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Internacional

Brasil: Nuevos liderazgos y desafíos

Jorge Gómez Barata

Como resultado de las recientes elecciones presidenciales el desplazamiento político de Brasil se ha consumado, y es preciso pasar la página para entender y encarar con madurez, sentido del momento histórico, y un nuevo liderazgo los eventos venideros. Jair Bolsonaro, el presidente electo con casi 58 millones de votos, y Fernando Haddad, líder del Partido del Trabajo que obtuvo once puntos menos, son los nuevos protagonistas.

Debido a la intensidad de la confrontación ideológica a escala social, así como a la hostilidad entre ambas fuerzas, el proceso político en los próximos años transcurrirá bajo fuertes tensiones. El nuevo presidente no estará solo en el ring, y el PT no hará una oposición amigable. Las derechas se unirán y las izquierdas probablemente hagan lo mismo. Las posibilidades de construir un consenso entre ambas, y de establecer un contrato social, parecen nulas.

Aunque Bolsonaro ha obtenido una mayoría convincente que le confiere legitimidad, no es una patente de corso. El pueblo, que forma el estado llano, incluido los que votaron por él, le exigirán resultados que no se logran con palabras contundentes y juicios extremistas. En definitiva, no podrá gobernar a capricho.

Se trata de un país de 8’515,770 km² (5to del mundo), con 210 millones de habitantes, (6to del planeta), octava economía mundial, y primera de América Latina, creadora de un producto interno bruto de más de tres billones de dólares, donde además de sus admiradores, funciona una fuerte oposición, existen amplios sectores liberales, y actúa una burguesía con tradiciones nacionalistas. El país real es una suma y una amalgama de intereses de todo tipo, imposibles de desconocer.

La complejidad de los ambientes externos no es menor. Se puede admirar a Estados Unidos, pero ello no significa que pueda volverse la espalda a China, Rusia, y soslayar a los BRICS, desconocer compromisos e intereses estatales, y omitir conveniencias. Tampoco podrán ignorarse realidades y obligaciones en la región. Excepto con Chile y Ecuador, Brasil tiene fronteras con todos los países de Sudamérica, y solidos vínculos con el MERCOSUR.

Al margen de consideraciones políticas, se trata de uno de los tres países del hemisferio donde las luchas contra el colonialismo condujeron a la instalación de emperadores, (los otros fueron Haití y México), y en el cual, el más importante de los presidentes, Getulio Vargas, fue un dictador.

Si los gobernantes fueran juzgados por sus palabras, Jair Bolsonaro, recién electo presidente de Brasil tiene más que merecidos los calificativos que acompañan su nombre: ultraderechista, fascista, nazi, xenófobo, misógino y otros. Si el juicio depende de la gestión habrá que esperar, porque el sujeto no ha ejercido cargo decisorio alguno. Su historia ejecutiva está por hacerse.

Al respecto, no hay que abrigar dudas, porque Bolsonaro es un hombre profundamente conservador, de derechas, con inclinaciones autoritarias, cuya gestión asumirá una orientación predominantemente neoliberal, probablemente apegada a los Estados Unidos.

No obstante, para muchos países se trata de una realidad que en los próximos cuatro años no podrá ser cambiada, y con la cual, en el ámbito estatal, habrá que convivir. Allá nos vemos.

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