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¿Quién fue Jesucristo?, una respuesta esencial en estos momentos

Félix Sautié Mederos

DXIV

Hace algunos días en POR ESTO! se publicó una nota sobre la visita al director del periódico, maestro de periodistas Don Mario Menéndez, del egregio sacerdote mexicano José Alejandro Solalinde Guerra, ambos iconos y afectos muy especiales para mis ideas y mi vida práctica concreta cristiana y revolucionaria. Lo publicado en dos oportunidades hasta el momento en que escribo, lo considero muy importante y oportuno en las actuales coyunturas que estamos viviendo en el mundo. Especialmente, cuando de conjunto y con inusitada fuerza los tambores de la guerra suenan y las campanas están repicando a arrebato de nuevo.

Me refiero en estos momentos cruciales, a que estamos ante una guerra de cuarta generación, caracterizada, además de las agresiones violentas directas, por el uso del espacio digital abierto por las nuevas tecnologías de la información del siglo xxi con la divulgación reiterada de las fake news engañosas, las campañas de desprestigio, las amenazas groseras, así como las sanciones a diestra y siniestra manifestadas como una de las expresiones prácticas de las guerras económicas, que también ocasionalmente pueden convertirse en guerras calientes locales, por denominarlas de alguna forma. Ejemplos de ello hay varios, y el Medio Oriente tiene algunos muy divulgados.

En consecuencia, también habría que tener en cuenta en la actualidad que una guerra mundial podría ser el fin de nuestra civilización humana e incluso de nuestro planeta. Las armas de destrucción masiva que tienen almacenadas los poderosos de la tierra son tantas, que han puesto al planeta y a la humanidad al borde de un holocausto final. Lo peor de todo es el desequilibrio, la incultura, los caprichos y la perversidad de algunos líderes mundiales, como es el caso de Mr. Trump, junto con sus acólitos, quien se ha dedicado a la política de amenazas, insultos y sanciones. Lo que con Cuba se traduce día a día en nuevas restricciones en función del criminal bloqueo que sufrimos hace ya sesenta años. Especialmente encaminadas a propinarnos un jaque mate definitivo, contra lo cual luchamos sin descanso. Esta agresividad imperial contra Cuba se intensifica a pesar de los rechazos de la comunidad internacional al criminal bloqueo de los Estados Unidos a Cuba. En este sentido, de nuevo el Gobierno de los EE. UU. acaba de sufrir una derrota memorable en la Asamblea General de la ONU con una votación casi unánime a favor de la Resolución Cubana titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, de 187 votos a favor, 3 en contra y 2 abstenciones. Así las cosas, en estos momentos cruciales.

Entonces, vuelvo a lo fundamental de lo conversado en este encuentro a que me refiero. Fue al respecto de un tema que considero de una muy especial importancia conceptual ¿Quién fue Jesucristo? Cito, en consecuencia, como botón de muestra, algunos párrafos esenciales de lo publicado, que confieso movieron mi interés temático y mis recuerdos de vida, y lo hago para ubicarme en el tema que pretendo plantear en este capítulo.

En el texto del diálogo publicado con énfasis especial de lo expresado por el egregio sacerdote mexicano, se expresaron conceptos muy significativos, tales como:

[…] que la actitud del Presidente de México tiene mucho que ver con su visión cristiana, lo que se refleja en sus palabras de que “el fuego no se apaga con más fuego” o que “a violencia no se puede apaciguar con más violencia”.

Señaló que Jesucristo pensaba lo mismo y profesaba la idea de que “al que te haga mal devuélvele un bien” o de que “si alguien te golpea en la mejilla pon la otra”, pero señaló que esto no tiene que ver con renunciar a tus derechos o con dejarse humillar, sino que tiene que ver con frenar la violencia y no contestar de la misma forma […].

[…] El también colaborador de POR ESTO! apuntó que Jesús no inició una religión, sino que fue un revolucionario y así hay que verlo. Confió en que la gente despertará y un día dejará de rezar y comenzará a actuar más por la justicia, porque hay mucho por hacer en este sentido en el país.

Añadió que el cristianismo y la revolución se encuentran, porque la revolución de Cristo no es para creerse, sino para cambiar las cosas, como para pasar de una dictadura a la democracia, del individualismo a una economía solidaria.

Además, dijo que López Obrador está tratando de separarse de los poderes fácticos capitalistas pues se trata de un Presidente que tiene como destinatario al pueblo y principalmente a los de la clase media para abajo, y en particular los más pobres que siempre han sido los excluidos.

Destacó que eso mismo plantea la Teología de la Liberación, en el sentido de tener una opción preferencial por los pobres […].

Por su parte, el Director de POR ESTO!… Menéndez Rodríguez destacó también que la personalidad de Jesucristo es fascinante, tanto así que luego de más de dos mil años no se ha logrado comprender del todo. En este sentido, acordó con Solalinde Guerra reunirse en otra ocasión, con más tiempo, para discutir y hablar exclusivamente de la personalidad de Jesús.

Mostró la figura de Jesús que tiene frente a su escritorio y expuso que cuando la situación es muy difícil, como todos los días que en el quehacer del periódico se encuentran problemas, la voltea a ver y piensa en ese revolucionario que sabía que su muerte era inminente y aun así se sacrificó por los demás.

Solalinde señaló en este sentido que además Jesús es grande, porque siendo Dios nunca usó sus poderes de Dios, sino que se mantuvo siempre a imagen y semejanza de los humanos […].

Lo expreso hasta aquí con independencia, además, de que en la entrevista fueron abordadas también importantes consideraciones sobre la situación política del momento y la labor del presidente Manuel López Obrador que considero muy importantes. Pero debo confesar que el tema al respecto de¿Quién fue Jesucristo? me impactó profundamente y me sentí convocado a expresar algunas opiniones al respecto de la personalidad de Jesús de Nazaret, sobre las cuales incluso he publicado otras veces; pero que forman parte de mi especial seguimiento de vida tras sus huellas y sus ejemplos imperecederos. Principalmente, las encuentro en el Evangelio, como es lógico.

Para mí Jesucristo y su impronta han sido un parteaguas esencial en mi vida, y recuerdo que uno de los primeros artículos que publiqué en Juventud Rebelde en la época en que asumí la dirección del periódico, precisamente tuvo por tema con el título “¿Quién fue Jesucristo?”. Debo decir que tuvo un especial impacto, que todavía a pesar del paso de los años lo conservo grabado en mi mente. Ese impacto, junto con mis convicciones cristianas y con el ejercicio de mi pensamiento propio, han sido argumento para que algunos extremistas de derechas, e incluso de izquierda, por caracterizarlos específicamente, me hayan convertido en anatema y pujen por borrarme por completo de los ámbitos conceptuales y políticos abiertos por la Revolución en la Cuba que nací y, específicamente, en la Revolución por la cual he estregado mi vida completa.

Lamento tener que recordarlo de nuevo como otras veces lo he hecho en mis escritos frecuentes, pero no tengo otra forma de defender mi honor y mi prestigio revolucionario forjado por una entrega total desde que en 1957 dejé atrás mis sueños de convertirme en un fraile dominico, para abrazar por siempre la lucha revolucionaria en la cual espero morir y quedar sembrado en la tierra de mi Habana maravilla que ya cumple sus 500 años de existencia.

En este sentido, quiero recordar lo que el destacado teólogo español don Benjamín Forcano escribió al respecto de mi definición de cristiano y revolucionario, en el prólogo de mi libro testimonio Sin tiempo para morir, publicado por la Editorial Nueva Utopía, Madrid, 1999:

[…] Es la novedad de un militante revolucionario, ciudadano como los demás, pero cristiano, que excluido o alejado de la Iglesia oficial, estigmatizado y tolerado de los cuadros del Partido, emerge en ese marco de la sociedad cubana, y rompe con la nuda fuerza de su dignidad, con esa fuerza que opera en la propia intimidad, las irracionalidades y los dogmas de una y otra parte.

Los teólogos han hecho correr mares de tinta para distinguir las patologías religiosas de las formas auténticas de religiosidad; denunciar las complicidades de la religión con la política; subrayar el papel público y subversivo de la fe; y esclarecer con los procesos revolucionarios, sin que ella pierda su identidad.

La cuestión no va entre creyentes y ateos, sino entre revolucionarios y contrarrevolucionarios, quienes serán creyentes o ateos.

Lo decía con palabras hermosas, el obispo Casaldáliga:

“Fidel a estas alturas de tu vida y de la mía, y de la marcha de nuestros pueblos y de las iglesias más comprometidas con el Evangelio, tú y yo podemos muy bien ser al mismo tiempo creyentes y ateos.

”Ateos del dios del colonialismo y del imperialismo, del capital ególatra y de la exclusión y el hambre y la muerte para las mayorías, con un mundo dividido mortalmente en dos (dónde están el Este y el Oeste entre este Norte y Sur…?).

Y creyentes, por otra parte, del dios de la Vida y la Fraternidad universal, con un mundo humano único, en la dignidad respetada por igual de todas las personas y los pueblos […]”.1

Mientras que, por su parte, Fidel ha expresado al respecto, según lo publicado por Fray Betto en su libro Fidel y la Religión:2

[…] FIDEL CASTRO. Yo no pienso que porque Campanella haya sido dominico, tú vayas a ser comunista utópico. FREI BETTO. No, espero que no sea utópico. De todas maneras, yo creo que el comunismo tiene mucho de utopía, y nosotros, a lo que tiene de utopía, teológicamente le llamamos Reino de Dios, porque en el momento en que no haya ninguna contradicción, e incluso no exista más el Estado, entonces creo que vamos a llegar a otra esfera de cualidades espirituales en la vida humana. FIDEL CASTRO. Estoy de acuerdo contigo, porque es verdad que toda revolución tiene sueños y esperanzas de grandes realizaciones. Es posible que no llegue a realizarlas todas, por ese porcentaje de utopía que pueda tener la idea revolucionaria, como creo también que el cristianismo tiene, igualmente, elementos de utopía, del mismo modo que lo tiene el socialismo y los tiene el comunismo […].

En tanto que el líder católico comunista español Alfonso Comín, en su ensayo publicado en 1979 con el título Por qué soy marxista y otras confesiones, escribió textualmente algo que considero muy importante:

[…] En una palabra: se trata de un encuentro entre un progresismo marxista y un progresismo cristiano. Entre ellos es muy posible el diálogo, la colaboración e incluso la interpretación.

[…] deseo de ahora en adelante, allí donde se pronuncie la palabra de Jesús haya esperanza, esperanza activa, liberadora, compañera silenciosa pero arrolladora del corazón de una nueva humanidad sin clases, reconciliada con ella misma […].3

Y no podía faltar en estas citas una idea que expresó el papa Francisco en su homilía de inicios del año 2019, respecto a la relación entre Dios y el hombre, cuando dijo: “[…] Dios y el hombre siempre juntos, esta es la buena noticia al inicio del año: Dios no es un señor distante que vive solitario en los cielos, sino el Amor encarnado, nacido como nosotros de una madre para ser hermano de cada uno, para estar cerca: el Dios de la cercanía[…]”.

Lo que además quiero coordinar con lo que también declaró Francisco en noviembre de 2016 al diario al diario La República de Italia, en el sentido de que: “Son los comunistas los que piensan como los cristianos”. Lo que me impresionó mucho en esa ocasión precisamente por la algarabía y el debate que se creó al respecto. Entonces me llevó a buscar más en lo que Francisco ha declarado al respecto y encontré algo más completo aún que también cito a continuación: “Son los comunistas los que piensan como los cristianos. ‘Cristo ha hablado de una sociedad donde los pobres, los débiles y los excluidos sean quienes decidan’. No los demagogos, los barrabás, sino el pueblo, los pobres, que tengan fe en Dios o no, pero son ellos a quienes tenemos que ayudar a obtener la igualdad y la libertad”.

Y don Pedro Casaldáliga, mi mentor espiritual, obispo referente de la Teología de la Liberación y poeta de combate, entre los múltiples poemas que le escribió a Jesús de Nazaret hay uno que me impresiona muy especialmente y que tiene mucho que ver con el tema que planteo aquí:

¿Cómo dejarte ser sólo Tú mismo

sin reducirte, sin manipularte?

¿Cómo creyendo en Ti no proclamarte

igual, mayor, mejor que el Cristianismo?

Cosechador de riesgos y de dudas,

debelador de todos los poderes,

Tu carne y Tu verdad en cruz, desnudas

contradicción y paz, ¡eres quien eres!

Jesús de Nazaret, hijo y hermano,

viviente en Dios y pan en nuestra mano,

camino y compañero de jornada,

Liberador total de nuestras vidas

que vienes, junto al mar, con la alborada,

las brasas y las llagas encendidas.

En resumen, de lo que otros mucho más importantes y trascendentes que lo que pueda ser yo han expresado, para culminar este acercamiento al tema debatido por el egregio sacerdote mexicano José Alejandro Solalinde Guerra y el maestro de periodistas Don Mario Menéndez, director de POR ESTO!, quiero expresar algunos sentimientos y algunas consideraciones para meditar y escribir sobre Jesús de Nazaret, Dios y Hombre verdadero me motivan profundamente:

En lo personal, trato de ser un seguidor de Jesús de Nazaret para mi paradigma esencial y básico de lo que es verdad y justicia. Cito en consecuencia, lo que se ha dado en mencionar como su Discurso Evangélico, en el que expresó principios en los que Él fue ejemplo por siempre, que son relatados en las Bienaventuranzas que se recogen en Mateo 2 del 3 al 12:

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los Cielos,

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos, pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

De igual manera expresó en Mateo 25-31 en adelante que en el Juicio Final de las Naciones, a los justos se les planteará:

“Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mi…En verdad os digo que cuánto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis […]”.

En cuanto a las riquezas y la justicia con los pobres, hay múltiples expresiones concretas y ejemplos de Jesús en los Evangelios. Quizá la más destacada, en mi criterio, es la que se expresa en Mateo 19:16-30y Lucas 18:18-30 que en esencias plantea:

El dirigente rico

Cierto dirigente le preguntó:

Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino solo Dios.Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”.

Todo eso lo he cumplido desde que era joven —dijo el hombre.

Al oír esto, Jesús añadió:

Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico. Al verlo tan afligido, Jesús comentó:

¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! En realidad, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios[…].

Así lo pienso, así lo he comprendido y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.

Quizás en lo adelante escriba más sobre el particular porque el tema y mis convicciones dan para mucho más.

Continuará.

Notas

1 Félix Sautié: Sin tiempo para morir, Editorial Nueva Utopía, Madrid, 1999. Prólogo de Benjamín Forcano, pp. 16 y 17.

2 Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto, Oficinas de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1985, p. 257.

3 Alfonso Comín: “¿Por qué soy marxista?”, Obras Completas, tomo III, Fundación Alfonso Comín, Barcelona, 1987, pp. 281 y 282.

Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme, criterios, opiniones y preguntas: fsmederos@gmail.com