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Internacional

Por Manuel E. Yepe

Varios recientes acontecimientos en el continente americano han puesto de manifiesto la clara diferencia entre los métodos de que se valen en estos tiempos las fuerzas de la reacción y las progresistas en su enfrentamiento.

El impacto de los resultados de las elecciones presidenciales de México y Argentina, unido a la rebeldía incontenible de las fuerzas populares en Ecuador y Chile se ha visto reforzado por la excarcelación del líder indiscutible de Brasil, Lula da Silva, y el artero golpe de Estado contra el adalid boliviano Evo Morales, recién reelecto por tercera ocasión consecutiva presidente de su país.

Estos acontecimientos se relacionan estrechamente con la furiosa reacción de Estados Unidos y la derecha oligárquica latinoamericana ante la cadena de derrotas que vienen sufriendo en cuanta consulta se hace de la manera democrática en las urnas, realidad que ha llevado a las huestes del imperio y la reacción a apelar con mayor frecuencia a la violencia más evidente y desvergonzada.

Con una profunda responsabilidad democrática y ánimo de no causar víctimas inocentes (obsérvese la contradicción con la política de Sebastián Piñera en Chile), Evo decidió hacer todo lo posible para evitar una guerra civil y un baño de sangre en Bolivia, a pesar de la falsedad de los reclamos de la oposición por un supuesto fraude en el conteo de los votos.

Evo Morales tenía una comprobada ventaja de poco más de diez puntos en el resultado electoral más reciente, legitimada por todas las vías posibles y los oponentes alegaban que la ventaja, si bien era cierta, era algo inferior a ese porcentaje.

Incluso Evo había accedido a que se realizaran nuevas elecciones en aras de una salida democrática al embrollo boliviano orquestado bajo la batuta de Washington. Pero eso no fue suficiente para la oposición que siguió adelante con el plan trazado por la CIA y no se movió un ápice de él. Sin embargo esa estrategia chocó con la extensión e intensidad del apoyo popular a Evo Morales y su Movimiento al Socialismo y la decisión de las autoridades legítimas de Bolivia. Los militares, agazapados inicialmente, salieron para forzar la renuncia del primer presidente indígena en la nación más indígena del hemisferio occidental.

En Argentina había triunfado el peronismo sin cuestionamiento alguno, pero en Bolivia la ajustada (pero comprobada hasta la saciedad) legítima reelección del presidente Evo Morales desató una crisis interna, el recrudecimiento de la polarización y un final todavía impredecible, marcado por la renuncia forzada por los militares al servicio de Washington.

Más sorprendente ha sido el resultado de las movilizaciones históricas que derrumbaron el mito del ejemplo del “modelo chileno”, y que se siguen dejando saldos de decenas de muertos y denuncias de violaciones de los derechos humanos. La renuncia de Piñera es un grito común de las masas que resisten en las calles.

En Ecuador, el gobernante traidor a su pueblo Lenín Moreno quedó debilitado después de las protestas masivas que lograron echar abajo el aumento de combustibles.

En Guatemala, al Presidente Jimmy Morales no le fue mejor luego de haber suspendido los trabajos de la Comisión Internacional Contra la Impunidad que funcionó 12 años en el país.

Según observadores amantes de los esquemas, Latinoamérica tiene hoy ocho países con gobiernos de derecha, seis progresistas y cinco de centro. La inclusión en la lista de Fernández en Argentina y López Obrador en México, aporta un cambio decididamente favorable al independentismo y el antiimperialismo, debe aportar una fortaleza mayor a la izquierda, sobre todo si lograran formar un frente común para enfrentar una derecha debilitada, sí, pero alimentada por la potencia imperialista más fuerte y furiosa que haya padecido la Humanidad en toda su historia.

Después de semanas de presión de los grupos opositores de la burguesía racista en Bolivia y sus mercenarios, un bien orquestado proceso de desestabilización que incluía a las elites económicas bolivianas, medios de comunicación afines a ellas, falsas demandas laborales de grupos de represión como la Policía y en última instancia la participación determinante del Ejército, el presidente Evo Morales fue obligado a dimitir después que habían secuestrado a familiares de miembros del Movimiento al Socialismo (MAS), quemado su casas o los habían ultrajado de distintas maneras.

En Uruguay, el izquierdista Frente Amplio, que ya lleva casi 15 años en el poder, no logró ganar en primera vuelta, así que en el balotaje del 24 de noviembre, Daniel Martínez enfrenta la posibilidad de perder frente al derechista Luis Lacalle Pou.

En resumen, puede afirmarse que Latinoamérica, que venía avanzando tranquilamente por una ruta de progreso enfrentada pacíficamente con la avaricia de un imperio estadounidense que a su vez pugna ahora con el resto del mundo exaltado por las acciones de Donald Trump y su banda de malhechores que, más temprano que tarde, tendrán que rendir cuentas al noble pueblo norteamericano por haber convertido a su nación en un ogro universal.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

(*) Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente.

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