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Internacional

El termómetro electoral en América Latina

Gustavo Robreño

Subió vertiginosamente la temperatura en el termómetro electoral de América Latina. Los más recientes comicios, Argentina, Bolivia y Colombia, han evidenciado el repudio generalizado del electorado a las fórmulas neoliberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) mediante gobernantes locales alineados y servidores del gobierno imperialista de Estados Unidos.

Cada uno con sus características y particularidades, el resultado común confirma que el llamado “fin del ciclo progresista” no ha cuajado y está lejos de terminar. Los cantos de sirena y las falaces promesas de sus representantes tipo Macri se hunden en el fracaso y los pueblos se manifiestan contra la desigualdad, la injusticia social, la miseria, el hambre, las enfermedades y la ignorancia que acompañan a los regímenes neoliberales.

Simultáneamente los movimientos sociales estallan y se rebelan en los países que continúan sumidos en la oscura noche neoliberal, como son los casos de Ecuador y Chile. Nada de eso es casual.

Además de las demandas económicas y sociales que pueden haber sido los detonantes inmediatos de la insurgencia, esos pueblos reclaman asimismo la defensa de la soberanía nacional, la verdadera independencia, la autodeterminación y la no intervención como patrimonio histórico de una América Latina y el Caribe que sea zona de paz.

Están rechazando el servilismo y la abyección de esos regímenes neoliberales, que cumplen el bochornoso papel de emisarios de la Doctrina Monroe como doctrina regional del imperialismo norteamericano y se confabulan al llamado de Washington para atacar e intentar aplastar a cualquier gobierno digno que se decida a hablar con voz propia y a actuar en consecuencia.

Los resultados electorales y los movimientos sociales forman, pues, dos caras de un mismo fenómeno, asociado al firme rechazo al neoliberalismo y sus secuelas más palpables en el seno de esas sociedades como son el autoritarismo, la brutal represión, la violación de los derechos humanos elementales y también del derecho internacional y la convivencia pacífica y el respeto entre las naciones.

Todo indica que la temperatura latinoamericana seguirá subiendo de una u otra manera y ello explica las carreras desesperadas de ese indigno servidor del imperialismo que es Luis Almagro, con la desprestigiada e inútil OEA a cuestas, sirviendo de ridículo vocero de Donald Trump en medio de las aguas tempestuosas que amenazan con ahogar al inquilino transitorio de la Casa Blanca.

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