Zheger Hay Harb
El próximo domingo los colombianos elegiremos a nuestras autoridades locales en un clima de escándalos y juego sucio.
El más sonado últimamente ha sido la fuga rocambolesca de una ex senadora condenada y encarcelada por compra de votos y otros delitos electorales, que tiene nerviosas a castas políticas muy poderosas y los ecos del estruendo pueden poner en aprietos hasta la casa presidencial y podría salpicar a Álvaro Uribe Vélez, presidente eterno según Iván Duque, verdadero poder tras el trono. Fue una operación que implicó muchos recursos económicos y logísticos, muy bien planeada y ya ha ocasionado la captura de los jefes del Inpec (instituto carcelario) y varias personas que se supone participaron.
La protagonista es la ex senadora barranquillera Aida Merlano, una mujer, de origen humilde, de una de las zonas más deprimidas de Barranquilla quien valiéndose de sexo y astucia llegó al senado y se convirtió en puntal de la elección de gobernadores, senadores, alcaldes y casi todos los elegidos en su región. Los aspectos novelescos de supuestos amores escondidos y enredados con jefes de los clanes políticos, miembros de exclusivos círculos sociales han dado un tinte de folletín al asunto, pero la cosa es realmente grave.
Hace unos meses, de manera sorpresiva, la policía allanó la sede de la entonces senadora y allí encontró dinero en efectivo, tarjetas de votación y armas. Todo destinado al fraude electoral, dictaminó el tribunal que la condenó a 15 años de prisión. La ex congresista se decidió entonces a contar la verdad sobre la conformación de la red de compra de votos. ¡Y empezó el temblor de los más encumbrados políticos en la región y la Casa de Nariño (palacio presidencial)!.
Había heredado su curul del senador conservador Roberto Gerlein, conservador, ultracatólico y miembro del alto curubito político y social, escaño que había ocupado por casi cincuenta años y que debió abandonar cuando ya el cuerpo lo traicionó. Pero Aida se había colado también en otro poderoso clan: los Char, al cual pertenece el alcalde de Barranquilla, que de antemano se sabe dueña del próximo alcalde de esa ciudad y del futuro gobernador del departamento.
Ellos han preparado a su miembro más prominente, Alex, actual alcalde de Barranquilla, presentándolo como funcionario exitoso y futuro candidato a la presidencia de la República. En las últimas elecciones presidenciales estaban comprometidos con el ex vicepresidente de la República y candidato la primera magistratura Germán Vargas Lleras, quien se suponía era su jefe político pero, sorpresivamente, días antes de la votación el patriarca del clan se reunió con el ex presidente Uribe Vélez y acordaron apoyar a Iván Duque. La derrota de Vargas fue estrepitosa e inesperada y los Char quedaron enganchados al carro ganador.
Es difícil pensar que la empresa de compra de votos por la cual está presa Aida Merlano haya operado sólo para su propia campaña y las de los obvios beneficiarios, es decir, los Char y los Gerlein y que en cambio en las presidenciales se hubiera convertido en un crisol de ética y transparencia.
Con tanta información explosiva como posee vale la pena preguntarse a quién conviene esa fuga y de quién huyó. El Procurador General de la Nación dijo que la fuga “se debió dar con ayuda de una empresa criminal electoral que no quería que se produjera una declaración en su contra”. Un ex alcalde de Barranquilla dio a conocer una carta que supuestamente la fugitiva le envió en la cual le dice que teme por su vida. Y su hija, del mismo nombre que ella, declaró que cuando la policía la capturó (en otra aparatosa operación que casi de inmediato una juez desautorizó dejándola en libertad) pensó que iban a matarla. ¿Por qué alguien cuando la policía va a capturarla supone que van a asesinarla?
A las delaciónes que pueda hacer Merlano se suman las del ex paramilitar David Char ante la Justicia especial de Paz –JEP- sobre el mercado de votos y la vinculación de esa casa (que es su propia familia) con los paramilitares, gracias a los cuales habrían logrado su vertiginoso ascenso en la política y su gran fortuna. Le ha solicitado a esta jurisdicción una audiencia reservada para dar nombres que no se atreve a revelar en público. Tendrá que salir ahí a flote el negociado de contratos con el Estado con que se premia el apoyo electoral y que se lleva los recursos de la salud, educación, infraestructura y todo lo que la Constitución asegura a los colombianos. ¿Cuántos grandes –grandísimos- empresarios resultarán salpicados como ya vimos en el caso Odebrecht? ¿Acaso con esos contratos no se estaba premiando el apoyo económico a las campañas electorales? No es sino recordar el encubrimiento del fiscal general al hombre más rico del país en ese enorme caso de corrupción.
Nada se ha vuelto a saber de Aida Merlano. No sabemos si su fuga tan bien captada por las cámaras en el consultorio odontológico y abajo luego de descolgarse por una cuerda para que todo quedara registrado fue una pantomima orquestada por sus antiguos jefes políticos en complicidad con las autoridades o si ella contaba con los ingentes recursos que una operación de ese tipo conlleva para huir de ellos.
El próximo domingo casi seguramente será elegido un alcalde que le permitirá a Alex Char seguir ocupando la alcaldía en cuerpo ajeno y la nueva gobernadora será la ex alcaldesa que él mismo había puesto en su lugar y sobre quien también tendrá control, que ahora está casada con un señor de dudosa reputación por vinculaciones non sanctas.
Y mientras tanto, a dos días de las elecciones, Gustavo Petro, en tantas otras ocasiones lúcido ganador de contiendas políticas y acicate de la clase política corrupta, ahora ataca en público a la candidata de izquierda a la alcaldía de Bogotá, que tiene altísimas posibilidades de ganar, apoyada por fuerzas de centro izquierda y el Polo Democrático.