Pedro Díaz Arcia
El diario británico The Guardian, considera que la situación de Donald Trump y la medida adoptada respecto a Siria al dejar a su suerte a los aliados kurdos, marcarían la “peor semana para la política exterior de Estados Unidos” desde que George W. Bush, en el año 2003, ordenara la invasión de Irak.
Todos conocemos que la agresión se produjo bajo el pretexto de que el régimen iraquí poseía armas de destrucción masiva, una vulgar estafa política que incluyó al Pentágono y dañó el prestigio del General de Cuatro Estrellas y Secretario de Estado (2001-2005), Collin Powell, quien en febrero de 2003 testificó ante la ONU en defensa de la farsa.
La llamada “Operación Fuente de Paz” lanzada por Turquía el 9 de octubre para ocupar territorios al noroeste del país árabe y derrotar a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), calculadas en unos 60,000 combatientes kurdos, se desarrolló como si hubiera sido sincronizada con Washington.
Retirándose los militares norteamericanos entraron las tropas turcas, mientras a su vez salían a su encuentro unidades del Ejército sirio; existe una interesante foto que muestra cómo se cruzan en una carretera los estadounidenses que se van y los sirios que llegan a enfrentar la invasión.
La líder demócrata y presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, declaró el martes que las precipitadas decisiones del mandatario Donald Trump han puesto en peligro la seguridad del país, minando su credibilidad en el mundo; a la vez que incrementa la inestabilidad e inseguridad en Siria.
Es un desastre humanitario para los kurdos, dijo, y un desastre estratégico para Estados Unidos, al traicionar a miles de combatientes kurdos que arriesgaron sus vidas en la lucha contra los terroristas ha provocado enojo en militares estadounidenses. Habría que analizar lo que anida en el microcerebro del mandatario.
En un aviso que parece estar dirigido al magnate inmobiliario, Twitter advirtió a los líderes mundiales que no están por encima de las normas que fija la red social; prevista para proporcionar la participación de los usuarios en conversaciones públicas y que se informen sobre el mundo que los rodea; en una cultura política cada vez más compleja y polarizada.
En el comunicado dado a conocer insiste en que aplicará “medidas coercitivas” contra quienes promocionen el terrorismo, realicen amenazas directas de violencia, publiquen información privada sin consentimiento, participen en comportamientos relacionados con la explotación sexual infantil y fomenten la autolesión. Se hará una excepción cuando un mensaje contenga un “claro valor de interés público”, alertando que incumple la normativa de la red.
Hasta diciembre de 2018 Trump había mentido 7.546 veces, de acuerdo con cifras de Fact Checker Database, que se encarga de procesar cada declaración dudosa del presidente. Incluso durante la campaña electoral de 2016 mintió y ofendió a su antojo por la vía predilecta: el Twit. La entidad no puede llevarlo a juicio político, corresponde al Congreso, pero puede vetarlo en la pista digital.
El pasado 30 de septiembre el actor Robert De Niro, al participar en el programa televisivo de CNN Reliable Sources, respondió a los colaboradores de la cadena Fox News que lo criticaron por su oposición a Trump, alzando los puños gritó “Que se joda”.
Al recordar que estaba en vivo se excusó. A continuación explicó su exabrupto: “Estamos en un momento de nuestras vidas, en este país, donde este tipo es como un gángster…Lo decimos una y otra vez: esto es terrible, estamos en una situación terrible, y este tipo sigue y sigue sin que nadie lo pare”. Sobran los comentarios.