Jorge Canto Alcocer
Tras un invierno muy movido, con muchas declaraciones y especulaciones, arranca este jueves la temporada 2019 de la Liga Mexicana de Béisbol, que regresa a su formato ordinario, con un calendario de120 partidos, extendidos a lo largo de los próximos cinco meses. Tras la etapa regular, vendrá la fiesta de los play offs, que se espera esté concluyendo en los últimos de septiembre o los primeros de octubre, dependiendo de a cuantos juegos se alargue el compromiso final. Mucho se dijo que disminuiría el número de equipos, que las series serían más cortas, que habría más días de descanso… pero al final nada de ello cristalizó. Los dieciséis conjuntos del año pasado alinearán éste, y el rol contempla, como siempre, el descanso de los lunes, pausa que aprovecharemos, como ya desde hace una década, para lanzar nuestros comentarios. Como ya es tradicional, con mucho amor al béisbol, auténtico fanatismo por nuestro equipo selvático, pero, también, una pluma muy afilada para señalar los errores y los horrores.
¿Cómo vemos al equipo? Empecemos, optimistamente, por señalar lo bueno: regresa la mayor parte de la base mexicana, encabezada por el abridor Samayoa, los cátchers Valle y Sosa, los infielders Juárez e Ibarra, y los jardineros Aguilar y Heras. También retornan los lanzadores refuerzos Yoanner Negrín, César Valdez y Ronald Belisario, habiéndose anunciado que hará lo propio Chad Gaudin en unas tres semanas, pero de eso, hasta no ver… Hasta ahí, todo muy bien, excelente incluso.
Las novedades, en su conjunto, no son tan halagüeñas. La única indudablemente positiva está en el cuerpo técnico, con la adición de Luis Carlos Rivera, uno de los managers más jóvenes y exitosos de nuestra pelota. Rivera llevó a los Bravos de León los años inmediatamente pasados, y lo hizo con gran éxito, motivando de gran manera a un equipo que en el papel lucía realmente mediocre, pero que en el terreno se brindaba, y obtenía, generalmente triunfos importantes. Justo en cada una de las anteriores temporadas fueron los Leones la aduana que ya no pudieron vencer, pero aún en estos casos, dieron batallas tórridas y espectaculares. Y no sólo fueron los resultados: Luis Carlos ha demostrado, en esta su breve paso por la dirección de equipos, un importante conocimiento del béisbol, de la estrategia, de la psicología, así como el uso del “momento” favorable. En un club como el yucateco, uno puede augurarle muchas jornadas felices, aunque ya sabemos cómo se las gasta nuestro deporte. Sea como fuere ¡Bienvenido el cambio! ¡Bienvenido Luis Carlos a la cueva!
Veamos ahora los prietitos en el arroz: sin más explicación que la ojeriza de los dueños, el sensacional Cacao ya no vestirá el uniforme melenudo, en vez de lo cual estará repartiendo garrotazos en la otra frontera, con los Toros de Tijuana. Yucatán pierde así de nuevo a su pelotero clutch, al hombre que un día sí y otro también daba la cara a la ofensiva, sobre todo en los momentos estelares. Se dirá que su ciclo acabó, y que era necesario cambiar de aires, pero… ¿por qué? ¿Se imagina que los Yanquis de los 1930 y 1940 se lo hubieran hecho a Dimaggio? ¿O los Medias Rojas de esos mismos años a Williams? ¿Los Dodgers de los 1960 a Koufax? ¿Absurdo verdad? Bien, pues esperemos que el “horror” de este cambio no traiga consecuencias mayores, sobre todo en una campaña en la que se espera haya mucho bateo por el cambio de esférica.
Para el final hemos dejado algunos enigmas, situaciones que pueden caer de un lado o del otro, y que incluso podrían ni siquiera pesar, pero que hoy se muestran preocupantes. Dos nombres de la rotación de abridores no generan demasiada confianza: Andrés Meza, quien fuera una gloria hasta hace poco tiempo, pero que el año pasado tuvo una actuación menos que discreta, y Aldo Montes, quien fuera gran promesa hace un lustro, pero que no se ha podido consolidar. En situación similar aparecen tres extranjeros: Jonathan Jones, quien había lucido un tanto con Laguna en el norte, pero que en Yucatán estuvo por la calle de la amargura la segunda temporada pasada; Dustin Geiger, quien en 2018 disparó varios cañonazos en Oaxaca, pero cuya trayectoria no es para espantar a nadie; y Garabez Rosa, éste sí de plano un ilustre desconocido –apenas un poco de experiencia en la doble A norteamericana-, al que alguien vio virtudes que no se manifiestan en su palmarés. Otra duda temible está en las paradas cortas, en las que aún no se sabe si se pondrá al experimentado Walter Ibarra, quien cubrió segunda todo el año pasado, o a Jorge Flores, un muchacho muy joven que no parece tener los tamaños para una posición en la que han lucido los yucatecos Gener Rivero, Juan José Pacho y Luis Borges. Y hay que recordar que en un parque como el Kukulcán, tener un buen short generalmente es incluso más importante que tener un buen cuarto bate…
En resumidas cuentas, el equipo que fue campeón el año pasado regresa con casi todas sus armas, menos Cacao –la mayor-, fortalecido en su cuerpo técnico y con dudas fuertes en la rotación, la columna vertebral del fildeo y el bateo. Los tenemos que apuntar como favoritos para pelear el liderato, pero los vemos un tanto menos vigorosos que en los pasados cuatro años, cuando se logró el primer lugar cada temporada. La próxima semana, al tiempo que comentemos el inicio frente al campeón Monterrey, analizaremos al resto de los contendientes. Por lo pronto, disfrutemos el momento: por fin, tras el prolongado ayuno, escucharemos el mágico tronar de la pelota al choque con los bates, o al reventar en los guantes de los defensivos. ¡Play ball!