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Gabriel Zapata Bello

El primer cátcher yucateco que usó señales. En la primera década del siglo XX, tres novenas se disputaban la supremacía local: el Fénix, el Pablo González y el Providencia. El primero contaba con un lanzador que disponía de desarrolladas curvas en sus envíos de nombre Nicolás Albelo, quien sin embargo requería de la inteligencia de un receptor que lo ayudase. Era todavía costumbre que los lanzadores tirasen lo que les parecía mejor y que el cátcher cogiese lo que le mandasen. Vino entonces de vacaciones un estudiante yucateco, José R. Juanes Domínguez, que estudiaba en St. May`s College, de Maryland, EE.UU., y fue invitado a jugar detrás de la goma con el Fénix, a hizo batería con Albelo. Durante el primer inning no hubo coordinación entre el lanzador y el receptor, pero al comenzar el segundo se les vio conferenciando, por lo que a partir de ese episodio, los asistentes quedaban intrigados cuando Juanes en cuclillas, se tapaba la mano derecha con el guante y mostraba uno, dos o tres dedos a su pitcher para pedirle la orientación de sus envíos, lo cual resultó efectivo, ya que los bateadores del Pablo González abanicaron en repetidas ocasiones los indescifrables lanzamientos de Albelo.1 José “Chato” Juanes retornó poco después a su escuela y acabados sus estudios, regresó a su tierra natal donde organizó a un famosos equipo de nombre Gigantes, de variados méritos en la pelota local. Juanes, el primer receptor yucateco en utilizar las señas, tuvo también la gloria de ser el primer cátcher del inmortal lanzador Julio Molina “El Diamante Blanco”, en su debut como pitcher en la inauguración del Athletic Field (Av. Colón esquina con 62), en el cual Molina lanzó 15 entradas contra el Águila de Progreso y quedar empatado el score 3 x 3.

Los primeros cascos de bateo. Roberto “Bobby” Maduro, el empresario cubano propietario del Cienfuegos y del Havana Cubans, de la Liga Profesional Cubana, y de los Cuban Sugar Kings con los que pretendió ingresar a las Ligas Mayores, fue quien trajo por primera vez 4 cascos –2 por equipo– para protección de los bateadores durante una gira de los Reyes del Azúcar a Yucatán en 19542 si bien éstos se utilizaba en las ligas menores norteamericanas, aún no se contaba con ellos en las ligas mexicanas en esos años. Una anécdota hizo famoso el casco protector: el 25 de julio de 1960, jugaban en La Habana los Reyes del Azúcar contra el Rochester, y algunos soldados del Ejército Rebelde que presenciaban el encuentro hicieron unos disparos al aire saludando la víspera del 26 de julio, y una bala perdida rozó el casco del coach del Rochester, Frank Verdi, quien salvó así la vida3. En 1961, el gobierno revolucionario cubano confiscó todos sus bienes a Maduro y desde ese año radicó en los Estados Unidos hasta su muerte en 1986. En la Liga Mexicana, empezó a usarse obligatoriamente el casco protector a inicios de los sesenta y el 6 de agosto de 1970, se llevó a acabo por vez primera el “Día del Casco” en el Parque Carta Clara, en un encuentro entre Tigres del México y Leones de Yucatán, consistiendo esa jornada en regalar a los fanáticos un casco similar al que usaban los bateadores.4

La jaula de bateo. Durante las prácticas de bateo en las Grandes Ligas y para evitar los foules o batazos hacia atrás de las gradas laterales, empezó a utilizarse a principios de los años cincuenta la llamada “jaula de adiestramiento” que evitaba los batazos desviados; la primera imagen que se tuvo en Yucatán de dicho implemento fue la que utilizaban los Indios de Cleveland en su Estadio Municipal mientras practicaba Luke Easter, inicialista aborigen y que fue publicada en el Diario del Sureste en junio de 19515. En nuestro medio, recordamos la pesada jaula de bateo hecha de malla metálica del Parque Carta Clara que empezó a utilizarse principios de los años setenta y que se resguardaba a un costado del jardín izquierdo durante los encuentros.

 

1 La Revista Deportiva, num.82, 7 de enero de 1929, p.7.2 Diario de Yucatán, 19 de agosto de 1973, 2ª secc. p.4.3 www.ecured.cu/Roberto_Maduro4 Novedades de Yucatán, 6 de agosto de 1970, p.16.5 Diario del Sureste, 2 de junio de 1951, p.7