Alfredo García
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Como demostración cierta de que la “guerra fría” nunca terminó, sino sólo disminuyó su intensidad durante un breve período de tiempo, la OTAN inició el pasado jueves y hasta el próximo 7 de noviembre, la maniobra, Trident Juncture 2018, “una de las mayores maniobras militares de su historia”, en explícita respuesta a la ejecución de Rusia el pasado mes de septiembre, “de la maniobra militar más grande de su historia” en sus territorios y mares adyacentes, que contó con la activa participación de Mongolia y China.
En esa ocasión Rusia movilizó cerca de 300,000 soldados, más de mil aviones, helicópteros, aviones no tripulados, 80 buques y 36,000 tanques, blindados y otros tipos de transporte de combate. “Estos ejercicios permitirán incrementar el nivel de destreza de la tropa en tierra, mar y aire, y ensayar las actuaciones de las agrupaciones situadas en el Oriente del país y en los distritos navales importantes desde el punto de vista operativo”, declaró el ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigú. En medio de la escalada de tensión entre EU y Rusia, el gigantesco ejercicio militar, fue interpretado como una “advertencia disuasiva” a Occidente más allá del marco regional.
La respuesta de la OTAN a Rusia, China y sus aliados, donde participan soldados y equipos militares procedentes de los 29 países miembros del bloque militar liderado por EU, más dos países invitados, Suecia y Finlandia, se realiza en una zona del Ártico en disputa internacional con relativa proximidad a Rusia y un similar clima invernal, teniendo como hipótesis de guerra la defensa de Noruega que ofreció su territorio para ejecutar el colosal ejercicio militar.
El despliegue de 50 mil soldados, 10,000 vehículos militares, 65 buques, incluido el portaviones norteamericano, Harry Truman, su flota de protección de 6 mil marinos a bordo y 250 aviones, representa un alarde de fuerza y un desafío logístico de la OTAN, por la lejana movilización militar en tan breve tiempo. La Alianza debe desplegar 30 batallones, 30 escuadrillas aéreas y 30 buques, en la zona de maniobra en 30 días.
“El ejercicio será un test sobre nuestra capacidad para recuperar la soberanía de un aliado, en este caso Noruega, tras un acto de agresión armada”, señaló el secretario general de la OTAN y ex primer Ministro de Noruega, Jen Stoltenberg. “Trident Juncture envía un mensaje claro a nuestras naciones y a cualquier potencial adversario: la OTAN no busca la confrontación, pero está lista para defender a sus aliados”, advirtió el también ex líder del Partido Laborista Noruego, PLN.
La OTAN justifica la provocadora escalada contra Rusia, por la altruista respuesta de Moscú a la embestida de la ultraderecha norteamericana y su aliado local en Ucrania al derrocar al presidente constitucional, Víctor Yanukovich, en febrero de 2014. El exabrupto norteamericano rompió las reglas de juego entre el entonces presidente, Barack Obama y su colega ruso, Vladimir Putin, provocando una ola de violentas protestas de gobiernos regionales ucranianos que culminó en la convocatoria de un referendo en la República Autónoma de Crimea y la ciudad autónoma de Sebastopol sobre su estatus. En ambos casos, la consulta popular favoreció la independencia de Ucrania. Días más tarde, Crimea y Sebastopol firmaron con el presidente Putin el Tratado de Adhesión, como dos nuevos territorios federales de Rusia, lo que fue calificado por EU como “anexión” de Moscú.
La ultraderecha republicana, quedó humillada con la solidaria reacción rusa. Con su llegada a la Casa Blanca, los extremistas intentan reparar el lastimado orgullo, con el “diálogo” del presidente, Donald Trump con Putin el próximo mes, bajo amenazas de renunciar a dos acuerdos militares con Moscú y reforzar su arsenal nuclear.