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Por Jorge Canto Alcocer

Finalmente concluyó la temporada experimental, la de los dos campeonatos. Y, paradójicamente, terminó del modo más beisbolero posible, con los campeones Sultanes que dejaron en el terreno a los Guerreros, el “caballo negro” que quedó muy cerca de lograr la gran hazaña, pero hasta ahí, tan sólo muy cerquita. Monterrey, uno de los equipos más tradicionales del país, logró así su décimo campeonato, la tercera marca mayor, detrás de los 16 de los Diablos Rojos del México y los 12 de los Tigres, conseguidos en sus tres ciudades sede. Nuestros Leones, que obtuvieron su cuarta corona en la primera campaña de 2018, son el sexto equipo con más títulos, detrás de los anteriores, del glorioso Águila de Veracruz (seis campeonatos) y de los Tecolotes de Nuevo Laredo (cinco títulos).

El experimento nos trajo varias enseñanzas, mismas que puntualizaremos en esta postrera colaboración del 2018. Pensamos que la primera, la más importante, es lo crucial de la tradición para el Rey de los Deportes. El aficionado al béisbol es un auténtico fanático, alguien que generalmente ha “mamado” la tradición al mismo tiempo que el pecho materno, miembro, pues de una familia que ha venerado la pelota caliente por generaciones. Para quienes padecemos esta grave “enfermedad”, el béisbol no sólo es el deporte más significativo e interesante, casi siempre es el único, y casi siempre cobra una importancia que va mucho más allá que un simple entretenimiento. Entonces, los aficionados beisboleros somos conservadores, fieles, arraigados, con escasa aceptación a cambios, muchísimo menos cuando éstos afectan aspectos esenciales, como la duración de la temporada, su continuidad/discontinuidad, situaciones del juego, etc. Algunos cambios que han tenido notable éxito, como los playoffs, los cerradores, las repeticiones, en realidad profundizan los aspectos más tradicionales, por lo que no confrontan la esencia del juego. Al contrario: la agudizan. (Más competencia, más emoción, más análisis, más estrategia)

Otra enseñanza se refiere a las condiciones físicas de los peloteros que juegan en México, tanto nacionales como extranjeros. En este sentido, conviene señalar que en nuestra pelota estamos muy lejos de la fuerte disciplina de entrenamiento y dedicación propia de las Grandes Ligas, y todavía a mayor distancia de los extenuantes entrenamientos del béisbol japonés. Nuestro béisbol es más de genio e improvisación que de ciencia y técnica. La mayoría de los extranjeros que vienen para acá se adaptan a ello, y logran acondicionarse perfectamente a esta realidad. El experimento de las dos temporadas puso todo esto en una terrible evidencia, pues la cantidad de peloteros lesionados o que tuvieron tremendos bajones de rendimiento fue estratosférica. Y, siguiendo por inercia una costumbre inveterada, la mayoría se “quemó” en primavera, en donde vimos un campeonato intensísimo y brillante, y luego jugó a medio gas la mayor parte del otoño, que fue un desastre para la mayoría de los registros deportivos.

También aprendimos que el aficionado a béisbol dejó escuchar su voz con toda claridad. El rechazo a la “temporada falsa” fue impresionante, podríamos decir que, considerando la baja en las entradas y los comentarios en redes sociales, al menos el 90 por ciento de los aficionados rechazamos el experimento. Asistencias de menos de 200 aficionados fueron comunes en algunas plazas, en tanto que el rechazo a todo lo que oliera a directivos, sobre todo a Javier Salinas, presidente de la Liga, fue épico. El video, grabado en Laredo, donde éste anunció, apenas hace un par de meses, que en 2019 habría nuevamente dos temporadas, cosechó una inaudita colección de insultos, descalificaciones y hasta amenazas. Sólo tres semanas después, la Liga, por decisión unánime de sus presidentes, lo desmintió.

Después de muchas emociones, tantos corajes y, de nuevo, tantas emociones, culminó el año 2018. Fue el año. Con asterisco, con experimento, como sea. Pero fue el año para nuestros Leones. Cerramos nuestra tribuna por un breve tiempo, recordando, primero, el aniversario del que se fue hace 51 semanas, nuestro gran amigo Russell; nos despedimos también de todos nuestros lectores, invitándolos, como cada año, a aceptar de nuevo la eterna convocatoria del Rey de los Deportes para la próxima primavera. ¡Hasta entonces!

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