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Internacional

El 'efecto mariposa”

Pedro Díaz Arcia

Cuando Brasil está en el umbral de las elecciones, en un clima de intensa polarización política, un video de la Embajada alemana en el país sudamericano ha puesto en polémica el absurdo de si Hitler era de izquierda o de derecha. Aunque su objetivo era explicar cómo vive la nación luego del Tercer Reich; el sábado BBC dedicó un amplísimo reportaje sobre el tema.

Desde principios de mes cuando salió a la luz el video de poco más de un minuto y titulado “Cómo se enseña historia en Alemania”, la ultraderecha brasileña ocupó espacios en las redes sociales en un forzado esfuerzo por identificar el ideario marxista-leninista con el nacional socialismo. El tema no merecería una línea, si no siguiera el patrón de los sistemas modernos que persiguen moldear el pensamiento social. Para ello nada mejor que el desconcierto.

Pienso que el caos es un Estado sin reglas. Aunque para el matemático Henri Poincaré, “es la partitura en la que está escrita la realidad”. El afamado científico francés creó a fines del siglo XX la llamada Teoría del caos, o el “efecto mariposa”, basada en que el aleteo de un insecto podría causar un tornado en Tokio.

En realidad, creo que ni el revuelo de billones de mariposas ni cientos de mentiras y torpezas políticas logrará cambios de fondo en el sistema político de un país. Resulta imprescindible remover la estructura de la formación socioeconómica que lo sustenta y, consecuentemente, de la conciencia social que ésta genera para un salto cualitativo, que debe ser en espiral.

En medio de los esfuerzos por “reinventar” lo inventado, muchos políticos recurren a la falacia, usando el método de partir de algunas certezas para elaborar la arquitectura de la mentira. Luego los oligopolios mediáticos se encargan de lo demás.

Entre las artimañas utilizadas se encuentra la denominada “Teoría del loco” basada en que mantener una imagen de que ser, o parecer imprevisible, es una ventaja ante el mundo. Al referirse al tema, David Brooks, columnista del diario The New York Times, dijo en una ocasión: “Creo que puede ser muy eficaz, siempre y cuando no estés realmente loco”.

Suele afirmarse, con insistencia, que Richard Nixon (1969-1974) fue el primer presidente estadounidense que utilizó tal hipótesis con el objetivo de intimidar presuntamente a la Unión Soviética y a Corea del Norte. H. R. Haldeman, quien fuera jefe de su gabinete, escribió que éste, al hablar de la teoría, le dijo que intentaba que los norvietnamitas pensaran que era capaz de “hacer cualquier cosa” para poner fin a la guerra, y recordarles que tenía el botón nuclear en sus manos.

El presidente Donald Trump, en un remedo histórico, usó el mismo recurso también con Corea del Norte, como un “cliché” en medio de una confrontación hasta ahora retórica y de tratativas.

La diferencia entre las presuntas similitudes radica, como afirmara alguien que saliera en defensa de Nixon, que éste sabía demasiado sobre política exterior como para utilizar un enfoque tan simplista”, mientras que el magnate “no sabe nada” sobre el asunto. Es que el sistema de relaciones internacionales “funciona si el mundo tiene estabilidad” y si los estadistas son previsibles.

Finalmente, ¿quién no sabe realmente los que están a la izquierda, al centro o a la derecha? ¡Por sus obras los conoceréis!

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