Gustavo Robreño
Mi Columna en POR ESTO!
Menos publicitada que la tragedia de los emigrantes africanos y mesorientales que se lanzan al Mediterráneo en busca de las costas europeas, pero igualmente cruel sobre las víctimas de semejante aventura, es el drama de los emigrantes centroamericanos, principalmente procedentes de Honduras y Guatemala, que intentan hallar en las tierras imperiales de Estados Unidos la posibilidad de un empleo que le permita una vida digna de seres humanos que no encuentran en su propio país.
Las contradicciones inherentes al capitalismo salvaje en su forma más contemporánea, el neoliberalismo, han sido determinantes en la aparición y agravamiento de estos escenarios, que décadas atrás hubieran sido impensables de tal manera.
La insaciable voracidad capitalista y la búsqueda de la hegemonía imperialista que encabeza Estados Unidos, sumadas a las guerras sucias de agresión engendradoras de una violencia congénita e interminable, están en los orígenes de este drama que no cesa en el Mediterráneo y se agudiza en Centroamérica.
Sus orígenes son más o menos parecidos y hoy se exacerban ante la política anti-inmigratoria de la Administración Trump, que mientras mantiene intacta la llamada Ley de Ajuste Cubano se ensaña con los centroamericanos que, en definitiva, se transformarían en mano de obra barata y contribuirían una vez allí, como hasta ahora, al enriquecimiento del Imperio.
Atrapado en una difícil coyuntura electoral, el presidente de Estados Unidos amenaza con recortar “ayudas”, militarizar fronteras y reprimir duramente cualquier intento inmigratorio, como forma de conservar la base de apoyo electoral que lo llevó a la Casa Blanca y hoy es indispensable a los republicanos para mantener la mayoría congresional.
El momento es, por tanto, extremadamente sensible y cualquier cosa puede esperarse como desenlace del drama actual, formado por los más de cinco mil desesperados emigrantes que marchan hacia la frontera entre México y Estados Unidos con el fin de internarse en este último.
Washington ha acusado a dos de los gobiernos centroamericanos más fieles e incondicionales, Honduras y Guatemala, que atraviesan complicadas situaciones internas en medio de escándalos, procesos y conflictos de fraude y corrupción; son gobiernos desprestigiados y débiles que están bajo la presión imperial por una parte y una fuerte presión popular por la otra.
Trump se encoleriza y amenaza a estos dos leales servidores que, en esta ocasión, han mostrado su tremenda falta de eficacia y gobernabilidad hacia sus descontrolados pobladores. Se sientan así las bases para posteriores avalanchas.
El caso actual de los emigrantes centroamericanos en marcha indetenible hacia la frontera entre México y Estados Unidos parece acercarse a un punto de definición. La cercanía de la fecha comicial de noviembre provoca disparates como el del vicepresidente estadounidense, Mike Pence, que acusó a Cuba y al gobierno bolivariano de Venezuela como organizadores de esta marcha, cuando evidente e históricamente hay un solo causante de este drama: el capitalismo y su engendro imperialista.