Internacional

América en una encrucijada

El martes están convocados 230 millones de estadounidenses para decidir la composición del Congreso: eligiendo a 35 senadores -de 100- en la Cámara Alta; y al total de 435 miembros de la Cámara de Representantes. También votarán por 150 cargos estatales, entre ellos 36 gobernadores y miles de otros puestos electivos. La contienda, que determinará si continúa el dominio republicano en ambas cámaras, en una de ellas o en ninguna; mostraría, además, la tendencia para la elecciones presidenciales de 2020.

Aunque existe una opinión extendida de que los demócratas podrían traer a su mandil la Cámara de Representantes; el criterio es más escéptico cuando se refiere al Senado, aunque la diferencia es solo de dos escaños: 51 en manos republicanas y 49 de los demócratas. Un consenso mayor opina que serán los comicios más reñidos en mucho tiempo y con una participación histórica.

Según los datos, en más del 90% de estos comicios los partidos gobernantes pierden poder. A partir de este presupuesto, unos analistas consideran, quizá por analogía, que los demócratas lograrán al menos una cámara, cuando otros apuestan por un triunfo republicano que rompería de forma espectacular el mito.

El voto se concentraría por uno u otro partido a partir de si es hombre o mujer el que vota; de si es blanco con estudios superiores o sin ellos; si hispano, que tiende a la dispersión o no acude a las urnas; o si negro que suele votar en bloque. Un sector que provoca incertidumbre y que es de particular importancia es el de los jóvenes; en tanto, no escapan las preocupaciones por legislaciones más rigurosas y trabas que limitan el acceso de votantes a las urnas en varios estados, a lo que se suma el temor a un fraude por una “infraestructura crítica” reconocida oficialmente y que podría afectar el voto de un electorado ascendente entre un 20 y 30%, según recoge un interesante debate publicado por el diario español El País.

El presidente Donald Trump pugna como si fuera un candidato. Tiene a su favor la creación de cientos de miles de empleos; la tasa de desempleo en un 3,7; el alza de salarios en 3.1%, el más alto en los últimos 10 años; la reducción de impuestos a la clase media; y un determinante apoyo de las bases del partido.

Los demócratas se han lanzado al ruedo: el expresidente Barack Obama expresó en un reciente mitin en Miami: “América se encuentra en una encrucijada, nos jugamos la seguridad social de millones de personas y también el carácter de este país. No cedamos a los intentos de dividirnos, ni al miedo, ni a la ira”. Entre los factores que favorecerían a los demócratas estarían una masiva asistencia a las urnas que, según apreciaciones especializadas, debe superar ampliamente versiones anteriores.

En medio de las trifulcas electorales ha surgido un interesante fenómeno político, los llamados Demócratas Socialistas (DSA, por sus siglas en inglés) que multiplicaron 10 veces su número de afiliados entre 2015 y 2018, aunque la cifra es discreta. El aumento, paradójicamente, se lo deben a las barbaridades cometidas por Trump. El movimiento híbrido contará con 64 aspirantes a distintos cargos por el Partido Demócrata.

Pero gane quien gane, el bipartidismo seguirá libre su camino.