ORDINO, Andorra, 17 de abril (AP).- Marco Trungelliti debería sentirse bien por lo que hizo. El tenista argentino denunció la corrupción en el deporte, ayudando en la lucha contra las bandas de apostadores que manchan el tenis y declarando en contra de colegas deshonestos que fueron suspendidos en parte gracias a su colaboración.
Hizo lo que haría cualquier persona honesta que descubre que las bandas de apostadores sobornan a tenistas para que pierdan. Pero el sudamericano de 29 años dice que está pagando un precio muy caro: Es despreciado por otros jugadores y el estrés afecta su salud y su juego.
Por si esto fuera poco, afirma que se siente abandonado por la cúpula del tenis y por los investigadores que combaten la corrupción. Obtuvieron todas las pruebas que pudieron, pero dice que no lo defendieron públicamente cuando otros empezaron a hablar mal de él, a cuestionar sus motivaciones y lo tildaron de soplón.
“Me usaron”, afirmó. “Y después me tiraron en el medio del mar”.
“Fue un desastre, un desastre total. En mi opinión, fue una de las peores investigaciones que he visto”, agregó. “Todavía lo estoy pagando”.
Trungelliti dice que pidió varias veces a la UIT que saliese en su defensa, sin éxito.
Pero no piensa callarse.
Trungelliti dice que el arreglo de partidos es algo bien conocido en el deporte y está empeorando.
“No son solo los jugadores. Hay muchos técnicos involucrados. Muchos. Más de lo que pensamos”, manifestó. “Si eres débil, te vendes. Es dinero fácil. Si lo piensas, son cien mil dólares por una hora de trabajo”.
Por duras que hayan sido las consecuencias, Trungelliti asegura que volvería a hacerlo de nuevo. De hecho, denunció otro contacto que le hizo una banda de apostadores en el 2016.
Su declaración ante la UIT resume su pensamiento.
“Me encanta el tenis”, expresó. “Me entristece mucho el estado del tenis y el hecho de que se arreglen partidos con tanta frecuencia”.