Minoru Asada, un ingeniero de la Universidad de Osaka en Japón, y un grupo de colegas han diseñado sensores táctiles que responden a una gran variedad de estímulos y toques. Estos sensores le han permitido a Affetto, un robot con la forma de la cabeza y rostro de un niño, "sentir dolor". Y no sólo eso, también le permite tener expresiones faciales.
La idea de que un robot pueda "sentir" dolor físico y empatizar con el dolor de los humanos aún suena lejana. Sin embargo, los avances en robótica con detección táctil, acercan esa posibilidad a la realidad.
En la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés) durante el pasado febrero, Asada dijo que se habían integrado sensores en un material suave, o piel artificial, a fin de que ésta pudiese detectar un toque gentil o un golpe más fuerte. Esta "piel" se conectó a un robot que podría, posteriormente, mostrar "emociones": Affetto.
Asada llama a esto un "sistema nervioso de dolor" y lo considera un "pequeño bloque de construcción" para una máquina que podría experimentar dolor. Lo cual, podría permitirle a los robots "empatizar" con el sufrimiento de sus compañeros humanos.
Según la revista de ciencia Science News, Minoru Asada mencionó que este sistema podría llevar a los robots "a reconocer el dolor en otros". Esta cualidad podría resultar de gran importancia y relevancia en robots diseñados para cuidar de adultos mayores y de la tercera edad, por ejemplo.
Affetto es un robot que tiene la cara de un niño pequeño que responde a los estímulos y toques con sonrisas, muecas o al fruncir el entrecejo. Los científicos que lo desarrollaron, lograron que Affetto pudiera tener estas respuestas mediante la identificación de 116 puntos faciales distintos, además del análisis de los mecanismos que le permiten al rostro generar expresiones. Es decir los científicos investigaron estos 116 puntos faciales en Affetto para poder medir su movimiento tridimensional. Estos puntos fueron apuntalados por "unidades de deformación". Las cuales se componen de una serie de mecanismos que pueden generar una contorsión facial distintiva (por ejemplo, subir o bajar una parte del labio). Después estas medidas se sometieron a un modelo matemático para cuantificar estos patrones de movimiento.
Según lo publicado por el diario británico The Sun, Minoru Asada, quien también es presidente de la sociedad de robótica de Japón, mencionó que en la cultura japonesa, "se cree que todos los objetos inanimados tienen alma; por lo tanto, un robot de metal no es diferente de un humano en ese aspecto".
"Hemos integrado este sistema en el robot para lograr que sienta dolor a fin de que lo entienda en otros. Le estamos apuntando a construir una sociedad simbiótica con robots inteligentes, y un robot que puede sentir dolor es un componente clave de esa sociedad. Japón es un país con una sociedad de alto envejecimiento y mucha gente mayor vive sola aquí. Este tipo de robots podrían proveer asistencia física y emocional", agregó el presidente de la sociedad de robótica de Japón.
Con información de El Universal