Una de las promesas de Jules Rimet, presidente de la FIFA, fue que en cada edición se eligiera como escenario mundialista un Continente diferente; no obstante, Europa vivía tensión porque se avecinaba una de las guerras más crueles en toda la historia de la humanidad.
Alemania había invadido a Austria, así que el mandamás decidió llevar el gran torneo del futbol a su país: Francia. Uruguay seguía con el recelo hacia los países europeos y no participó. Argentina, que se había postulado para ser sede, tampoco asistió, ya que, sumado al enojo, quería suprimir las eliminatorias clasificatorias, algo que el ente máximo no aprobó.
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Así que comenzó con un boicot al que se le unieron México, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia, El Salvador, entre otros. Austria estaba invadida por Alemania, mientras que en España pasaban por una guerra civil. Así que volvía a ser una Copa del Mundo sin completar a 16 participantes.
12 fueron europeos, uno sudamericano, otro centroamericano y por primera vez un asiático: Indias Orientales Neerlandesas -ahora Indonesia-. Fue la última vez que se jugó con eliminación y además se diseñó una pelota especial para la competencia.
Fue una disputa de muchos goles, con 84 en total, donde destacó con 7 tantos el brasileño Leónidas, el antecesor de Pelé. Italia venció 2-1 a Noruega para avanzar directo a cuartos de final, donde enfrentó a una Francia que cayó 3-1. Después, en semifinales, la Azzurra se impuso 2-1 a uno de los candidatos al título: Brasil.
En la final del 19 de julio del 1938, Italia completó su bicampeonato tras dominar 4-2 al combinado de Hungría. Todo era felicidad una vez más, hasta que el 1 de septiembre del 1939 explotó la devastadora II Guerra Mundial, y el gran evento futbolístico entró en un largo parón.
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AA