Por Manuel E. Yepe
Durante casi medio siglo el afamado periodista Bob Woodward, del Washington Post, ha estado escribiendo acerca de presidentes estadounidenses y del poder de éstos en 18 libros suyos.
Woodward se hizo prominente como miembro del dúo de reporteros “Woodward y Bernstein” del Washington Post que ayudó a exponer el encubrimiento del Watergate por la administración Nixon, con la ayuda crucial de una fuente anónima famosa por su apodo de “Garganta Profunda”. El escándalo llevó a la renuncia de Nixon; también hizo de Woodward uno de los reporteros más famosos del país.
Pero desde que cubrió en la década de 1970 el escándalo de Watergate, Woodward no había tratado temas del nivel presidencial hasta su nuevo libro “Miedo: Trump en la Casa Blanca”.
Su visión del mundo ha resultado siempre bastante sombría, y sumamente determinante su enfoque acerca del papel de los presidentes. Pero este nuevo libro pertenece a otra categoría.
El presidente Trump es retratado como grosero, desinformado y no calificado para las exigencias de su alto cargo presidencial. Además, parece convencido de que el mismo fanfarronear que lo hizo rico y lo hizo presidente hará que el mundo se adapte a su propia visión del mundo y que su presidencia, hasta ahora descrita como un desastre, pueda llegar a ser ampliamente aceptada.
Es difícil decir cuál de los relatos en el más reciente paquete de chismes de Woodward es el más increíble. Una de las primeras noticias sería la historia de que el entonces asesor económico en jefe, Gary Cohn, escondía o alejaba documentos del escritorio del presidente para evitar que los firmara.
Se nos dice que uno de esos documentos habría puesto fin a la relación comercial de Estados Unidos con Corea del Sur. Otra habría retirado unilateralmente a Estados Unidos de sus acuerdos comerciales con Canadá y México. Y que Cohn dijo a un colega que lo que había hecho era “para proteger al país”.
Pero traspapelar documentos es sólo una escaramuza en las batallas que Woodward ha relatado en detalles. Y esa es sólo una batalla en la guerra más grande de la Casa Blanca contra los inmigrantes, las protestas por las guerras en Afganistán y Siria, las negociaciones con China y Japón, y las manipulaciones en las elecciones de 2016.
Woodward termina su libro informando que John Dowd, el abogado personal de Trump, renunció a ese empleo porque su cliente tenía tal hábito de mentir que sentarlo a declarar ante los investigadores federales conduciría inevitablemente a cargos de perjurio.
El relato de Woodward a menudo refiere el trato intimidatorio de Trump hacia su propia gente. La víctima principal ha sido el Procurador General Jeff Sessions, a quien el presidente culpa de la existencia de la investigación del abogado especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016. “Fue débil”, insiste Trump, “Sessions debió haber negado la recusación pero no lo hizo porque es un “retrasado mental” y un “sureño tonto”.
En respuesta a la publicación de extractos del nuevo libro de Woodward, el presidente negó haber usado contra Sessions los términos explosivos y groseros de “idiota”, “desahuciado”, “ignorante” y otros por el estilo, de que se habla en el nuevo libro.
El año pasado, al término de un mitin de supremacistas blancos en Virginia que se tornó violento, Trump denunció el odio y la intolerancia “de muchas partes y en ambos bandos”. Hubo que convencerlo de debía condenar explícitamente a los manifestantes neonazis mediante una rectificación calificada por Fox News de “corrección de rumbo” que provocó el enfurecimiento de Trump.
“Nunca te disculpes”, le gritó a un ayudante. “En primer lugar, porque no hice nada malo. ¿Por qué debo parecer débil?”
Trump también se ha mostrado crítico de su abogado personal, Rudy Giuliani, luego que éste (ex alcalde de Nueva York) se había esforzado, en cinco programas de entrevistas, por defender los alardes de Trump en un infame video sobre cómo agarrar a las mujeres por los genitales.
“¡Rudy, pareces un nene. Eres como un bebé que necesita que lo cambien. ¿Cuándo te vas a hacer hombre?” le dijo Trump a Woodward, quien ha escrito una docena de best-sellers (libros más vendidos) y ha ganado dos premios Pulitzer entre otros galardones.
La mayor parte de los testimonios del nuevo libro de Woodward parece provenir de personas que compartieron el papel principal en el personal de la Casa Blanca en 2017. Pero el precio de obtener este tipo de cooperación y supuesta franqueza de las fuentes es precisamente el motivo de que las pruebas reunidas sigan siendo inadmisibles, no sólo en un tribunal de justicia, sino en cualquier tribunal de opinión pública en todo el mundo.
(Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente).
(http://manuelyepe.wordpress.com)