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¿Por qué hablan de reactivación económica cuando Yucatán es foco rojo de la pandemia de COVID-19 en México?

¿Por qué las autoridades federales anuncian que Yucatán no regresará a la “normalidad pospandémica” el 1 de junio próximo, señalando que nuestro estado es un foco rojo del nuevo coronavirus en México?

Ya lo había señalado el Dr. Hugo López-Gatell en sus conferencias diarias, pero lo reiteró la Lic. Graciela Márquez Colín, secretaria de Economía, cuando indicó que el plan federal hacia la “nueva normalidad” comenzaría el 18 de mayo, con la reapertura económica en municipios donde no se registran contagios, pero no sería así en entidades como Yucatán, que son focos rojos de la pandemia de COVID-19 en México, y, por tanto, seguirán con las medidas para cuidar la sana distancia.

La “normalidad prepandémica” –que se perdió en Yucatán dos semanas antes de la declaración federal de la primera etapa de la emergencia nacional–, seguirá pendiente por varias semanas más del mes de junio, con posibilidades de alcanzar las de julio y agosto, mientras se mantenga como foco rojo. Según se desarrolla el proceso pandémico sin control en nuestro estado, con brotes imprevistos en Mérida, como el masivo registrado en los mercados Lucas de Gálvez y San Benito, la cuarentena yucateca ya es ochentena y avanza con visos a superar la docentena. Por el estilo, surgirán más contagios en otros mercados, fábricas, terminales, paraderos, comercios, etc., es decir, ahí donde la autoridad municipal cree que no sucede nada, a pesar de que no se han guardado las instrucciones sanitarias.

La proliferación de casos de contagios comunitarios en el Centro Histórico, Ciudad Caucel, Kanasín, etc., son las poderosas razones que más hacen brillar el foco rojo yucateco a nivel nacional y, a la vez, resulta incomprensible que hasta el momento ninguna dependencia municipal haya realizado algún censo urbano de viviendas con avisos de emergencias por enfermedad, hambruna y muerte.

En las entidades con brotes comunitarios de contagios volátiles de incierto pronóstico sanitario y económico, donde se ubican los turísticos e inmobiliarios Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco, Guerrero, Sinaloa y Baja California, Baja California Sur, así como los industriales y comerciales Hidalgo, Tlaxcala, Edo. de México, CDMX y Morelos, solo podrán operar los centros de labores esenciales, mientras que los espacios públicos y privados deberán continuar cerrados. El mapa presentado por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud el pasado 12 de mayo, indica que Yucatán es una de los estados con tendencia que se encuentran en “alerta máxima”.

Debido a que se mantienen las tendencias ascendentes en las curvas epidémicas de casos de contagios –sean por infecciones, por afectaciones o por fallecimientos en la capital emeritense y los municipios interiores–, nuestra entidad es clasificada por el plan federal de “nueva normalidad” como uno de los territorios de mayor riesgo pandémico en México. Esto sucede porque las autoridades yucatecas no exponen ninguna estrategia general para enfrentar la pandemia en el estado y menos esclarecen las tácticas específicas para contener los contagios en los municipios, evidenciando así ante el Gobierno federal que proceden de modo elemental por ensayos y errores.

Yucatán no tiene oportunidad de salir de la cuarentena el 1 de junio; no tendrá regreso a clases durante el presente ciclo escolar, y tampoco habrá recuperación económica mientras la situación sanitaria no mejore radicalmente. Aunque nuestro estado se encuentra a años-luz del desarrollo tecnológico de los países asiáticos, insiste el gobierno yucateco en que las actividades sociales y económicas sigan supeditadas al encierro doméstico bajo control policial, y que sean realizadas a distancia física desde plataformas digitales.

El Gobierno Federal requiere que nuestra entidad llegue al color naranja del semáforo sanitario el 1 de junio, para que pueda comenzar a autorizarse por confianza la reactivación de las actividades en centros laborales no esenciales, y para que los espacios públicos puedan ser reabiertos de modo gradual. A pesar de que los grupos privados y los representantes extranjeros aplauden el desempeño de ensayos erráticos ante la pandemia de las autoridades yucatecas, no se vé cómo podrán conseguirlo en este breve lapso.

De seguir las tendencias en las curvas epidémicas de Mérida y el resto de los 106 muncipios, Yucatán será de los últimos en alcanzar la “normalidad pospandémica”, es decir, de aquellos que retornen a las actividades y que logren sobrevivir a la avasalladora pandemia en nuestro país. Llama la atención que se hable ya de reactivación económica entre los poderes estatales y las cámaras empesariales, cuando la verdad es que Yucatán no tiene fecha para dejar de ser foco rojo de la pandemia de COVID-19 en México.

Continúan los intentos por endeudar al gobierno y arruinar al estado para subsidiar a las empresas y los negocios que no tendrán “futuro pospandémico”, mientras el contagio avanza entre los yucatecos más vulnerables, debido a que ningún poder estatal hace algo relevante a favor de ellos. No se procuran brigadas voluntarias y menos grupos solidarios, mientras se insiste en que las policías persigan por no usar cubrebocas y sancionen por no quedarse en sus casas, sin importar las condiciones precarias con hacinamiento y promiscuidad en que estas se encuentren.

Ya sea que se endeude al gobierno estatal y se aruine al estado yucateco por contratar más deuda pública para subsidios privados o que esta iniciativa no proceda por decisión del Poder Legislativo de rechazar este móvil subsidiario, no habrá modo de evitar que los daños a la economía yucateca sean definitivos y permanentes en varios sectores mientras Yucatán continúe como foco rojo de la pandemia de COVID-19 en México.

Sin una reapertura inmediata de los sectores, debido a la incapacidad de los gobiernos de Mauricio Vila Dosal y Renán Barrera Concha para contener el contagio comunitario y levantar la cuarentena, los riesgos de daños económicos serán determinantes, con indicadores negativos por pérdidas de empleos, activos, inversiones, transacciones, retornos, etc. Se puede decir también que varias dependencias estatales y municipales son ya aparatos y plataformas inútiles, que serán muy costosos luego de la pandemia por perder utilidad pública ante las ruinas sectoriales.

Resta señalar que no extraña que Yucatán sea foco rojo de la pandemia de COVID-19 en México, porque nunca se ha visto que el gobierno yucateco, ni los demás poderes estatales, los sectores privados, los cabildos muncipales, etc., la enfrenten realmente como una grave crisis general. Contrariamente, han visto la pandemia como otra oportunidad política de acceder a recursos adicionales para usarlos de modo improvisado y arbitrario, sin importarles mucho las prescripciones legislativas, los controles hacendarios y menos las protecciones civiles y las orientaciones sanitarias.

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