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Ayotzinapa, nuevo interés artístico de Ai Weiwei

El interés del artista chino Ai Weiwei por revisar el estado de los derechos humanos alrededor del mundo, lo llevó a entrar en contacto con los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

El mismo Weiwei (Pekín, 1957) ha vivido en arresto domiciliario y enfrentado censura por su activismo, al tiempo que su fama como artista se expande con muestras en los principales museos del mundo como el Tate Gallery en Londres y el Museo de Arte Moderno en Nueva York.

Pero en México eligió un museo universitario para presentar su obra dedicada al caso _ 43 enormes retratos de los normalistas creados con piezas de Lego _ y que fueran estudiantes quienes le ayudaran a montarla.

“Le interesó que fuera una estructura universitaria y las exposiciones que estaban mostrándose”, dijo Cuauhtémoc Medina, curador, en colaboración con Virginia Roy, de la exposición Ai Weiwei: Restablecer memorias, del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM.

Todo empezó en 2016 cuando Medina llevó a Weiwei al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, donde casualmente se encontraban padres de los normalistas desaparecidos en septiembre de 2014.

“En algún momento les dijo que él había sido también un prisionero político, que cuando uno está desaparecido en una situación totalmente aislada, lo único que lo mantiene vivo es la completa seguridad de que los que los quieren deben estar tratando de luchar por todos los medios de recuperarlo”, recordó Medina sobre este encuentro que causó una gran impresión para el artista.

“También les dijo que batallar contra el estado es muy difícil porque el estado es una máquina”, añadió.

Los normalistas desaparecieron tras ser detenidos por la policía de Iguala, en el estado sureño mexicano de Guerrero. Las autoridades han sostenido que los alumnos fueron entregados por la policía a narcotraficantes que los asesinaron y quemaron en un basurero, algo que un grupo internacional de expertos puso en duda. El actual gobierno creó a principios de año una comisión de la verdad para volver a investigar el caso.

Weiwei vivió en arresto domiciliario por su activismo tras el terremoto en la provincia china de Sichuan de 2008, por el que murieron cerca de 90.000 personas, incluyendo miles de menores de edad que perecieron en escuelas hechas con calidad y materiales deficientes.

El artista, que también ha dirigido los documentales Human Flow y The Rest, pidió autorización a los padres para hacer una cinta sobre el caso. Algunas de las entrevistas de este proyecto pueden verse en la exhibición recientemente inaugurada, que estará abierta al público hasta el 6 de octubre.

Los detalles del caso también están incluidos en una línea del tiempo. Pero quizá lo que más llama la atención es la obra plástica creada con más de un millón de piezas de Lego, la cual fue ideada por el artista bastante entrado en el caso.

“Era muy interesante porque es resignificar completamente el material. ¿Quién no ha jugado con Legos cuando era niño?”, dijo Iván Leyva, estudiante de 23 años de historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y uno de los jóvenes que participaron en la creación de los retratos.

Las imágenes de los estudiantes desaparecidos se basan en aquellas que usan sus padres en pancartas para manifestaciones y conferencias de prensa: jóvenes que miran de frente a la cámara con sus nombres debajo.

Para su creación fueron divididos en nueve secciones con una guía por color; cada pieza de Lego equivale a un pixel de fotografía. Los estudiantes utilizaron menos de 20 colores para realizarlos siguiendo las indicaciones de Weiwei, logrando un efecto de tercera dimensión y policromado en los rostros enmarcados por fondos verde, blanco y rojo, los colores de la bandera mexicana.

Cuando los rostros empezaban a tomar forma, resultaba inevitable no sentirse conmovidos. Christian Tomás Colón Garnica, Miguel Ángel Hernández Martínez y Magdaleno Rubén Lauro Villegas son algunos de los que Leyva ayudó a montar.

“Al menos a mí me ponía la piel chinita (erizada) porque pensaba ‘yo pude ser este’. Nadie está exento”, dijo Leyva. “No deja de dar rabia y más bien tiene que ver con lo simbólico del acontecimiento, lo simbólico de este ataque que hubo contra la comunidad estudiantil”.

Las autoridades del museo pensaron que los estudiantes tardarían cerca de un mes en montar los retratos, pero recibieron una respuesta tan grande de los voluntarios que la hazaña se logró en tan sólo una semana, dando tiempo a que los participantes pasaran tiempo con el artista en una conferencia cuando llegó para supervisar los toques finales de la obra.

“Yo quiero ver que esto no se quede solamente en la exposición, sino que vaya e inspire a otros, así como este artista me está inspirando a mí”, dijo Carolina Rocha, de 22 años, quien cursa el último semestre de artes plásticas en el Centro de Arte Mexicano. “Este es un caso en el que se tiene que hacer completamente justicia y tomar como referencia para que no nos vuelva a pasar”, agregó la joven, quien también participó en el montaje.

Las dimensiones del MUAC permitieron que Weiwei incorporara su obra de gran formato “Salón ancestral de la familia Wang”, parte de una antigua construcción china rescatada por el artista que crea un dinámico contraste entre la historia remota de su país y la historia reciente de México.

“Es una muestra de la muy interesante conversación que existe hoy entre estética y política”, dijo Medina. “La crisis de derechos humanos en México se ha convertido en un tema global de forma tan radical, de modo que ya no podemos pretender que se trata de un hecho secundario la desaparición de decenas de miles de personas o la muerte de más de 200.000 en los últimos años”. CIUDAD DE MÉXICO (AP)

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