En Frozen , la trama no gira en torno a princesas indefensas que son salvadas por príncipes, sino en el amor entre hermanas, ya que todo comienza cuando a Anna se le está congelando el corazón y solo podrá sobrevivir si hace un acto de amor verdadero.
Por María Lovera
Ciudad de México, 23 de noviembre (AS México).- Después de que Disney llevara años protagonizando sus cuentos con princesas indefensas y príncipes salvadores, la compañía ha conseguido que una de sus películas más taquilleras destaque precisamente por lo contrario: Frozen ha dado vida a Elsa , una mujer poderosa e independiente que trata de buscar su lugar en el mundo como la Reina de las Nieves.
Hoy, seis años después de la aclamada película, se estrena Frozen 2 y en Epik analizamos por qué tanto Elsa como su hermana Anna se han convertido en fenómenos feministas en el mundo de Disney.
ELSA, UNA HEROÍNA INDEPENDIENTE, ¿POR QUÉ LOS FANS PIDEN QUE SEA LESBIANA EN FROZEN 2?
En Frozen Elsa teme que sus poderes sean demasiado para el mundo y, en Frozen 2 , la princesa esperará que sean suficientes. Para descubrirlo (y, por tanto, descubrirse a sí misma), no necesita un hombre que le haga de guía. Ella, con la ayuda de su hermana, es capaz de valerse por sí misma y convertirse en la verdadera Reina de Arendelle.
Por tanto, ante un panorama en el que a Elsa no le han colocado un príncipe apuesto a su lado, muchos fans piden que, además de que Disney se libere poco a poco del sexismo que ha llevado a cuestas desde sus clásicos, la compañía se ponga las pilas en el otro asunto que tiene pendiente: la diversidad sexual. Los espectadores de Frozen llevan años esperando a que la secuela de la película reconozca a Elsa como lesbiana.
Sin embargo, el debate sobre si la Reina de las Nieves debería ser homosexual o no podemos zanjarlo brevemente: ¿Debería Disney incluir al colectivo LGTBIQ+ en sus obras? Sin duda. Pero eso no significa que Elsa, que por ahora es la única princesa capaz de tener una vida plena sin marido, deba por tanto encontrar el amor en alguien de su mismo sexo.
UNA IRONÍA HACIA EL AMOR ROMÁNTICO Y HACIA EL PRÍNCIPE AZUL
En Frozen Anna, la hermana de Elsa, se enamora del apuesto príncipe Hans nada más verlo por el palacio. Sin embargo, lo que hubiera concluido en un final feliz y romántico en el Disney de hace años, culmina con un inesperado giro en el argumento.
Todo empieza cuando a Anna se le está congelando el corazón y, a menos que haga un acto de amor verdadero, terminará falleciendo. Es entonces cuando se dirige a palacio para que Hans le de ese beso de amor verdadero y se libere del hechizo. Pues bien, si estuviéramos en la época en la que Blancanieves se envenenó con la manzana de la malvada reina o en la que La Bella Durmiente se pinchó con la rueda de Maléfica , veríamos como el acto que salvaría a Anna también sería ese ansiado beso del príncipe.
Sin embargo, cuando llegan a palacio descubren que Hans se trata en realidad de un traidor. La que termina cometiendo el acto heroico de amor verdadero no es otra que ella misma hacia su hermana. Es decir, no necesita ningún hombre para amar y para valerse por sí misma. Bravo a Disney por ese guiño contra sus clásicos.
ELSA Y ANNA, HERMANAS QUE POR FIN SE LLEVAN BIEN
Después de inculcarnos el odio, la envidia y la crueldad que desprendían las hermanastras de Cenicienta, esta vez Disney opta porque las mujeres se liberen de esa enemistad y trabajen en equipo. La aventura a la que Anna se enfrenta en Frozen es reunirse con Elsa para que ésta se convierta en la reina y para que ambas hermanas vuelvan a a estar unidas. De hecho, como hemos contado en el punto anterior, es Anna y no un apuesto príncipe la que comete un acto heroico al intentar salvar a lo que más quiere en el mundo: su hermana.
Eso sí, tampoco vamos a darle todos los méritos a Disney (al menos no todavía). Elsa se ha convertido en un icono feminista, eso nadie lo pone en duda, pero incluso la princesa heroína e independiente tiene que seguir adaptándose a los cánones de belleza femeninos. En cuanto a la repercusión, solo hace falta meterse en una conversación entre niños para descubrir que más de un varón se avergüenza de reconocer que le gusta Frozen por tratarse de una película “para niñas”.
Ahora es tarea tanto de Disney como del resto del mundo la de hacernos ver que una película protagonizada por mujeres (princesas o no) puede estar dirigida a un público de cualquier sexo o sexualidad.
Por Redacción / Sin Embargo