Segunda de la temporada en La Mérida
De magnífica presentación y regular juego los de Rancho Seco / Cumplieron los de Bernaldo de Quirós / Pundonor y sitio de El Zapata / Recia actuación de Sergio Flores / Bien toreando, pésimo matando Guillermo Hermoso / Buena entrada
Por Jorge Canto Alcocer
Según el mítico Pepe Moros, cuando hay toreros no hay toros; y viceversa… pero el viejo refrán taurino no tuvo cumplimiento en la segunda de la temporada meridana. Ante buenos toros –todos con defectos y asegunes, pero bastante aceptables en términos generales-, los toreros tlaxcaltecas Uriel Moreno “El Zapata” y Sergio Flores, y el rejoneador navarro Guillermo Hermoso de Mendoza, brindaron buenas actuaciones, también con sus defectos y asegunes. El festejo, desarrollado ante una buena cantidad de asistentes –tres cuartos en sol y algo menos en sombra-, fue, pues, bastante interesante, sin llegar al triunfo pletórico de los matadores, ni al juego excelso de los toros. Fue una corrida con muchos elementos para el análisis, por lo que, sin más preámbulos, entremos en materia.
Siendo el Toro el elemento primordial, empecemos por este factor. Se corrieron cuatro toros de ganadería tlaxcalteca de Rancho Seco, para los toreros de a pie, y dos astados de la dehesa guanajuatense de Bernaldo de Quirós, para el rejoneador Hermoso de Mendoza. Los Rancho Seco, como es costumbre en esta casa ganadera, salieron excelentemente bien presentados, y mostraron fuerza y aceptable bravura, con un juego diverso e interesante, como abundaremos más adelante. Sin embargo, hemos de reconocer que carecieron de la casta, la pujanza que caracterizaba a los moritos de esta ganadería. Los Bernaldos, por su parte, bien presentados respecto al trapío, cumplieron por lo demás, con un juego sensiblemente mejor al que le hemos visto comúnmente a estos toros, cuya principal característica de ordinario es la debilidad. Entonces, los Rancho Seco dieron algo menos que lo esperado, y los Bernaldo algo más. En el balance, aplausos para todos los involucrados: a los ganaderos, que enviaron animales con edad, peso y trapío; a los toreros, que salieron sin reticencia a cumplir con su responsabilidad profesional; a la autoridad, que hizo cumplir el reglamento; y a los empresarios, que cumplieron con lo anunciado. En estos dos últimos casos, se agradece la rectificación tras la muy cuestionada corrida inaugural.
Los tres matadores desarrollaron apreciables actuaciones: Uriel Moreno “El Zapata” mostró la entrega, el sitio y la creatividad que aporta siempre en su quehacer; Sergio Flores cumplió también con una labor sobresaliente, sin arrugarse ante el complicadísimo BERRINCHE, un torazo con toda la barba, que le peleó en todo momento y vendió muy cara su vida; el joven Guillermo Hermoso de Mendoza, alternativado en la pasada Feria de abril en Sevilla, dio a conocer sus cualidades –magnífica monta, buena colocación, dominio de la lidia-, pero también el severo vicio de intentar engañar al público, lo que al final se le revirtió feamente, pues se despidió recibiendo sonoros pitos y abucheos. En resumen: ante toros interesantes, hubo toreros también interesantes.
Buena entrada, sin llegar a situaciones históricas, con un comportamiento popular también digno de comentar. Conocedor, apasionado y veleidoso, el público yucateco anduvo primero muy festivo con el caballista español, al grado de pedir injustificadamente las orejas de CORONEL pese a un descarado bajonazo, pero cuando el navarro despreció el solitario auricular concedido por Usía, arremetió furiosamente contra él, reprochando duramente su prepotencia. Al término del festejo, al retirarse del coso, el europeo terminó aguantando una auténtica bronca. La afición también mostró su conocimiento tras la lidia de CORALISTA, exigiendo con tino la oreja para premiar la entrega de “El Zapata” pese a fallar un golpe de descabello; pero se le pasó de noche la monumental estocada –sumamente meritoria, además, dadas las dificultades del marrajo- con la que Sergio Flores despeñó al tremendo BERRINCHE.
Vayamos, pues, al detalle de lo acontecido. En punto de la hora anunciada, ante unos cuatro mil aficionados, partieron plaza los coletas y el caballista anunciados. La gente llamó al tercio a “El Zapata”, lo que agradeció emocionado el veterano diestro, pero se guardó sin invitar a Sergio Flores –una evidente muestra de rivalidad-, por lo que el llamado se volvió a repetir, recibiendo el joven matador un poco menos de palmas que el primer espada.
URIEL MORENO “EL ZAPATA” mató en primera instancia a REPOSTERO, todo un tío, cárdeno claro, entrepelado, careto, ojalado, rabicano y botinero, largo como un tren. Lo recibió con dos verónicas suaves, templadas. Todo un herradero en el tercio de varas, pues “EL ZAPATA” quería castigo fuerte, pero el varilarguero no pudo recetárselo debidamente, por lo que terminaron siendo cuatro picotazos. Tras ello, FLORES realizó su quite, una chicuelinas ceñidas, que le fueron muy aplaudidas, lo que respondió “EL ZAPATA”, fuera de turno, con chicuelinas antiguas, menos logradas. Banderillas del matador, rescatando únicamente el quiebro al violín con el que cerró el tercio, aunque también es de anotarse que, en el primer par, el bicho le apretó al matador, obligándolo a tomar el olivo dramáticamente. Con la muleta, el astado cumplió, sin excesos, y “EL ZAPATA” estiró los brazos en faena derechista, sin mucha significación. Tres pinchazos y una entera delantera –toda una noticia tanto fallo en un matador generalmente muy seguro-, escuchando palmas el matador. En tercer sitio de lidia ordinario salió CORALISTA, cárdeno oscuro, bragado y cornivuelto. Lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas, pero no logró acomodarse a la verónica. Tras un piquetito, intentó El Ojalá, con poca fortuna. En banderillas, variado y de excelente colocación: comenzó con un quiebro al violín, para luego un cuarteo, también al violín, y cerró con un cuarteo tradicional, todo muy reunido en lo alto del morrillo. El toro mostró buen estilo y llegó con fuerza a la muleta, aunque no estuvo excedido de casta ni emotividad. “EL ZAPATA” inició con pases por alto de rodillas, que le jalearon bastante, para continuar con derechazos en redondo, que le celebraron aún más. El bicho comenzó a quedarse corto, y el tlaxcalteca, inteligentemente, abrevió y se fue por uvas, dejando una entera en buen sitio, ligeramente tendida, que requirió dos golpes de descabello para finiquitar. Petición mayoritaria de oreja, bien concedida por el Juez Zapata, y vuelta al ruedo pletórica. CORALISTA fue premiado, excesivamente, con arrastre lento.
SERGIO FLORES enfrentó primero a VALLISOLETANO, un negro zaino, cornicorto, al que le recetó dos verónicas señoriales. Apenas y lo picó, siendo también fugaz el segundo tercio. A la muleta llegó el astado punteando y con poca fuerza, ante lo que poco pudo lograr el matador, a pesar de su insistencia y voluntad. Terminó con molinetes y manoletinas, matando de dos pinchazos y entera trasera. Fuerte ovación por su entrega. Debió cerrar plaza el zaino MERLÍN, un animal paliabierto, de buena presencia, pero que salió “tocado” del pitón derecho, probablemente al rematar en chiqueros, siendo sustituido por BERRINCHE, un precioso cárdeno oscuro, largo como la cuaresma, muy bien puesto. Nada de recibo, y dos varas duras, en las que BERRINCHE se empleó. El animal mostró sentido desde el principio, poniendo en aprietos a las cuadrillas, e incluso al propio matador. Las banderillas transcurrieron en calvario, optando los rehileteros por rejonear a pie, justificadamente, porque el marrajo sabía latín. FLORES se dobló, haciendo el ocho, pero el bicho conservó su fuerza, así como su embestida bronca y enterada. El muchacho no se arrugó, y logró cuajarle algunos muletazos de auténtico sabor y muchísimo mérito. Fue una auténtica lidia, en la que el coleta nacional sacó a relucir su conocimiento, y el astado su casta y entendimiento. Pinchazo arriba, y entera en todo lo alto, que hizo pupa, para escuchar fuerte ovación, que bien pudo ser mucho más.
GUILLERMO HERMOSO DE MENDOZA mató primero a CARDITO, un negro bragado muy enmorrillado que empezó con muchas patas, pero pronto se desinfló. Hermoso le puso un solo rejón de castigo, un tanto caído. En banderillas, dejó por todo el toro, aunque cuajó de buena forma un par a dos manos, que le ovacionaron con fuerza. Mostró buena monta y buen sentido de la lidia, por lo que podría, bien llevado, cuajar, pero aún le falta. Mató de tres cuartos muy traseros y dos golpes de descabello, para escuchar ovación. Su segundo fue CORONEL, un cárdeno bien puesto, de buena presencia. Otra vez sólo un rejón, ante un bicho que desde ya se quedó parado. En banderillas, haciendo todo él, buenas ejecuciones y colocaciones, nuevamente excelente en el par a dos manos, que también dejó en todo lo alto del morrillo. Mató de delantera y contraria, que provocó espectacular derrame, y la muerte inmediata. En un principio, el público exigió los trofeos, acaso sin meditar sobre la pésima estocada, pero cuando Usía concedió un apéndice y HERMOSO lo dejó despreciativamente en la arena, la gente despertó y la emprendió contra el navarro, apoyando la decisión de Usía. La vuelta al ruedo se dio entre división de opiniones, prevaleciendo las adversas, expresándose dentro de esa diversidad quienes rechazaban –con toda justicia- la concesión de la primera, quienes expresaban su admiración al caballista, y quienes repudiaban su altanera y fuera de lugar actitud. Al final, prevaleció esto último, lo que se expresó clamorosamente al término del festejo, cuando los abucheos llegaron al tenor de bronca.
La temporada continuará con la tradicional corrida de Año Nuevo, para la que se ha anunciado al portugués Diego Ventura y a los mexicanos Emiliano Gamero y Santiago Zendejas, así como a los forcados portugueses de Aposento Da Moida, en la lidia de un encierro de San Martín. Hasta entonces.