Internacional

La Habana, Cuba.- (Pelayo Terry Cuervo, exclusivo para Por Esto!) No ha habido en el país, dicen los más veteranos, un silencio tan conmovedor, un momento tan intenso, una multitud tan respetuosa, un dolor tan grande multiplicado en millones.

Aquel día, el 15 de octubre de 1976, en la Plaza de la Revolución de La Habana, los cubanos despedían a las víctimas del Crimen de Barbados, ocurrido el día 6 del propio mes. Decían adiós a quienes perdieron la vida luego del sabotaje en pleno vuelo a un avión de la aerolínea Cubana de Aviación sobre las costas de la pequeña isla caribeña.

Han pasado 42 años del triste momento en que se conoció la noticia, y este sábado Cuba amaneció prendida del recuerdo. El pueblo acudió a los camposantos donde reposan los pocos restos encontrados de las víctimas, para rendirles tributo y evocarlos.

Familiares, amigos, compañeros de estudio y de trabajo de quienes regresaban al país aquel fatídico día, recordaron así uno de los instantes más tristes vividos en estos 60 años de Revolución.

A 42 años del crimen, perpetrado por la CIA y sus mercenarios, renacieron los nombres de quienes en plena flor de su juventud, cayeron víctimas del odio y la venganza, de la impotencia por querer quebrar, y no conseguirlo, el proceso que devolvió a los cubanos la dignidad el primero de enero de 1959.

Los asesinos nunca pagaron por su crimen. Los responsables intelectuales, Luis Posada Carriles y Orlando Boch, dos de los más repugnantes terroristas que han invadido países del hemisferio occidental, siguieron su libre andar a pesar de tan abominable acto y murieron sin ser juzgados por aquel hecho, que removió las conciencias de muchas personas en el mundo, pero no en quienes desde el gobierno de Estados Unidos los sabían responsables de un hecho tan monstruoso.

Freddy Lugo y Hernán Ricardo, los autores materiales, nunca concluyeron la prisión en la que estuvieron confinados y jamás mostraron arrepentimiento por su crueldad.

El Crimen en Barbados dejó una huella en la población cubana. La historia ha sido transmitida de generación en generación, y así seguirá siendo. No se olvida aquí nada de lo sucedido y este sábado 6 de octubre, Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado, el silencio acompañó el merecido tributo, como aquel 15 de octubre de 1976 en la Plaza de la Revolución, cuando el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro, pronunció un discurso memorable, que ha pasado a la historia por su enardecida denuncia de los actos financiados y organizados por agencias estadounidenses contra Cuba, y, además, por el final tan estremecedor que tuvo.

Concluía Fidel ante la multitudinaria concentración que despedía a las 73 víctimas del atentado: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

No ha sido la Revolución Cubana promotora del ajusticiamiento ni de la venganza, pero sí una defensora de la reparación de daños a quienes perdieron a sus familias por actos tan atroces como ese.

A 42 años del suceso, el pueblo enérgico y viril que inundó de lágrimas la mayor plaza pública de la nación, recordó cada detalle con dolor y firmeza, mientras, lo saben bien los criminales y sus secuaces, la injusticia aún tiembla ante tanta ignominia.