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Idlib: ¿el final?

Alfredo García

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Mientras en la ciudad de Idlib, último bastión de la “oposición” armada siria, se crean condiciones para establecer una zona desmilitarizada como resultado del acuerdo logrado entre los presidentes Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, de Rusia y Turquía respectivamente, gran parte de la región Norte y Este del país, rica en petróleo, agua y tierras de cultivo, permanece bajo control de milicias kurdas apoyadas por fuerzas especiales norteamericanas.

Idlib es una antigua ciudad siria, capital de la provincia del mismo nombre, fronteriza con Turquía con unos 150 mil habitantes, situada en el noroeste a 60 kms de Alepo, la ciudad más poblada del país. Desde el comienzo del conflicto armado, Idlib se convirtió en uno de los principales focos de la “oposición” apoyado por Turquía, hoy bajo el control del grupo, Tahrir al Sham, coalición yihadista liderada por la rama local de Al Qaeda. Se calcula en unos 30 mil combatientes las milicias yihadistas en Idlib, que es también el último refugio de los fundamentalistas extranjeros que viajaron a Siria.

La decisión del gobierno sirio de lanzar una ofensiva militar contra los grupos yihadistas en Idlib, con apoyo ruso e iraní, movilizó los gobiernos de EU y Turquía, que alertaron sobre las consecuencias “humanitarias” que tendría ese ataque. Tanto Erdogan como el presidente Donald Trump consideraron que una ofensiva militar sobre Idlib significaría una “catástrofe” para la población civil, provocando una nueva ola de refugiados, lo que, según expertos, influyó en la inesperada cumbre Moscú-Ankara. Erdogan dijo, además, que espera se acuerden “decisiones positivas” en la Asamblea General de la ONU a finales de este mes. Tres millones de refugiados sirios se han instalado en Turquía tras escapar de la violencia; y más de 500 mil personas han muerto en los 7 años de conflicto.

No es secreto que Turquía respaldó desde el inicio de la intervención militar en Siria, a milicias de la “oposición” armada en Idlib, al mismo tiempo que combatía a las milicias kurdas sirias en su frontera, pero asegura que no mantiene vínculos con grupos considerados terroristas por Naciones Unidas, como el Estado Islámico, EI, o aliados a Al Qaeda.

Después de tensas horas de negociación, Putin y Erdogan acordaron crear una zona desmilitarizada de 20 km. de ancho antes del 15 de octubre, que sería patrullada por soldados de ambos países para separar las fuerzas sirias de la “oposición armada”. Aunque ambos líderes coinciden en “acabar con las facciones terroristas” en Idlib, no se conocen los pasos concretos para implementar el plan conjunto.

El acuerdo ruso-turco incluyó un memorando firmado por los ministros de Defensa de Rusia, Serguei Shoigu, y de Turquía, Julusi Akar, para estabilizar Idlib. Tanto el Gobierno de Bachar el Assad como los opositores sirios en el exilio respaldaron el acuerdo, aunque con diferentes matices. Damasco dio la bienvenida al pacto, reiterando que sigue decidido a recuperar “hasta el último centímetro del territorio nacional”. Por su parte, Yahia Al Aridi, vocero de la opositora Comisión de Negociación Siria (CNS), tras aprobar el convenio declaró: “Esta área seguirá en manos del Ejército Libre Sirio (ELS), y forzará al régimen y a sus seguidores a entablar un proceso político serio que ponga fin al poder de El Assad”.

Todo parece indicar que la guerra en Siria se decide o continúa en la provincia de Idlib. Para el gobierno sirio, la conquista de Idlib acercaría la victoria final, protegería la provincia vecina de Alepo y abriría rutas hacia la costa y la capital. Para Rusia, la victoria en Idlib haría más segura su cercana base aérea en la provincia de Latakia, amenazada por ataques de aviones yihadistas no tripulados. Para la “oposición” armada, Idlib es el último refugio sirio, donde combatientes y civiles opositores han llegado bajo acuerdos de rendición desde otras zonas controladas por el gobierno.

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