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La espiritualidad prohibida / De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo

Félix Sautié Mederos

DXVIII

Ultimamente, en los artículos míos he hecho mención al respecto de los “conservadores” como parte de una relación de personas que ejercen un pensamiento conservador y actúan conforme a esos criterios dentro del proceso revolucionario cubano. Parece ser que hay a quienes le ha llamado la atención esa clasificación mía utilizada dentro de una relación integrada por revolucionarios, burócratas, autoritarios, detenidos en el tiempo, contrarrevolucionarios y neutros, clasificaciones que generalmente han estado más al uso en las descripciones de los grupos que subsisten en la sociedad cubana del momento. Lo que se corresponde, además, con algunas descripciones de la composición política, económica y/o filosófica de los grupos sociales subsistentes dentro de nuestro proceso revolucionario en la actualidad, pero que por lo general no incluyen a los elementos conservadores; como si en realidad no existieran en nuestros ámbitos locales. A eso quiero referirme, a su existencia entre nosotros.

Al respecto de este orden de cosas, en mi opinión estamos ante un problema muy importante, clasificatorio de definiciones, en las actuales circunstancias y coyunturas que se desenvuelven en América Latina. Especialmente así deberíamos considerarlo, si tenemos en cuenta los procesos de restauración por la fuerza y por causa de las argucias imperialistas de las derechas en el poder, desplegadas en nuestro continente. Ahora además agravadas por las recientes amenazas del Gobierno de Mr. Trump de que los Estados Unidos van a intervenir directamente en contra las protestas que se han desplegado en diversos países de Nuestra América. Todo ello, a favor del neoliberalismo, impulsado por el Gobierno de los Estados Unidos. Específicamente de acuerdo con su revivida por Mr. Trump Doctrina Monroe, de América para los americanos, que se ejerce con el palo y la zanahoria, pero en la actualidad con más palos que zanahorias para los países latinoamericanos que han desarrollado sistemas de gobierno y políticas progresistas. Ejemplos concretos los podemos apreciar en el Brasil de Lula y de Dilma Rousseff, la Honduras de Celaya, la Argentina de los Kirchner, el Paraguay de Fernando Lugo y en las últimas semanas la Bolivia de Evo Morales. Y está por ver lo que puede suceder en Uruguay, con el triunfo por muy pequeño margen de las derechas en sus recientes elecciones.

En lo que se refiere a la realidad específica de esta relación de países dañados sensiblemente por la acción imperialista de los Estados Unidos, debo reconocer que en Bolivia se han aplicado todos los resortes del poder dictatorial al duro en lo tradicional de los golpes de Estado, que en el tiempo se han conocido en nuestro continente como los del Plan Cóndor en Suramérica y la dictadura de Pinochet en Chile, por solo mencionar dos de los más sangrientos, con una saña radicalmente criminal, racista e inhumana, que en el reciente caso de Bolivia ha utilizado el nombre del Dios único cristiano y sus símbolos esenciales para torturar y matar a mansalva, en una concepción racista que incluso ha ido más allá de lo específicamente económico para desarrollarse en un odio al indio generalizado dentro de sus propios ámbitos ancestrales.

Situaciones realmente muy graves y peligrosas, que pueden hacer explotar nuestro continente dado el hecho de las manifestaciones populares que se han revelado contra el fascismo, los crímenes y el neoliberalismo en Ecuador, Colombia, Chile y en Bolivia. Lo que puede convertirnos en una zona de guerra generalizada que pase por encima de la Zona de Paz que se proclamó en Cuba con el apoyo unánime de todos los países integrantes de la Celac, tal y como se expresa textualmente en la Declaración Oficial aprobada en La Habana, de la que cito su primer párrafo: “Las Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), reunidos en La Habana, Cuba, los días 28 y 29 de enero de 2014 en la II Cumbre, en nombre de sus pueblos e interpretando fielmente sus anhelos y aspiraciones”.

Así como también quiero dejar constancia de lo que se expresa en sus párrafos subsiguientes que describen los sentimientos y los criterios políticos que movieron la aprobación de esta Declaración y que también cito textual:

Ratificando el compromiso de sus países con los Propósitos y Principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, y conscientes de que la prosperidad y estabilidad de la región contribuyen a la paz y seguridad internacionales. Conscientes de que la paz es un bien supremo y anhelo legítimo de todos los pueblos y que su preservación es un elemento sustancial de la integración de América Latina y el Caribe y un principio y valor común de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños Celac.

Basten, pues, solo estos párrafos para lo que quiero fundamentar en este capítulo.

Por otra parte, en lo referido específicamente al movimiento conservador, puedo decir que se han escrito ríos de tinta por politólogos y especialistas, pero que con algunos párrafos muy concretos quiero plantear los fundamentos esenciales del planteamiento que pretendo expresar, y que está ampliamente tipificado desde el punto de vista filosófico y conceptual, en sentido general:

En lo político, se denomina conservadurismo al conjunto de doctrinas, corrientes, opiniones y posiciones, generalmente de centroderecha y derecha, que favorecen tradicionesy que son adversas a los cambios políticos, sociales o económicos radicales, oponiéndose al progresismo. En lo social, los conservadores defienden valores familiares y religiosos.

El conservadurismo es un modelo mental que es enseñado de manera individual o colectiva, con base en las enseñanzas o experiencias adquiridas en las diferentes etapas de la vida de los seres humanos. Con el objetivo de moldear los hábitos de las personas, conforme las creencias del conservadurismo de determinada sociedad del mundo.

En lo económico, los conservadores históricamente se posicionaron como proteccionistas, en oposición al libre mercado. Sin embargo, durante el siglo xx algunos de los partidos conservadores adoptaron posiciones económicas liberales al fusionarse con partidos de esta tendencia, aliados en la defensa del sistema socioeconómico capitalista, en oposición al socialismo y el comunismo. Consecuentemente, en la actualidad en el conservadurismo político coexisten diversas posturas sobre lo económico. A la fusión entre ambas posturas se la denomina comúnmente como liberalismo conservador.

Así, dentro de la misma corriente algunos buscan mantener las condiciones presentes o un progreso paulatino dentro de un orden social heredado, otros buscan volver a situaciones anteriores, por lo que existe una cierta confusión –incluso dentro de la misma cultura política– acerca de quiénes serían, en un momento dado, conservadores. Martín Blinkhorn, por ejemplo, pregunta: “¿Quiénes son los conservadores en la Rusia de estos días? ¿Son los estalinistas irredentos o los reformadores que han aceptado las visiones políticas de derecha de los conservadores modernos, tal como Margaret Thatcher?”.1

Además, a estas consideraciones conceptuales que considero esclarecedoras quiero unir otra cita fundamental para mi análisis al respecto, porque da complemento a la situación actual en nuestro continente. Me refiero a una entrevista que la periodista mexicana Carmen Aristegui hizo a Enrique Dussel (académico, filósofo, historiador y teólogo argentino/mexicano) y que se ha publicado en el portal Explícito, de la cual por correo electrónico recibí una síntesis muy significativa que, en mi opinión, como decimos los cubanos, no tiene desperdicios, y que cito textualmente. Lo hago también porque su contenido da base y fundamentos a lo que plantearé al respecto de la subsistencia interna en Cuba de elementos conservadores, que deberíamos tener muy en cuenta en nuestras actuales circunstancias. Lo hago con el propósito de facilitar su identificación específica, muchas veces oculta en lo interno de otras definiciones, incluso de índole religiosa evangélica, muestra de lo cual tuvimos en las actividades de análisis y discusión de la nueva constitución; además, de acuerdo con lo que actualmente sucede en Nuestra América.

No hay herramientas intelectuales suficientes para analizar la guerra santa que está utilizando Estados Unidos para sustentar golpes de Estado en países de Latinoamérica. Así puede resumirse la tesis de Enrique Dussel, académico, filósofo, historiador y teólogo, al analizar el derrocamiento de Evo Morales en Bolivia y el panorama político regional.

Entrevistado por la periodista mexicana Carmen Aristegui y replicado por el portal Explícito, Dussel recordó que “Bolivia era el país más pobre junto con Haití, y ha aumentado su porcentaje de riqueza como ningún otro. Nadie podía esperar una reacción ahí. Un primer tema es cómo reacciona un sector de clase que habiendo estado en la pobreza y gracias a los gobiernos progresistas ingresan a una clase media.

”Tienen otras aspiraciones que no son salir de la pobreza. Hay un cambio en la subjetividad. Se pasa a la subjetividad consumista que cree que ciertos proyectos de derecha pudiesen solucionar sus nuevas aspiraciones”.

Católicos vs. Evangélicos

Agregó el teólogo que “quienes salieron de la pobreza en Bolivia son sujetos que en el fondo aspiran a ser un consumista neoliberal. Y ahí entra un factor: en un golpe de Estado como el de (el militar chileno Augusto) Pinochet, los que dirigieron ese proceso, lo mismo con los militares argentinos, decían que tenían que afirmar una civilización occidental cristiana católica de derecha contra el comunismo”.

“Un nuevo fenómeno son las iglesias evangélicas que están apoyando el proceso brasileño y en Bolivia, con un hombre desaforado como (Luis Fernando) Camacho, que dice algo esencial: ‘Vamos a sacar de los lugares públicos la Pachamama y vamos a imponer la Biblia’. Pero esa biblia no es la católica, es la de los grupos evangélicos. Toma la cultura popular de los pueblos originarios como un horrible paganismo que el cristianismo debe reemplazar a rajatabla.

”Es una biblia evangélica que viene de las sectas norteamericanas que cambia la subjetividad. Se propone que el hombre deje sus costumbres ancestrales, deje las borracheras y se proponga trabajar y entrar en la sociedad consumista capitalista burguesa”, señaló Dussel.

Además, racismo

Sumados a estos factores, señala Dussel que “en Bolivia se da por un lado la blanquitud, el blanco que desprecia al indígena, a las cholas, que consigue con la doctrina de la OEA de (su secretario general Luis Almagro). Eso da un panorama en América Latina que hay que abordar con mucha seriedad”.

“Las tradiciones aymaras, que además vienen siendo influenciadas por cinco siglos de catolicismo, se enfrentan ahora con los evangélicos. Va a ser una especie de lucha religiosa pero que es esencialmente política. Eso explica otra cosa: la teología de la liberación, que es cristiana, pero se apoya en los pobres contra los ricos. ‘Bienaventurados los pobres, malditos los ricos’.

”Eso es invertido en los grupos evangélicos. Eso supone toda una revisión histórica teórica que la izquierda no está habituada, porque proponía el ateísmo como condición de ser transformador. Se encaraba al indígena y como este tenía toda su condición religiosa no sabía cómo tratarlo y se lo rechazó. Y ahora hay que asumirlo y enfrentarlo a un evangelismo pronorteamericano”.

Evangélicos y la OEA

Los evangélicos, señala Dussel, “le dan un sentido”: “Deja todas esas costumbres nefastas, hazte un hombre austero, trabajador, bien organizado y saldrás de la pobreza porque Dios te va a bendecir con una riqueza aceptable?. La riqueza es considerada como en el antiguo calvinismo como una bendición de Dios. La Pachamama es el origen de la pobreza”.

“Esa biblia reinterpretada desde un hombre moderno norteamericano es el origen de la posibilidad de una nueva biblia, eso es hoy usado por la OEA y la nueva política norteamericana que se está retirando de Medio Oriente. Se habían alejado de América Latina, pero como en Irak e Irán han sido derrotados, vuelven a Latinoamérica y la quieren recuperar. Eran sutiles los métodos, pero hemos vuelto a los golpes de Estado”, remató Dussel.2

Es mi opinión personal al respecto de estos criterios que considero muy esclarecedores, que he citado por su importancia esencial, porque me facilitan la identificación de elementos conservadores dentro de nuestra sociedad local. Pienso, en consecuencia, que deberíamos meditarlos profundamente teniendo en cuenta las diferencias básicas de nuestro socialismo muy específicas, podría decir yo que únicas, las que he relatado en mi anterior artículo, titulado “Siempre hay que mirar hacia lo más profundo de la sociedad”; pero que en mi opinión no es ocioso que vuelva a recordar:

- En Cuba el viejo orden capitalista dependiente en grado máximo del imperialismo norteamericano fue destruido al principio de la Revolución y sustituido por un orden nuevo. Me refiero al Ejército, la policía, los tribunales y el sistema de partidos políticos defensores del capitalismo y subordinados al “norte revuelto y brutal” que nos desprecia.

- Contamos con unas Fuerzas Armadas, una policía y unos órganos de la Seguridad del Estado revolucionarios, organizados en una composición y un sistema que se fundamenta en el concepto que son parte esencial del pueblo uniformado.

- Los tribunales y el sistema jurídico del país parte de fundamentos socialistas y profundamente populares.

- El Poder Popular es el sistema de gobierno por el pueblo y para el pueblo.

- Contamos con una constitución hecha y aprobada por el pueblo, que garantiza plenamente sus derechos.

- Tenemos un sistema de organizaciones de masas que de conjunto es efectivo en el desarrollo y defensa del proceso revolucionario.

- El amplio trabajo de solidaridad internacional de la Revolución cubana, especialmente en la salud, estrecha los lazos de amistad y desarrolla eficientemente el prestigio de la Revolución cubana en el mundo.

Si bien estas diferencias de la situación cubana son esenciales, hay cuestiones también esenciales dentro de las complejidades del pensamiento y de los intereses de las personas en cuestión que nunca deberíamos pasar por alto en el sentido del desenvolvimiento de la vida y del medio en que se desenvuelven las personas aún dentro de una sociedad socialista como la cubana, sobre la base de sus intereses específicos, su condición de clase heredada u obtenida gracias al desarrollo económico con justicia social que los sacó de la pobreza, y como el ser humano piensa según vive, y sucede, en lo general, que muchas veces su posicionamiento, su pensamiento, así como sus sentimientos específicos, dan un vuelco decisivo. Esto es lo que expresa Dussel al respeto de lo que sucede con los que son sacados de la pobreza; se convierten en una clase media que piensa según vive en su nueva condición olvidándose de dónde vino. Entonces en estas circunstancias, actúan las condiciones materiales de vida sobre la conciencia y las condiciones sociales y/o espirituales, frente a los oropeles y las tentaciones que adornan al consumismo capitalista.

Por otra, en este sentido, hay otros factores muy importantes y nada despreciables, como son:

- El dogmatismo con que pueda analizarse y definirse el desenvolvimiento político y social del momento en cuestión.

- El sobreponer las tradiciones por encima de los aspectos novedosos de la vida que plantean la justicia social con los históricamente más desprovistos.

- Los acomodamientos que producen un miedo enfermizo a los cambios económicos, políticos y sociales.

- Lo que generalmente sucede a quienes se dejan llevar por un consumismo desmedido, que privilegia el individualismo y el egoísmo personalista por encima de los intereses colectivos y de la solidaridad entre las personas; quienes detentan iguales derechos, así como iguales oportunidades a partir de lo cual cada uno podrá desarrollarse y llegar tan lejos como su capacidad y su laboriosidad se lo permita.

- El dejarse influir decisivamente por los “fanatismos literalistas” bíblicos-religiosos que establecen determinados dogmas básicos que estructuran la vida y el desenvolvimiento de las personas, algunos de los cuales por demás son decisivamente influidos por los intereses imperialistas de sojuzgación de los pueblos.

- Los conservadores en estas circunstancias, son los que no se enfrentan al statu quo, incluso generalmente por mantener y preservar sus propios intereses y el poder que hayan podido alcanzar. En consecuencia, son inmovilistas y procuran que nada se mueva en la sociedad. Cuando se ponen a favor de algún cambio, lo plantean al estilo “gatopardiano” de que cambie todo para que en definitiva no cambie nada.

- Los conservadores rechazan el ejercicio de la crítica constructiva e incluso excluyen a los que ejercen la crítica y el pensamiento propio. Son aliados del triunfalismo.

- Los conservadores son en nuestra sociedad los que tratan de detener las reformas económicas necesarias, por lo general pactan tácitamente con los burócratas, los centralizadores, los autoritarios e incluso con los comulgan con el estalinismo.

Así lo pienso y así lo expreso, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.

Continuará.

Notas

1 Conservadurismo, Wikipedia, en https://es.wikipedia.org/wiki/Conservadurismo

2 Carmen Aristegui entrevista a Enrique Dussel, portal Explícito.

Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme criterios, opiniones y preguntas: [email protected]

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