RIO DE JANEIRO, Brasil, 8 de junio (AP).- Antes y después de la Copa América, Ricardo Gareca apuntó a una persistente discusión: la brecha que se ha abierto entre Europa y Sudamérica.
El técnico argentino de Perú no comprende la poca autoestima de los sudamericanos hacia su fútbol al tiempo que se encandilan con todo lo que pasa en Europa.
Al dar la convocatoria peruana para la Copa América, Gareca contó una anécdota de estar jugando con su nieto y que éste sólo supo nombrar a futbolistas europeos. “¿Qué está pasando en el fútbol sudamericano que nos desmerecemos tanto?”, se preguntó.
La Copa América que acaba de terminar fue un buen barómetro para medir el presente sudamericano, cuyas selecciones no ganan una Copa Mundial desde Brasil en 2002 y el último título en el Mundial de Clubes se remonta al de Corinthians en 2012.
En diversos sentidos, lo visto durante las tres últimas semanas en Brasil no es para vanagloriarse.
Escaseó el fútbol de calidad. Estadios semivacíos durante la mayor parte del torneo, incluso en partidos de la selección anfitriona. El debut del videoarbitraje que suscitó cuestionamientos sobre los criterios de su uso, simbolizados por la imperdible imagen del delantero brasileño Gabriel Jesús tras tirar un puñetazo a la cabina del video luego de ser expulsado en la final.
Salvo los dos estadios de Sao Paulo, las malas condiciones de las canchas generaron una catarata de críticas por parte de jugadores y técnicos.
El astro argentino Lionel Messi dijo que la pelota picaba “como un conejo” en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, donde Brasil venció el domingo 3-1 a Perú en la final para coronarse campeón de la Copa América por novena vez.
Un día antes, Messi afeó el torneo continental cuando usó una palabra que la CONMEBOL quiere alejar tras una serie de escándalos: corrupción. Expulsado en el partido por el tercer lugar con un rigurosa roja directa tras un forcejeo con el defensor chileno Gary Medel, Messi estaba indignado con la cúpula regional. Su convencimiento es que los dos penales que no se cobraron en la derrota 2-0 ante Brasil en la primera semifinal, sin consultar al VAR, son prueba de que el torneo estaba arreglado para que lo ganara Brasil.
Tener al jugador más famoso y destacado en Sudamérica poniendo en tela de juicio la imparcialidad de los dirigentes no es lo ideal para la CONMEBOL, medio año después del fiasco de la final de la Copa Libertadores, el superclásico argentino entre River Plate y Boca Juniors que debió trasladarse a Madrid a raíz de incidentes de violencia en las afueras de la cancha de River.
Tras la caída en desgracia de varios de sus dirigentes en el “FIFAGate”, la CONMEBOL busca con ahínco proyectar una imagen de transparencia y orden organizativo. Su presidente, Alejandro Domínguez, lleva diciendo que en Sudamérica es donde se vive la verdadera esencia del fútbol.
La realidad es otra.
Durante la Copa América, el técnico de Uruguay Oscar Tabárez mencionó que los equipos del tercer mundo ya no pueden hacer lo mismo que antes frente a una Europa en “estado de autosuficiencia” por el flujo de los ingresos por derechos televisivos.
Tabárez lamentó la llegada de la nueva Liga de las Naciones que reducirá partidos amistosos contra europeos: “Se está cambiando todo y cada vez son más difíciles las preparaciones de los equipos, cada vez menos el tiempo que tenemos los entrenadores de los países que tienen muchos jugadores afuera”, dijo.
Respondiendo a las quejas de Messi sobre un torneo viciado, Gareca volvió a pedir que el sudamericano no denigre tanto su propio fútbol.
“Messi es una voz autorizada, lo que no significa que yo lo comparta. Lo respeto como jugador y como ser humano”, dijo Gareca.