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Entretenimiento / Virales

Marta Núñez Sarmiento*

II

En mi trabajo previo les relataba cuánto aportan los estudios de caso para que los investigadores conozcamos las especificidades de las situaciones a las que nos enfrentamos, de manera que sus hallazgos nos sirvan para comprender por qué y para qué surgieron. Estos saberes nos posibilitarán comprender si ellas son sucesos aislados o si forman parte de fenómenos a más largo plazo. Un requisito para lograr esto es conocer los contextos históricos concretos que dieron lugar a los casos que seleccionamos, dos producidos en las altas esferas del gobierno que rigen la política exterior hacia Cuba y un tercer informe que generó un prestigioso “tanque pensante” de EE. UU.

Los Informes para el Presidente de los Estados Unidos de 2004 y 2006 fueron confeccionados en la época del Consenso de Washington y, consiguientemente, contenían medidas para desencadenar en Cuba cambios hacia el neoliberalismo cuando “los hermanos Castro” no ostentaran el poder. En esos años en América Latina el temor que las ideas del socialismo se vincularan a las del antiimperialismo y a las que abogaban por consolidar la verdadera independencia nacional se transformaban en realidades, no por la vía de la lucha armada, sino por la de las elecciones.

El primer Informe de 2004 estuvo precedido por las duras críticas que los cabecillas de la ultraderecha cubanoamericana del sur de la Florida, sobre todo los congresistas, dirigieron al presidente Bush en torno a sus declaraciones durante la celebración del 20 de Mayo en 2003, porque estimaron que había actuado con tibieza hacia “el régimen de Castro”. Para reafirmar la dureza de su política hacia la Isla, en aras de evitar contradicciones con sus electores potenciales en el sur de la Florida en las elecciones presidenciales de noviembre de 2004, Bush creó el 10 de octubre de 2003 la primera Comisión de Ayuda a una Cuba Libre (CACL), presidida por el secretario de Estado, general Colin Powell. Designó como su copresidente al entonces secretario de Urbanismo, el norteamericano de origen cubano Mel Martínez, quien renunció a esta responsabilidad poco después para dedicarse a su elección como senador.

Esta Comisión utilizó parte de los trabajos que había publicado el Cuba Transition Project (CTP) –creado en 2002– del Instituto para Estudios Cubanos y Cubano Americanos (ICCAS) de la Universidad de Miami. Desde marzo de 2003 el CTP fue financiado por la Usaid y, al parecer, este financiamiento caducó a inicios de 2008. Entre 2002 y 2006 el CTP emitió varios ensayos sobre “la transición en Cuba” que fueron escritos por académicos y políticos cubanoamericanos y en menor medida por norteamericanos. Podría inferirse que durante el periodo presidencial de George W. Bush, el CTP sirvió como un centro de pensamiento para elaborar proyectos dirigidos a lograr la transición en Cuba y que este proyecto murió con la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre o, incluso, antes de que esto sucediera.

El informe elaborado por la primera CACL en 2004 resultó sumamente voluminoso (423 páginas), con una profusión de informaciones innecesarias –y en ocasiones inexactas– sobre la realidad cubana. A pesar del evidente apresuramiento con que fue redactado este primer Informe al Presidente, contenía recomendaciones que, al ser puestas en práctica, fueron de grave repercusión en el flujo migratorio entre Cuba y Estados Unidos, dificultaron enormemente los viajes de los cubanoamericanos a Cuba, interrumpieron los viajes de ciudadanos norteamericanos a la Isla y los intercambios académicos, así como obstaculizaron el envío de remesas. Otra peligrosa sugerencia del informe de 2004 fue la puesta en práctica de los vuelos regulares del avión C-130 para las trasmisiones desde Miami hacia Cuba de TV Martí, una estación que ha pretendido subvertir el orden interno en Cuba, que fue inaugurada a mediados de los ochenta y que nunca ha sido vista en mi país.

La CACL del 2006 fue presidida por la secretaria de Estado Condoleezza Rice y su copresidente fue el secretario de Comercio de origen cubano Carlos Gutiérrez. El informe de esta segunda CACL surgió en condiciones un tanto diferentes a la de 2004. En el curso de los dos años transcurridos entre uno y otro plan, la política guerrerista del gobierno de EE. UU. se arreció, no solo en Irak y Afganistán, sino que se hicieron más agresivas las amenazas a Irán y las acciones de Israel contra Siria, Palestina y Líbano; se intensificaron las contradicciones con varios países latinoamericanos, con más virulencia en los casos de los presidentes Chávez y Evo Morales, porque Estados Unidos se sentía obligado a intensificar su intromisión en los asuntos internos de aquellos países donde se han desarrollado o tienen lugar procesos políticos electorales capaces de llevar al poder a algún dirigente popular.

La ultraderecha cubanomericana mantenía en el Congreso la sobrerrepresentación de esta comunidad entre los hispanos en EE. UU., y el poder ejecutivo hacía todo lo posible por conservar la imagen de “gobierno duro” con vistas a las elecciones para el Congreso de noviembre de 2006.

Además, la Revolución cubana seguía su curso sobreponiéndose al período especial o a la crisis de los años noventa y se preparaba para acoger la 14.º Conferencia Cumbre del Movimiento de los NOAL y presidirlo. Aunque la proclama del compañero Fidel del 31 de julio, en la cual explicaba que por encontrarse enfermo delegaba temporalmente sus funciones en Raúl Castro, fue posterior a la publicación del informe de CACL 2006, ella y la demostración de que la cotidianidad revolucionaria cubana continuaba bajo la dirección provisional de Raúl, también afectaron las concepciones sobre la transición elaboradas desde Washington.

Los miembros de CACL 2006 tuvieron que tomar en cuenta también cómo las encuestas más recientes en aquel momento en el condado Miami-Dade reafirmaban que había cambiado la composición sociodemográfica de los cubanos residentes en el sur de la Florida, sobre todo en este condado, en el sentido de que los inmigrantes cubanos de los ochenta y, sobre todo los de los noventa, constituían una mayoría con formas de pensar diferentes con respecto a las relaciones agresivas hacia Cuba que han regido las políticas de los gobiernos de EE. UU. desde 1959.

Asimismo, se vieron obligados a reducir los calificativos de terrorismo hacia Cuba, posiblemente porque estaba vigente el juicio de Luis Posada Carriles, en torno al cual salieron a la luz detalles quizás nunca antes divulgados en Estados Unidos sobre la historia del terrorismo contra Cuba bajo el amparo de las diferentes administraciones norteamericanas.

En estas condiciones, la CACL 2006 editó su informe con directivas para acelerar la transición hacia el capitalismo neoliberal, que debían aplicarse a más corto plazo que las enunciadas en su informe de 2004; con más sugerencias para el cambio del orden político cubano; con cuidados extremos para legitimar la participación del gobierno de EE. UU. en esta transición ante la opinión pública dentro de ese país y a nivel mundial, quizás debido a que todas las medidas fueron elaboradas centralizadamente por el Ejecutivo norteamericano. Contenía recomendaciones para enfrentar las necesidades humanitarias y económicas que se parecían a un plan de emergencia o casi de intervención, en ocasiones usando un lenguaje similar al de los documentos de la Usaid para Irak. Contaba, además, con un anexo que decidieron mantener en secreto por razones de seguridad nacional, el cual promovía que los colaboradores médicos cubanos que prestaban sus servicios en el exterior abandonaran sus funciones y emigraran a EE. UU.

A partir de 2008 la Brookings Institution fue la fundación académica norteamericana que publicó más documentos sobre la transición en Cuba. Estos proyectos y/o estudios se incluyeron en el “US Policiy Towards Cuba in Transition”. Posteriormente, en febrero de 2010, Carlos Pascual y Vicky Huddleston publicaron el libro Learning to Salsa bajo el respaldo de la Brookings.

Esta institución, que desde 1927 ha sido una de las más influyentes en la formulación de políticas internas y externas de las sucesivas administraciones de los Estados Unidos, aparentemente comenzó desde el último cuatrimestre de 2007 a asumir el papel de “formulador de políticas para la transición en Cuba” que ejerció el Cuba Transition Project (CTP) entre el 2002 y el 2006.

A diferencia de los voluminosos Informes al Presidente de 2004 y de 2006, los documentos de la Brookings fueron cortos, lo que posiblemente permitió que las propuestas que contenían contaran con un auditorio mayor que los informes que los precedieron. Sus autores emplearon un lenguaje más resumido y directo que el que caracterizó a los informes de las CACL, lo que posiblemente contribuyó a su propósito de influir en el nuevo presidente del país, Barack Obama. Los textos tenían introducciones brevísimas y dedicaron su espacio mayor a presentar casi de inmediato las iniciativas y recomendaciones.

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