Conquista, las mujeres fueron intercambiadas como objetos o utilizadas como herramientas de guerra, como el caso de la “Malinche”. A lo largo del tiempo, las mujeres fueron reducidas a los roles de esposas, madres o monjas, sin libertad para decidir sobre su educación o su cuerpo. El derecho al voto llegó tarde para ellas, a diferencia de los hombres. Se les condicionó a ser dependientes y complementos del hombre, confinadas a los espacios privados, sin poder destacarse en actividades “masculinas”. A pesar de que, con el tiempo, las mujeres han ganado espacios, aún enfrentan discriminación y violencia. En este contexto, las mujeres indígenas sufren una doble vulnerabilidad: por ser parte de pueblos originarios y por ser mujeres, dos grupos históricamente marginados desde la creación del Estado mexicano.

Ante este panorama, surge una pregunta clave: ¿por qué un grupo tan vulnerado elige la literatura, y en particular la poesía, como herramienta para visibilizar estas discriminaciones?

El acto poético y su carácter como acto revolucionario

La poesía, como género literario, se caracteriza por su diversidad de lenguajes, tanto literales como figurados, que permiten una multiplicidad de significados. Es una herramienta poderosa para expresar pensamientos o sentimientos, maximizando su duración e intensidad. Gracias a su riqueza lingüística, ha servido para transmitir mensajes prohibidos, desde el amor oculto hasta las denuncias contra injusticias o crímenes de estado.

La generosidad de esta herramienta nos invita a repensar la poesía y convertirla en realidad o hechos, de ahí se desprende el acto poético. Una acción con la misma diversidad de lecturas, formas de expresarse y maximizando esa duración o intensidad de dicha acción. Tal como nos comparte Audre Lorde en La hermana, la extranjera (2003): “Para las mujeres, la poesía no es un lujo. Es una necesidad vital. Ella define la calidad de la luz bajo la cual formulamos nuestras esperanzas y sueños de supervivencia y cambio, que se plasman primero en palabras, después en ideas y, por fin, en una acción más tangible”, revalorizando y reconociendo a “La poesía [como] el instrumento mediante el [...] nombramos lo que no tiene nombre para convertirlo en objeto del pensamiento. Los más amplios horizontes de nuestras esperanzas y miedos están empedrados con nuestros poemas, labrados en la roca de las experiencias cotidianas”. Lo que hace de la lírica el medio ideal para nombrar, visibilizar, materializar y denunciar las injusticias que atañen a las mujeres.

¿Por qué la poesía escrita por mujeres de pueblos originarios es un acto revolucionario?

“El mundo se ha vuelto un lugar sin certezas, en el que la extrema inestabilidad, la movilidad y el desarraigo son constantes y en el que la única posesión real que alguien tienen es su lengua”

Sara Sefchovich, Del silencio al estruendo, 2020, p. 75

A lo largo de la historia de nuestro país, los pueblos originarios han sido sometidos y torturados, despojados de sus costumbres, tradiciones y tierras, llevándolos al borde del exterminio. Para la época de la Colonia, se promovió la enseñanza del castellano a comunidades originarias, con el objetivo de integrarlos a la sociedad, facilitando su evangelización. Joaquín José Martínez Sánchez (2017) nos dice que: “La desaparición de las lenguas y de las culturas [...] obedece a una estrategia planificada de dominio, propia de la era colonial”. La indicación por parte de la real cédula un 20 de junio de 1683 fue enseñar el castellano a los indígenas para que pudieran ser adoctrinados más eficazmente. Para 1920, se promueve una educación sin distinción de razas, castellanizando a dichas culturas, con el objetivo de educarlas y borrar las barreras lingüísticas para la conformación de una nación mexicana.

Sin embargo, esta homogeneización dio como resultado la desaparición de las lenguas originarias del país, con el daño colateral de una discriminación latente hasta nuestros días, si eras hablante de una lengua ajena al español. Las comunidades, al luchar y preservar sus lenguas conservan una parte de ellas/os, una parte de su identidad colectiva.

Primero debemos reconocer el importante papel que juega la lengua y la poesía para engendrar el acto revolucionario. En el poema “tu’ún/la palabra” (2018) de la poeta ñuu savi o mixteca Celerina Patricia Sánchez encontramos, dicho reconocimiento: "La palabra extensión de raíz/ hierba subterránea como cualquier animal/ escondida en regocijo del calor de la tierra/ camina silenciosa en la noche/ para amanecer en el pensamiento profundo del lenguaje/ de una mañana contenida en la jícara de la historia/ pasar como diáspora de colores y pintar a la humanidad”. Percibimos cómo la palabra es un puente hacia ese acto poético expresando un sentimiento de pertenencia. De la misma autora en su texto: “Ñaa/ Mujer” reconoce la poesía como “canto de libertad/ [que queda]/ impregnado por siempre en esta tierra”. Por lo que al perdurar, se preservará dicha identidad. Cruz Alejandra Lucas Juárez, poeta tutunakú, nos expresa en un poema “Xanatwa´/ Florido”: “Tallaré el tronco de los árboles/ para que al menos, cuando sientan dolor, recuerden florecer mi palabra”, de esta forma esta tradición también se vuelve una cura para el dolor que el despojo puede causar.

En un segundo momento, encontramos a la palabra como ese sentimiento de lucha para preservar sus tradiciones de su comunidad, como leemos en la autora ch’ol Juana Karen Peñate en su poema: “Los mayas somos palabra y selva/ Xmayajoñbalojoño Matye’el yik'oty xty'añoñlojoñ” (2003):

"Por saber del odio, lo rechazamos./ Luchamos/ desde el Templo de las Inscripciones,/ parte esencial de nuestros días./ Los mayas xty'añob decimos/ con profundo silencio:/ nuestro espíritu vive/ en los cielos de la historia./ Llenamos letras vacías/ por el odio y el coraje:/ nos baña el perfume del Sol./ Estas viejas pirámides suben al dolor,/ alcanzan la habitación de las tormentas/ y nos hacen presencia de guerras./ Los ch'oles miramos el combate, hablamos de paz,/entendemos al mundo./ Sí, reclamamos respeto./Somos presencia de selva y palabra".

En este texto se expresa el sentimiento de resistencia, identidad y lucha. Juana Karen emplea la poesía como un medio para dar continuidad a la vida y la memoria del pueblo maya. Al mencionar la selva y el templo, nos sitúa en un espacio que evoca la riqueza ancestral y la resistencia histórica ante la opresión. El silencio también juega un papel fundamental, ya que en él se encuentra fuerza y sabiduría. Ante la adversidad y las violencias sufridas, los mayas siempre tendrán paz y resisten unidos. De este modo, la palabra se consolida como un acto de lucha, dignidad y presencia.

El tercer tema que podemos resaltar en esta poesía es la condición de la mujer, un tema presente también en la obra de Briceida Cuevas Cob. Ejemplos que reflejan este sentipensar se pueden encontrar en su poema 'Ti' u billil in nook' / Del dobladillo de mi ropa' (2018), donde en el texto 'Irás a la escuela', se expresa el deseo de obtener una educación, pero también la dura realidad que enfrentan muchas mujeres mayas, quienes se ven obligadas a permanecer en casa para ayudar en las labores domésticas. Otro poema significativo es 'Consejo de Doña Teodora a Gertrudis', en el que una voz madura ofrece consejos a las nuevas generaciones sobre cómo cuidarse de una sociedad que las cosifica y que considera que una mujer pierde su valor al ser “tomada” por un hombre

En dicho libro también encontramos cómo las mujeres canalizan su duelo a través de la palabra, como es el caso del poema 'U ok’om k’aay maya’ ko’olel táan u mu’ukul u na’/ Canción triste de la mujer maya en el entierro de su madre”, que visibiliza el lazo incondicional e irremplazable que puede ser una madre para su hija: “Te llevas a quien me amó desmedidamente / sobre esta tierra”, y nos comunica que este amor es un legado siempre presente en la vida de la hija.: “Todas tus palabras acurrucadas se hallan aquí en mis oídos como pequeñas palomas”.

Otro elemento de la condición de mujer lo encontramos en la poesía de Ruperta Bautista Vázquez, escritora tsotsil, donde su poema “Lkunex ti ch’nalo/ Lunes en el pozo” (2018) nos explica el como se presenta la violencia dentro de una comunidad. El río se convierte en sangre, “hombres asesinados marchan decididos/ sobre almas buscadoras de justicia”, la violencia arrebata las vidas de muchas personas y el pueblo desea justicia.

Finalmente, en acto revolucionario se presenta como un manifiesto, la autora Guadalupe Hernández Dimas nos describe la condición de mujer p'urhépecha (2018):

"Soy uárhi/ que sufre y llora/ de muchos modos.../ Soy la rebelión contra el olvido,/ la cara de la pobreza,/ la presencia de los excluidos,/ soy la memoria colectiva,/ "la otra forma de nombrar el mañana"./ Soy mujer p'urhépecha,/ debo pelear y ganar la lucha/ para mis hijos,/ y ellos deben saber de mí,/ pero, ¿quién soy?/ La mujer que ha sobrellevado/ muchos años de abandono./ He perdurado en la quietud/ de nuestros lagos,/ en la soledad de nuestras comunidades,/ en el frío de nuestras montañas,/ en la tristeza de nuestras casas/ cuando el hombre se va./ He vivido en la alegría de nuestras fiestas,/ en la melancolía de las pirecuas,/ en el baile de nuestros sones./He sobrevivido los trabajos/ y esclavitud de nuestros campos,/ el hambre por las cosechas escasas,/ he existido en los barrios de la ciudad,/ en los suburbios de la intolerancia,/ en las prisiones del desaliento,/ en el abuso en los hospitales,/ en la porquería de la explotación,/ con desprestigio de ser/ madre soltera,/y en el calor feroz del odio racial…"

El acto poético se convierte en una revolución cuando una mujer p'urhépecha alza la voz para denunciar una lucha tanto individual como colectiva. Al reconocer y abrazar su identidad como mujer, madre y luchadora, denuncia las condiciones discriminatorias que le tocó vivir, pero también visibiliza la solución: su rebelión. Esta rebelión no sólo es un grito de resistencia, sino un acto de afirmación de su existencia y su derecho a transformar las circunstancias que la oprimen. Al aceptar el papel la poesía como herramienta de cambio, también la escritora mazateca María Sabina nos comparte: “Soy mujer que sabe traer al mundo/ soy mujer que ha ganado/ soy mujer de asuntos de autoridad/ soy mujer de pensamiento/ mujer que sabe vivir/ mujer que sabe levantarse” (poema Chjun xi kjit’oso’an/Mujer que examina, 2018) posicionando a las mujeres como personas empoderadas con libertad de decidir y de ser en el mundo.

Leer a las autoras de pueblos originarios es fundamental para dar voz a aquellas que históricamente han sido silenciadas. Sus testimonios cargados de sabiduría y empoderamiento, nos permiten acceder a perspectivas únicas sobre la identidad, la lucha y la memoria colectiva. A través de estos textos, la poesía se transforma en una poderosa herramienta de acción, en la que las palabras no solo sirven para expresar sentimientos, sino también para desafiar estructuras de poder y opresión. De esta manera, la poesía de las autoras indígenas se convierte en un acto de resistencia, un medio para visibilizar sus realidades, reivindicar sus derechos y, sobre todo, fortalecer su presencia en la narrativa colectiva de nuestros pueblos.

Bibliografía

Bautista Vázquez, M. C. (s.f.). Cuatro poemas de María Concepción Bautista Vázquez. Carruaje de Pájaros. Recuperado de https://www.carruajedepajaros.com.mx/cuatro-poemas-de-maria-concepcion-bautista-vazquez/

Bellinghausen, H. (2018). Insurrección de las palabras: Poetas contemporáneos en lenguas mexicanas (en Ojarasca). Editorial Ítaca.

Bournot, E. (2025). Gabriela Wiener: “Las luchas son actos poéticos y la poesía debe ser revolución”. Milenio. Recuperado de https://www.milenio.com/cultura/laberinto/gabriela-wiener-las-luchas-son-actos-poeticos

Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. (2018). Letras de la CDI: Dobladillo ropa. Recuperado de https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/37201/letras_cdi_dobladillo_ropa.pdf

Lorde, A. (2003). La poesía no es un lujo. En La hermana, la extranjera (p. 13-18).

Martínez Sánchez, J. J. (2017). ¿Por qué deberían contribuir los investigadores a la revitalización de las lenguas? Revitalizar la lingüística para que sirva a la resistencia de los pueblos originarios y migrantes. ONOMÁZEIN, Número Especial Las lenguas amerindias en Iberoamérica: retos para el siglo XXI, 204-223. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6476572.pdf

Peñate, J. K. (2003, febrero 17). Mi nombre ya no es el silencio. Ojarasca, 70. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/2003/02/17/oja70-minombre.html

Sefchovich, S. (2020). Del silencio al estruendo: Cambios en la escritura de las mujeres  a través del tiempo. Universidad Autónoma de México, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.

Suicidio: El frágil límite de la ficción, por Rosely E. Quijano León

Fue Robert Walser, el más solitario de los escritores, quien un domingo de 1937 le dijo a su amigo Carl Seeling que “la felicidad no es un buen material para un escritor”, mientras que el dolor y la tragedia “están llenos de potencial explosivo”. Walser padeció gran parte de su vida de trastornos mentales; sin embargo, entre el límite entre la sensatez y la locura, escribió obras literarias de gran calidad y valor estético.

Wasler hizo una gran observación, es verdad que se escribe más de la oscuridad del ser humano que de su felicidad; la lista es infinita y eterna. Pero incluso dentro de ese gran océano de posibilidades para reflejar la crueldad, la violencia, la muerte, la soledad y el dolor hay un hilo del que pocos se atreven a jalar: el suicidio. Incomprensible aún para la psiquiatría, la religión, el espiritualismo, la filosofía y los supervivientes de un suicida, nunca dejará de ser esa decisión humana que corta de tajo un dolor que, si no es tu dolor, no debes ni siquiera intentar juzgarlo. La depresión, que siempre orilla al suicida, es la piedra de Sísifo que tú no cargas, o el perro rabioso, como le llama Mauricio Montiel Figueiras, que no a ti te ladra. El suicido es el paso para arrojar lejos y para siempre la piedra de Sísifo o callar al perro rabioso; es “lo que resuelve lo absurdo”, diría Camus, porque “el suicidio, como el salto, es la aceptación en su límite”.

Un libro reciente que aborda desde lo literario este complejo tema es la antología “Voces desde el límite” del Colectivo Uayé, en donde 10 escritores a través del cuento bordean el frágil límite de la ficción y la realidad. El libro, editado por Nitro/Press, lo integran Rossana Colomé, Patricia Guadarrama, Carlos Olais, María Elena Ponce, María Elena González, Verónica Leal, Erica Millet, Adolfo Calderón, Antonio Cervera Cetina y Rodolfo Puerto.

Hablar sobre el suicidio en Yucatán, el estado “más seguro”, pero que ocupa el primer lugar en suicidios desde hace ya varias décadas, conlleva un alto compromiso social, incluso haciéndolo desde la ficción y la literatura. En estas historias, como tal vez en la vida real, los protagonistas no son los suicidas, son sus supervivientes, los que narran en segunda o tercera persona, los que los rodean, pero el verdadero protagonismo está en las situaciones que los colocan al límite de tomar esa fatal decisión. La importancia de la salud mental es el leitmotiv de esta antología.

No importa desde qué ángulo se le mire, desde la frivolidad de una charla de café, o como la única salida posible a una vida cargada de odio y violencia, desde la soledad de la tercera edad, hasta mirarla desde una época muy remota, desde las inocentes miradas de la infancia o la de un perro, las perspectivas en este libro son tan variadas que nos sumergen en atmósferas en las que definitivamente no nos queremos quedar por mucho tiempo.

El potencial explosivo para escribir del que hablaba Walser les ha dado a estos 10 escritores no sólo un motivo más para escribir y para publicar un libro; los integrantes de Uayé comparten también una profunda preocupación por éste y otros problemas sociales que aquejan a nuestra sociedad yucateca. La comentan, la debaten y la reflexionan también en cada sesión que les sirve de motivo o catarsis para escribir; un día puede ser sobre algo tan profundo y serio como el suicidio, pero igual otro puede ser sobre algo más banal y cotidiano; lo importante es escribir y mejorar la calidad de sus escritos, como se da fe en esta antología.

Si la literatura no nos mueve algo o, como lo dijo mejor Josefina Vicens, “si cada página puede pasarse sin que la mano tiemble un poco… ¿qué es un libro?” Esta antología nos lleva al frágil límite de la ficción para quizá comprender un poco mejor que la salud mental en el mundo real no es una cifra ni una enfermedad más. A que nos tiemble la mano al pasar página en este libro, y que nos tiemble aún más en la vida diaria después de descubrir que el suicidio es la consecuencia de un grito silencioso, de un dolor profundo ignorado o un perro rabioso que también vive en las mejores familias, o en nuestras propias casas, o de la gente que nos rodea. La lectura también confronta, cuestiona y nos pone al límite de nuestras propias realidades. Leer también es cargar la pesada piedra de Sísifo pero, a diferencia de él, tan sólo por un momento.

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