Alfredo García
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El gobierno de EU hace su tercer intento de soborno continental en casi 6 décadas, para incitar a los gobiernos de América Latina y el Caribe a dar la espalda a la Revolución cubana, agregando en esta ocasión a Venezuela y Nicaragua.
El pasado martes en un acto en la Casa Blanca que contó con la presencia del presidente Donald Trump, el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, presentó el nuevo plan de “desarrollo” de la región denominado “América Crece”, que tiene como objetivo “generar empleos, reactivar el crecimiento económico y proyectos de infraestructura”, con participación de la empresa privada y una inversión de unos 150 mil millones de dólares anuales en 30 países “con excepción de Cuba, Venezuela y Nicaragua”. El reciclado proyecto fue precedido con similar propósito por los fracasados programas, “Alianza para el Progreso”, promovido por John F. Kennedy en 1961 y la “Iniciativa para las Américas”, por George Bush en 1990.
“Venezuela, Cuba y Nicaragua están excluidos del plan de la Casa Blanca, porque son dictaduras que están en bancarrota; son un ejemplo del fracaso y, obviamente, el resto de la región no quiere vivir ese modelo de fracaso, quiere seguir el camino de éxito que apoyamos con este programa”, declaró Mauricio Claver-Carone, asesor especial del presidente Trump, de origen cubano. Los organismos centrales que integran “América Crece” son: el Departamento de Estado, el Departamento del Tesoro, el Departamento de Comercio y el Departamento de Energía, así como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la Agencia de Comercio y Desarrollo de los Estados Unidos (USTDA) y la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero (OPIC).
Un mes antes de la artera invasión de Girón contra Cuba en abril de 1961, el presidente John F. Kennedy anunció el programa “Alianza para el Progreso”, con una inversión de 20 mil millones de dólares y una duración de 10 años, “para ayuda económica, política y social de EU hacia América Latina y el Caribe”. Sus fuentes eran las agencias de ayuda financiera multilaterales y el sector privado. El plan para aislar a Cuba fue “bendecido” por el Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en la Conferencia de Punta del Este, Uruguay, en agosto de 1961. La “Alianza para el Progreso”, devino en acuerdos secretos con la ultraderecha local y la instalación de regímenes dictatoriales.
En 1990, alentado por el desplome de la URSS y la creciente deuda externa de los países latinoamericanos, el presidente George W. Bush, impulsó hacia Latinoamérica y el Caribe la “Iniciativa para las Américas”, dando luz verde al sistema económico neoliberal basado en estímulo al comercio, incremento de inversión extranjera y reducción del endeudamiento externo, en el marco de liberación total de las economías regionales. La “Iniciativa para las Américas”, incluía la creación de un área de libre comercio continental, (ALCA), aprobado durante la I Cumbre de las Américas en Miami en 1994, con exclusión de Cuba.
El ALCA provocó fuertes críticas en todos los países latinoamericanos, logrando paralizar su puesta en marcha durante la IV Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005. En esa ocasión los presidentes de Venezuela, Brasil y Argentina, Hugo Chávez, Luis Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, respectivamente, promovieron como alternativa de integración la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, (ALBA). Frente al patriótico movimiento que confirmando la profecía martiana, “declaraba por segunda vez la independencia de América Latina, esta vez para salvarla de los Estados Unidos”, la ultraderecha intenta recuperar el poder perdido y Washington le ofrece una nueva recompensa.